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Seguían en silencio a pesar de que llevaban más de media hora en la costa de Ceuta, contemplando el paisaje asolado que estaba frente a ellos. Los cuatros miraban hacia el continente del que tantas esperanzas guardaban, y lamentaban que ahora todo pareciera tan terriblemente negro para todos ellos, tan negro como la nube que tenía sobre sus cabezas.

—Y... ¿ahora qué? —preguntó Stiles en voz baja, con la mandíbula apretada y sin dejar de mirar al frente.

—Buscar otro lugar seguro —murmuró Jackson con amargura.

—¿Y cómo pretendes eso? ¿Y qué vas a hacer cuando lleguemos y esté así como todo esto? ¿Ir a otro lado? ¿Vamos a estar de un lado a otro? Porque no sé si me sale rentable vivir al borde del puto infarto todos los días con tal de vivir en un mundo así —se quejó Isaac inclinándose en la barandilla y suspirando.

—Es mejor suicidarse entonces, ¿no? —espetó Derek exasperado—. Mejor que nos matemos, como en una secta. Hallaremos la felicidad en la siguiente vida.

—Ni de coña —repuso Stiles—. ¿Qué otra posibilidad hay?

—Hay alguna —dijo el militar girándose hacia el timón, arrancando de nuevo y dejando al resto confuso, mientras se dirigía a tierra.

—¿Puedes iluminarlos o es un secreto militar como el noventa por ciento de ti que no nos cuentas? —preguntó el castaño de nuevo.

—Sabéis más de mí de lo que les conté al otro grupo con los que estuve en el sur. Sobretodo Isaac. Considero que él me cooce lo suficiente como para saber si soy de fiar o no. —Los tres observaron al de rizos, que suspiró y puso los ojos en blanco.

—Por increíble que parezca, me fío de él. Creo que puede tener una posible solución —murmuró éste.

—Acabas de decir que no te sale rentable vivir al borde del infarto.

—No me sale rentable, pero creo que si hay alguien que nos pueda salvar, es Jackson. —El susodicho sonrió sin mirarlo y lo dirigió al puerto de Ceuta.

—Me fiaré de ti, Isaac. Más te vale que sea correcto lo que piensas —murmuró Stiles volviendo al camarote a recoger las cosas.

Allá en la soledad del camarote, se permitió estar a solas con sus pensamientos. Su mejor amigo confiaba en Jackson, que les había contado que era militar y más o menos se había desnudado metafóricamente -y para Isaac, literalmente-, así que podían fiarse de él.

Pero, ¿y Derek? Llegó diciendo que era veterinario, pero había movimientos que había hecho para salvarlos que no eran propios de un veterinario. No eran tan perfectos como los de un militar, pero se podía concluir que alguna formación tenía en el tema de defensa con armas de fuego. A no ser que la carrera de veterinaria fuera completamente diferente a lo que se imaginaba, Derek no era tal cosa.

Y era lo que empezaba a sospecha desde hacía unos días. Pero también hacía unos días desde que Derek le había empezado a gustar de esa manera. Y ahora era más difícil confiar ciegamente en él, a pesar de que habían follado y que indudablemente le había gustado, y de no ser por la molestia que sentía, probablemente querría repetir, pero... no podían confiar en alguien que decía ser una cosa y luego todos lo que hacía era algo completamente diferente.

Quería averiguar quién era, pero sospechaba que si no les había contado ya a ninguno -y sobretodo a él, al que acababa de romper el culo- sobre su pasado, dudaba que lo hiciera en alguna otra ocasión. Y tampoco quería preguntar, porque entonces sabría que sospechaba de él, de que no les hubiera contado la verdad, y gracias a Derek, él estaba vivo. Motivo suficiente para confiar en él.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora