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—¿Habéis encontrado algo? —preguntó Stiles al verlos llegar de tan buen humor. Derek estaba algo apartado, intentando encender un fuego. Jackson fue junto él para ayudarlo.

—Sí, y hay buenas noticias: hay aviones en el hangar. Son apenas avionetas, pero al fin y al cabo vuelan. Lo malo es que es la casa de los infectados. Son los reyes del lugar. Se han refugiado del calor en el hangar, y le he tenido que salvar el culo al señorito militar —explicó Isaac yendo junto a su mejor amigo.

—Por eso hemos decidido ir mañana por la mañana, con algo de luz del exterior. Ahora hubiera sido un suicidio meterse ahí a buscar carburante para poder atravesar todo el océano —añadió Jackson con media sonrisa.

—Así podré acompañaros yo —comentó Derek, tirando una ramita en el fuego y viendo cómo se consumía.

—¿Me vas a dejar solo? ¿Estás vacilándome? —preguntó Stiles mirándolo como si estuviera loco.

—No te va a pasar nada por un rato que estés solo —repuso Isaac—. No es que nos fuéramos muy lejos, estaremos ahí al lado.

—Te recuerdo que tengo la herida de un balazo en la pierna y soy prácticamente inútil para huir, así que no me jodas, Isaac. Si viene un infectado estoy muerto.

—¿Por qué ibas a estar en peligro? Quédate en el coche y echa los seguros: no tiene por qué pasarte nada —dijo Jackson poniendo los ojos en blanco.

—Stiles, queremos conseguir un avión para volver a Estados Unidos, a casa. Sólo serán unos minutos, asegurarnos de que no hay peligro y subirte al avión —murmuró Derek—. No voy a ponerte en peligro tontamente porque no estés dispuesto a quedarte solo. Por favor —pidió el moreno en un suspiro. Stiles lo miró unos segundos que se le hicieron eternos al moreno, hasta que resopló.

—Está bien —se resignó el otro.

—Cómo se nota que el que te ha convencido te folla el culo... —repuso Jackson en tono de broma.

—Que te jodan —gruñó Stiles apretando los labios. Derek lo imitó, pero en lugar de ser por enfado, los frunció por la risa que quiso emitir. El castaño acabó por sonreír al ver su expresión—. Sois unos idiotas.

—¿Pero yo ahora qué he hecho? —preguntó el moreno con incredulidad.

—Reírte, y es suficiente como para que te llame idiota. —El moreno se resignó y acabó sentándose junto a él, acariciándole distraídamente el brazo y dejando que apoyara la cabeza en su hombro.

Isaac preparó algo para que fueran comiendo antes de dormir un poco. Los turnos se habían dividido entre tres, permitiendo que Stiles descansara toda la noche: aún estaba débil por aquella terrible herida y corrían el riesgo de que se agotara vigilando y se durmiera en plena guardia.

Pese a las quejas del castaño, fue una decisión unánime en la que no tuvo derecho a opinar: ya estaba todo dicho. El primer turno era de Jackson, que se sentó apoyando la espalda en el estómago de Isaac, que se tendió en el suelo, en un saco de dormir que tenían. Derek y Stiles se acomodaron como pudieron en el asiento trasero del coche, el moreno manteniendo al otro entre sus brazos y calentándolo con su propio calor corporal: pese a que el día fuera tan caluroso, la ausencia de vegetación en el área hacía que la noche fuera muy fría y ventosa una vez se enfriaba el suelo de todo el día dando el sol.

—¿Cómo estás? —murmuró Derek frotando los brazos del otro.

—Me duele, pero es bastante soportable. Gracias por curarme la herida.

—No me lo agradezcas, no sabes lo mal que lo he pasado, creía que no lo contabas —murmuró apesadumbrado.

—Soy demasiado duro de roer como para morirme así de fácilmente —bromeó mirándose el vendaje de la pierna.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora