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Hacía mucho que no dormía más de cinco horas, y sin embargo en aquel instante, se sentía totalmente descansado. Se levantó y, sintiéndose lleno de energía para empezar el día, bajó a la cocina de la casa. La noche anterior habían dado con un generador, con lo que podía usar la cocina y los electrodomésticos.

Enchufó la tostadora y cogió pan de molde para calentar un par de rebanadas. Había bajado sin camiseta porque la noche había sido cálida, y además había tenido sobredosis de calentura la noche anterior con la masturbación al imaginar el cuerpo de Stiles y la posterior pillada al castaño en el baño.

Se estiró como un gato mientras esperaba que las tostadas salieran cuando escuchó una tosecilla irritada a sus espaldas. Se giró y sonrió al ver a Stiles con cara de fastidio.

—Buenos días, espero que hayas dormido bien sin mí —comentó divertido, volviéndole a dar la espalda.

—Mejor de lo que hubiera dormido contigo —dijo con sorna, apoyándose en la mesa de la cocina.

—¿Quieres una tostada? Puedo hacerte lo que quieras... el desayuno también —repuso mirándolo de reojo. Stiles puso los ojos en blanco y el otro rio—. Es broma, te preparo las tostadas.

El castaño se quedó contemplando la espalda desnuda de Derek mientras sacaba el pan y metía otras dos rebanadas. No había ni un músculo sin marcar, el moreno era pura fibra. En el centro de la espalda tenía un tatuaje con tres espirales, pero no tenía ganas de preguntarle qué es lo que era, ya que tendría que aguantar burlas y demás del veterinario.

El moreno se dio la vuelta con un cuchillo con mermelada para untar en el pan que tenía en la mano. Estaba extendiéndola por el pan cuando se tiró encima del estómago un poco de esa mermelada, haciendo que pusiera los ojos en blanco por la torpeza y cogiera un papel para limpiarse.

Stiles le paró las manos, agachándose frente al cuerpo escultural del veterinario, y sonrió de medio lado. Contempló el rastro del dulce y sacó la lengua, repasando el camino que la mermelada seguía por los abdominales de Derek.

Su piel era suave, y se sentía bastante bien el hecho de estar lamiéndole su estómago y escuchar el ruido de satisfacción que emitía el veterinario. Cuando eliminó todo el rastro, le dio un beso justo en el inicio del camino de la felicidad que conducía a su entrepierna, y se dispuso a desabrocharle el pantalón...

—¿Qué estás mirando? —preguntó mientras se limpiaba la mermelada con una servilleta, y miraba extrañado a Stiles, que contemplaba descaradamente su entrepierna—. ¿Me estabas mirando la polla?

—¿Qué? —espetó el castaño frunciendo el ceño y enrojeciendo violentamente—. No, no te estaba mirando la polla.

—Si no quieres que te dé plátano para desayunar, podrías apartar la vista de ella entonces. —Stiles agitó la cabeza y lo miró. Derek sonreía con socarronería, y el otro tenía la cara tan roja como la sudadera que llevaba en esos momentos.

—No estaba mirando eso —gruñó el castaño.

—¿Me intentas convencer a mí, o a ti mismo? —preguntó tendiéndole la tostada ya untada.

—No intento convencer a nadie, porque no estaba mirando nada.

—Vale, vale, menos lobos, caperucita.

***

—Isaac, ¿te puedo preguntar algo? —El de rizos miró curioso a su mejor amigo, que estaba totalmente rojo y parecía completamente avergonzado, por lo que le sonrió para calmarle y asintió, invitándole a sentarse junto a la cama donde estaba sentado, poniéndose sus zapatillas de deporte—. ¿C... cómo te diste cuenta que eras...? —Se mordió la lengua, no se animaba realmente a preguntar, nunca habían hablado de eso, simplemente era su amigo y él lo aceptó pero, la cosa era diferente, era diferente en él.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora