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—Sigue con fiebre, chicos —sentenció Malia yendo junto a los otros dos. Empezaba a clarear, serían cerca de las cinco y media y desde que habían salido pitando de su anterior campamento no habían dejado de conducir.

—¿Le has puesto algo mojado en la frente?

—Sí, y por fin se ha dormido, estaba agotado.

—Creo que todos estamos agotados —murmuró Stiles cerrando los ojos.

—Deberíais dormir un poco, a estas horas no hay peligro casi nunca, luego os despierto y descanso yo.

—¿No te importa, cariño? —preguntó el castaño.

—No, para nada, tenéis que estar al cien por cien que sois los más fuertes, ya que Isaac está fuera de servicio.

—Si hay cualquier cosa, me despiertas —gruñó su novio frunciendo el ceño.

—No te preocupes más, Sti.

Nada más cerrar los ojos, cayeron rendidos. Eran esos momentos de tranquilidad los que más le gustaban, y no solía tenerlos desde que pasó todo. Siempre se mantenían dos despiertos para hacer las guardias, y nunca había podido disfrutar de la soledad como hacía antaño.

Aquella llanura era el sitio más tranquilo en el que había estado nunca. El silencio la presionaba por los cuatro costados, y no le molestaba en absoluto. Era un gran vacío, una ausencia de cualquier presencia humana, pero a la vez era un cúmulo de efectos que se reunían y hacían de ese lugar el sitio perfecto para evadirse y para olvidar la pandemia que los azotaba.

Habían pasado días muy duros, pero su acercamiento a Madrid por Guadalajara había sido más intenso que el principio, un inicio muy duro para los tres, ya que tuvieron que dejar atrás amigos y familiares para buscar la posible salvación que a cada día que pasaba se les antojaba más lejana.

Procuraba no cogerle cariño a la gente que se habían encontrado desde Barcelona, pero siempre lo hacía y a los pocos días eran atacados y mordidos, pero la verdad es que ninguno les había resultado tan útil como Derek, alguien con conocimientos sobre medicina era muy necesario, aunque fuera a nivel animal.

Había curado a Isaac, que llevaba días aguantando el dolor, y esperaba que aquellos puntos solucionaran su problema. Había visto a Stiles pasarlo mal por su mejor amigo, estaba sometido a mucha presión protegiéndola que tuvo el añadido de que Isaac resultara herido.

***

Al cabo de cinco horas escuchó unos ruidos en el campamento, y fue a mirar a ver si alguien se había despertado. Se trataba de Derek, que le estaba comprobando la temperatura corporal a Isaac.

—¿Cómo lo ves? —preguntó Malia abrazándose a sí misma. El veterinario se sorprendió pero al momento esbozó una sonrisa.

—Ya no tiene fiebre, pero mejor que siga durmiendo.

—¿Y tú? ¿Te has desvelado?

—Creo que ya he descansado lo suficiente, y me he quedado un rato tirado despierto hasta que me he levantado para ver cómo se encontraba... te relevo, descansa un poco —comentó Hale.

—¿Estás seguro?

—Claro mujer, va a amanecer en dos horas y será mejor que descanses antes de ponernos en marcha...

—Pues sí, que a esa hora es cuando más activos están...

***

—Stiles, será mejor que te mantengas en el camino... —Llevaban desde hacía doce horas sin furgoneta, la escasez de gasolina había hecho que siguieran con lo puesto y pocas cosas más, y en ese momento caminaban por un frondoso bosque.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora