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Tras el enfrentamiento que habían tenido en la celda, aquellos tipos los habían dejado solos. Stiles lloraba sin poder parar por la pérdida de sangre de la pierna, y a pesar del torniquete que le había hecho Derek, aún sangraba copiosamente. El veterinario estaba casi igual de pálido que Stiles, pero éste último estaba así por el dolor y el mareo.

—Sti —murmuró Derek acunando su rostro cuando vio que cerraba los ojos. El castaño gimió débilmente—. No te duermas.

—Tengo sueño —dijo con voz ronca, intentando quedarse echado en el suelo. El moreno lo agarró por los hombros y lo dejó erguido a pesar de las quejas de Stiles.

—Sé que tienes sueño pero si te duermes y no despiertas, ¿qué hago yo luego? —Stiles miró con una débil sonrisa al otro.

—Huir.

—Y una mierda. O salimos los dos o morimos aquí, pero no pienso dejarte atrás.

—Sonaría romántico si no me estuviera muriendo.

Derek apretó los dientes y presionó la herida, a pesar del quejido de Stiles, que intentó arrastrarse para alejarse de él. El disparo le dolía a rabiar.

El veterinario miró alrededor. Era una putada lo que les había pasado, ya que encima de que no había un refugio seguro, los locos de la religión los habían asaltado y habían disparado a Stiles. Los habían dejado en aquel zulo lleno de inmundicia, y no sólo temía que Stiles se desangrara, sino que cogiera una infección. Necesitaba curarlo cuanto antes.

—Ya no me duele —susurró Stiles mirando su pierna distraídamente—. Es como si no la sintiera.

—Por favor —dijo Derek con un deje de súplica en la voz—. Sé que te apetece pero no hagas como que te has rendido.

—¿Cómo piensas que saldremos de aquí? —preguntó el castaño con voz débil.

—Jackson e Isaac pueden volver a por nosotros...

—Jackson abandonó a su antiguo grupo cuando uno se contagió, e Isaac mató a Malia, a nuestra amiga. No creo que sea gente en la que tenga mucha fe en estos momentos, ¿sabes? —gruñó cambiando de postura en el suelo, sintiendo cómo se le dormía la pierna que tenía el disparo.

—Deja de culpar a Isaac... —farfulló Derek.

—¿Qué más da en las circunstancias que la matara? Lo hizo: ella está muerta, y él la mató. No gano nada endulzando palabras que dirían lo mismo pero con cierta compasión que no siento por un asesino.

—¿Por qué le llamas asesino? ¿Tú no harías lo mismo? ¿O tú dejarías que te mordiera porque es Malia? Isaac se defendió, lo sabes perfectamente. No sé a qué viene tanta indignación cuando en un mundo de apocalipsis o cazas o te cazan. Y nos acaban de cazar por ir confiados, imagina cómo te iría si te hubieras enfrentado al hecho de matar a Malia y no haberlo hecho: serías tú el infectado que nos condenaría a todos, porque no podría matarte, y tampoco dejaría que ninguno lo hiciera. No te dejaría morir en ninguna instancia, joder, a ver cómo te lo digo —repuso con rabia contenida—, y me duele que sigas culpando a Isaac, porque si la hubiera tenido que matar yo estarías odiándome ahí sentado, igual que estás haciendo con tu mejor amigo.

—Ni estando herido así puedes dejar que me queje de lo que quiera —murmuró Stiles frunciendo el ceño, pero luego permaneció en silencio unos segundos—. ¿No serías capaz de matarme? —Derek negó con la cabeza.

—No, y a los demás me faltaría tiempo, ¿sabes? Con cualquier otro no me lo pensaría, pero a ti no podría.

—¿No soy matable? —bromeó Stiles con una pequeña sonrisa.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora