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Definitivamente era el rey de la mala suerte. Es decir, ¿en serio? Tenía que haber una puta cámara oculta. No podía salir todo tan mal. Al menos no se había muerto, pero el sentimiento de su pecho bien podría haberse sentido como si lo estuviera.

Agradeció internamente que Jackson e Isaac no lo hubieran escuchado, porque si a él le estaba costando la misma vida no lanzarse al cuello de Derek -Tyler- y estrangularlo porque sentía algo por él, no quería ni pensar la de veces que habría muerto si alguno de los otros se enterara.

Los ojos de Derek -Tyler- le quemaban la piel, fijos en su rostro, que era inexpugnable. Estaba totalmente estático, fuera de sí, no sabía siquiera qué pensar. ¿En qué tenías que pensar cuando aquel en el que más confiabas y creías que era todo un héroe, resultaba ser todo lo contrario, un villano? Porque eso era Derek -Tyler-, el malo de la película.

Debía dejar de corregirse a sí mismo y callar a la voz de su mente que siempre le recordaría a partir de ese momento que Derek no se llamaba así, era Tyler. Aunque él lo conoció como Derek, así que lo seguiría llamando así.

¿Pero de verdad quería seguir hablándole? No era como si fuera inocente, era cierto que sólo estaba trabajando, pero a Stiles no se le ocurriría en la vida trabajar con algo que podría llegar a ser el fin de la humanidad. O quizás ni siquiera sabía que lo fuera a ser.

—Dime algo, por favor. —La voz derrotada de Derek lo alejó de sus pensamientos destructivos y lo hizo centrarse en el hombre con hombros caídos que estaba a su lado. Estaba realmente afectado por lo que acababa de decir, y no era justo que le hiciera sentir culpable de aquella forma cuando tenía que luchar con el pensamiento de que aquel hombre de ojos tan dulces y en ese momento tan tristes, era el que los había condenado a morir en un apocalipsis.

—No... no sé qué decirte, Derek —musitó Stiles, notando que las lágrimas se le agolpaban en los ojos, un llanto que quería escapársele de dentro por toda la tensión sufrida, porque acababan de pegarle un tiro, porque aquel que lo había salvado era el que los había condenado en primera instancia, pero no quería odiarlo, no podía hacerlo, porque era lo único que tenía y porque si realmente los había jodido a todos, aquel virus seguiría estando pululando hubiera trabajado Derek en él o no. Porque la raza humana estaba así de podrida, porque jugaban a ser dios y porque no podían contentarse con lo que existía, que siempre tenían que crear más.

—Por favor. —La mano del moreno buscó la del otro, y éste no se apartó, tampoco es que quisiera hacerlo, porque sus manos juntas eran como algo que nunca había vivido.

—Estoy ahora mismo flipando —susurró acariciando la piel de Derek—, no sé ni siquiera si te quiero estrangular, o si debería dejarlo pasar, porque el virus iba a ser inventado estuvieras tú o no —murmuró apretando los labios.

—Nuestra intención no fue crear esto, ni por asomo —se apresuró a decir el moreno—, queríamos crear algo que hiciera que la carne creciera, queríamos inventar algo para acabar con el hambre en el mundo, nuestras intenciones eran buenas pero la ciencia nos falló —explicó con voz ahogada—. No era esto lo que queríamos, y los dos que estaban de guardia ese día murieron devorados por los primeros infectados, aunque realmente, ya sabes, no murieron. —Miró los dedos de Stiles, que se habían tensado en su piel—. Los otros tres que quedamos fuimos perseguidos.

—¿Qué? —preguntó Stiles levantando la vista.

—Así es, el gobierno de Estados Unidos comenzó una caza indiscriminada contra nosotros mientras que el virus se extendía. Mataron a mis compañeros. A sangre fría —susurró bajando la mirada. El castaño abrió la boca, anonadado.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora