Capítulo 30

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______ se removió incómoda en su asiento mientras la pesada mirada de su padre estaba sobre ella.

Por debajo de la mesa, Otis le tomó la mano con ternura proporcionándole la fuerza y el coraje que necesitaba.

Su padre había llegado antes de lo previsto, por lo cual, Otis tuvo que mantener una forzada y bastante bochornosa conversación con aquel hombre estirado y prejuicioso.

Se había esmerado inmensamente en aquella cena. La comida parecía sacada de una fotografía, pero ella no podía decir a ciencia cierta si sabía tan espectacular como lucía, la comida estaba desabrida para ella, sin mencionar el nudo en su estómago.

—¿Sigues en esa "escuela"? —la voz de su padre era gruesa y potente.

Aquella pregunta resonó entre las paredes del departamento. _______ sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal.

No había levantado ni una pizca la voz, y tampoco tenía el ceño fruncido; pero aun así ella sabía que estaba furioso por su decisión.

Su padre se estaba controlando por no estallar y gritarle que sólo era la vergüenza de la familia.

—Sí —respondió con un hilo de voz.

Se preguntó si era normal temerle a su propio padre. Si se ponía a pensar y a recordar su pasado no lograba desenterrar algún recuerdo cálido al lado de su padre.

Los recuerdos de su padre sólo incluían gritos y humillaciones. Dolor y tristeza.

Su propio padre le había hecho heridas que jamás podrían cicatrizar.

—La comida está deliciosa...

El silencio era denso y demasiado incómodo. _______ apenas y podía respirar.

—Tus hermanos están a punto de graduarse en medicina.

—Eso es maravilloso —intervino Otis.

El mayor en la habitación tensó la mandíbula y apretó el cubierto que sostenía entre sus manos hasta doblarlo.

—Sólo pierdes el tiempo —masculló molesto.

Apretó los labios en una delgada línea mientras su hija menor baja la cabeza.

—Un desperdicio. Eres una vergüenza —escupió con furia y odio.

_______ se levantó de la mesa estrepitosamente.

Las lágrimas contenidas al pasar de los años salieron en cuestión de segundos.

Tanto tiempo tragándose las lágrimas y el dolor. Tantos años embotellando la tristeza hasta que simplemente estalló.

—No debió haber hecho eso, señor —dijo Otis pausadamente cuando ella había corrido fuera del departamento por aire fresco.

El hombre lo miró con desdén.

Otis se levantó de la silla, las manos le temblaban de furia y una vena en su cuello parecía estar a punto de estallar.

Aquel hombre no tenía ningún derecho de humillarla y tratarla de aquella manera.

Mi Extraño Vecino [Bloody Painter Y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora