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Estuvieron en silencio el rato que duró la comida, disfrutando del frescor que hacía en aquel páramo y observando las brasas de la hoguera terminar de consumirse. Derek se estiró como si fuera un gato, haciendo crujir su espalda y provocando la risa del castaño. Lo miró con una sonrisa.

—Hemos traído una sorpresa de la gasolinera —comentó el moreno poniéndose trabajosamente de pie.

—¿Ah sí? Dime que no es un infectado.

—No —dijo con una risa—. Mejor aún.

—Tráelo ya, que me tienes intrigado.

Derek soltó una risa y fue hasta el coche que aquella tarde habían "tomado prestado". Abrió el maletero y tras rebuscar un buen rato, dio con lo que necesitaba encontrar. Sonrió satisfecho y volvió junto al castaño, que seguía nervioso por saber qué era.

—¿Y bien? ¿Qué me traes? —Por toda respuesta, el moreno le enseñó una botella de whisky importado de Estados Unidos. Según la etiqueta era un gran reserva, pero supuso que en una gasolinera no tendrían alcohol de tan alto standing.

—¡Joder, sí que os lo teníais callado! —dijo con una amplia sonrisa—. ¿Os lo pensabais beber vosotros solos o qué?

—Qué va, lo que pasa es que me apetecía una copa y me he acordado que habíamos cogido alcohol en la gasolinera.

—Pues como no te pinte un vaso... de eso no tenemos, remilgado.

—Oye muy gracioso —repuso Derek entrecerrando los ojos, pero luego rio—, pues a morro, confiaré que tu saliva no me vuelva un infectado.

—¡Eh! Que mi boca es muy limpia.

—Ya, por supuesto. No dudaría nunca de ello —bromeó el moreno abriendo la botella—. Este whisky costaría un dineral en su día —murmuró mirando la etiqueta unos segundos.

—Es irónico que el valor del dinero ahora mismo sea tan... irreal, ¿no crees? —inquirió mientras Derek bebía el primer buche. Puso una mueca ante el sabor tan fuerte del alcohol y le pasó la botella al castaño.

—Pues sí. Hasta hace poco tiempo me preocupaba más el tener dinero para pagar la casa, alimentar a mis perros y cuidar a Diana. Ahora... no tengo ninguna de esas cosas. Supongo que sí, que es irónico. Pero muy triste. Éramos tan superficiales... la vida moderna nos había convertido irónicamente en zombies, absorbiendo nuestra conciencia y haciéndonos dependientes del dinero y de los lujos, sin pensar que todo esto pudiera pasarnos en nuestro mundo perfecto. —Stiles asintió y bebió un largo trago con amargura, pensando en las palabras del moreno. Empezó a toser ante la graduación del whisky, ya que no estaba acostumbrado a beber, y Derek le dio un par de golpecitos en la espalda—. Tranquilo, que hay más botellas —rio el mayor—, podemos bebernos esta, no hace falta que lo hagas tan rápido. No creo que los infectados vengan a quitárnosla o a beber con nosotros.

—Es que exijo un reparto equitativo del líquido que contiene —bromeó el otro, limpiándose la boca con el dorso de la mano y dándole la botella.

—Como se despierten y nos vean de esta guisa van a enfadarse —repuso Derek.

—Nah, no creo que se enfaden. Y si lo hacen les doy otra botella.

Permanecieron en silencio un rato más, disfrutando del silencio que les rodeaba y del suave crepitar de las brasas que quedaban encendidas. Stiles tomó un palo y las golpeó, haciendo que una llamita saliera de entre ellas y comenzara a avivar lo que quedaba de fuego. Cogió la botella que le tendía el moreno y bebió con la mirada perdida. Luego suspiró y observó a su compañero.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora