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Después de un rato guardando en bolsas varias piezas de ropa en una tienda próxima al supermercado que habían intentado saquear, volvieron a la casa donde los esperaba la parejita feliz con una sonrisa, para luego encargar a Stiles e Isaac a ir a por comida.

—...nos encontramos un gilipollas en el supermercado de ahí atrás, casi nos pega un tiro.

—¿Sí o qué? Menudo subnormal... —comentó el castaño meneando la cabeza—. Entremos en éste, parece que hay una sección de revistas, voy a rezar porque haya porno.

—¿Nunca tienes bastante, tío?

Cogieron comida según la clasificación de Derek, el de rizos se lo explicaba a su amigo para no llevarse comida caducada. Al cabo de una hora salieron con un carro y fueron hasta el piso donde se habían instalado ese día.

—Ya hemos vuelto —saludó Stiles entrando con las bolsas.

—¿No ha habido ningún encuentro problemático? —preguntó Malia con una sonrisa.

—Se lo he contado —aclaró Derek.

—Qué va, ningún incidente. ¿Comemos? Que me muero de hambre.

Almorzaron y se pusieron a jugar a las cartas, haciendo que Isaac perdiera todas las veces estrepitosamente. Al atardecer se animaron a salir al balcón para que les diera el aire, charlando tranquilamente los chicos mientras que Malia tomaba el sol.

—En realidad me da pereza pensar que mañana por la mañana nos tenemos que ir... —gruñó Stiles cerrando los ojos.

—La verdad es que aquí se está bastante bien, no sé cómo es que estamos tan tranquilos —comentó el moreno.

—No seas gafe, Derek, que no tengo ganas de moverme —repuso el castaño bostezando.

—Si vienen te vas a tener q... —Se vio interrumpido por un ruido de cristales rompiéndose en la calle. Malia corrió a asomarse y ahogó un grito.

—¡Los está atrayendo por culpa de la sangre! —exclamó señalando a la calle. Los otros tres se asomaron rápidamente, y Derek e Isaac reconocieron al chico del supermercado.

—Que se joda, así tenemos más comida —gruñó el de rizos. Su mejor amigo le dio en un hombro enfadado.

—No seas gilipollas, hay que hacer algo.

—Demasiado tarde, lo han cogido —murmuró Malia.

En un abrir y cerrar de ojos, Derek desapareció del balcón y apareció debajo de ellos, corriendo por la calle.

—Hay que ayudarlo —dijo la chica haciendo el ademán de coger su bate.

—Ni de coña, quédate con Isaac, que parece reacio a ayudar a los demás, voy con él.

Ignorando la mala cara que le dedicó su amigo, fue al encuentro del veterinario, que había seguido el rastro de sangre y de infectados.

—¡¿Y tu escopeta?! —gritó para hacerse oír por encima del ruido. El hombre con el que tuvieron el encuentro en el supermercado lo miró esperanzado.

—¡Sigue en el súper! —espetó blandiendo el bate como podía con el brazo herido. Derek fue al establecimiento mientras que Stiles se abría paso a golpes.

—¿Te han mordido? —preguntó el castaño cuando se acercó lo suficiente.

—No, para huir he tenido que romper el cristal, me he cortado.

—¡DEREK! —Stiles escuchó gritar a su novia desde el balcón y se giró violentamente, viendo el porqué de sus gritos. El veterinario había intentado volver al supermercado pero estaba en el suelo, forcejeando con un infectado que intentaba morderlo mientras él lo apartaba.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora