Pandemonium

4

Malia se había dedicado a escoger la comida que consumirían aquel día, y tras apartarla en un lado empezó a clasificar el resto de alimentos que se habían llevado. No iban a poder transportarlo durante tan largo viaje, debido a que todo ese peso los atrasaría y les haría un blanco fácil. Aunque estar en un descampado les hacía serlo, no quería que encima de estar a la vista les entorpeciera la comida.

Tenían que conseguir un medio de transporte seguro para que pudieran transportar todo aquello, pero en medio de la nada no iban a conseguir mucho.

—Eh, chicos —los llamó al cabo de un rato. Los cuatro charlaban animadamente sobre los mejores golpes que podrían darles a los infectados.

—¿Qué pasa? —preguntó Stiles casi al instante.

—No, no hay nada por lo que preocuparse de momento, podéis seguir hablando de golpes y sesos esparcidos —dijo con un matiz divertido—. Es sólo que llevamos muchas cosas: armas, comida, vendas... y he estado pensando en que deberíamos conseguir un coche.

—Bonita manera de decir eso de robar un coche —rio Isaac tirando ramitas al fuego. Su amigo castaño le dio una colleja.

—No, en serio, lo necesitamos. No podemos cargar con todas estas cosas, seríamos muy lentos y un blanco fácil para que nos atacaran.

—En eso lleva razón Malia —le apoyó Derek—, pero ten en cuenta lo que nos pasó con la furgoneta, tuvimos que abandonarla en la carretera cuando se le acabó la gasolina.

—¿Por qué no le echasteis gasolina? —se sorprendió Jackson.

—¿Quizás porque todos los que trabajan en gasolineras están muertos o infectados, Einstein? —se burló Stiles frunciendo el ceño.

—A ver, listillo, que parece que te has dado con la culata de la escopeta en la cabeza, ¿no sabéis que las mangueras de las gasolineras tendrán que coger el combustible de alguna parte? —Todos se quedaron en silencio ante la obviedad del argumento—. Exacto, no viene el combustible del aire, sino que la manguera está conectada al suelo, y los bidones de gasolina están debajo. Es fácil acceder a eso para conseguir gasolina.

—¿Y cómo sabes tú todo eso? —preguntó Isaac frunciendo el entrecejo.

—Trabajé en una gasolinera y me tragué todo el trabajo sucio.

—¿Estás diciendo que si encontráramos una podrás conseguir combustible? —espetó Derek pensativo.

—No estoy diciendo que podría, sino que lo haría. El problema será conseguir un coche.

—Mañana podríamos buscar uno, ahora está anocheciendo y hay que estar alerta —comentó Stiles bostezando—. Podríamos ir dos a por el coche, recogeros a los demás y santas pascuas.

—Es lo más sensato que has dicho desde que te conozco, Sti, y llevo siendo tu amigo desde enanos —se carcajeó Isaac tirándole una pequeña piedra.

—¿Entonces os parece buena idea? —dijo Malia entusiasmada sentándose junto a Derek.

—Claro mujer, tienes toda la razón del mundo indicando que somos un blanco fácil cargando con todos esos bártulos, además un coche es mucho más seguro, encima tenemos a Jackson que nos va a conseguir gasolina... ya está hecho —repuso el veterinario con una sonrisa.

***

Al alba y tras una noche sospechosamente tranquila, Derek se puso a revisar los vendajes de Isaac y de Jackson, viendo si había que cambiarlos. La herida del rubio había cicatrizado bien y decidió retirarle la gasa y dejar que se curara al aire.