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La vida en el refugio cayó en una tranquila rutina. Participaban en las tareas de vigilancia, tanto Derek como Jackson, mientras Stiles ayudaba en cocina por su herida en la pierna. Lentamente se iba recuperando, teniendo una pequeña cojera pero que apenas se le notaba.

Los que allí habitaban se mostraban recelosos de Jackson por la noticia que corrió sobre la pólvora sobre su condición: el hecho de que tuviera el virus pero no fuera un infectado los tenía confusos. Aunque algunos rechazaran incluso hablar con él, otros como Theo o Braeden habían forjado una amistad con él después de dos meses allí.

No había planes para salir de allí. Todos estaban bastante bien, de vez en cuando hacían misiones para obtener víveres, y como iban muchos no era necesario que Derek o Jackson volvieran a sufrir a manos de los infectados, con lo que los grupos de reconocimiento era gente que llevaba allí más tiempo que ellos.

Les iba bien. No echaban de menos volver a correr y a luchar por seguir vivos, con lo que se acomodaron y vivieron la vida que el refugio ofrecía.

Derek volvió de una de sus guardias con bastante sueño, encontrándose el cuarto que compartía con Stiles solo. Suspiró cansado y se puso ropa más cómoda, dispuesto a dormirse. Cuando estaba a punto de hacerlo oyó la puerta, con lo que abrió un ojo, encontrándose a Stiles con media sonrisa entrando y cerrando a sus espaldas.

—Hola —saludó Stiles sentándose en el filo de la cama, acariciándole el pelo levemente—. Pareces cansado.

—Lo estoy —repuso el moreno con un quejido—. No es que haya mucho que hacer, pero llevo más de un día despierto.

—Es lo malo de las guardias, pero lo bueno es que sólo tienes que hacerlas dos días. Deberías dormir un poco.

—¿Qué tal has estado? —preguntó cerrando los ojos y tirando del cuerpo del castaño para que se tumbara a su lado.

—Bien, hemos estado organizando el almacén y me duele un poco la cicatriz, así que supongo que va a llover.

—Eres todo un meteorólogo desde que te hirieron —bromeó Derek riéndose. Stiles sonrió, aunque el moreno no lo veía. Permanecieron en silencio un rato, en el que el mayor pareció dormirse, por lo que el castaño intentó escapar de su agarre—. No te vayas.

—No tengo sueño, Derek.

—Quédate conmigo, por favor —pidió buscando sus labios a ciegas, besándolo unos segundos—. Al menos hasta que me duerma.

—Está bien —aceptó Stiles dejando que Derek se apoyara en su pecho, acariciándole el pelo—. Me quedaré contigo —repitió sus palabras dándole un beso en la sien.

Derek sonrió aún sin abrir los ojos y dejó que el sueño lo venciera. Stiles le había prometido a Jackson ayudarlo a aprender a hacer una receta, pero esperaba que pudiera arreglárselas solo.

***

—¿Dónde coño se ha metido Stiles? —gruñó malhumorado, mirando el libro de cocina por enésima vez. Suspiró frunciendo el ceño y preparó los ingredientes que decía la receta, dispuesto a empezar sin el castaño, ya lo ayudaría cuando apareciese. Si es que lo hacía, porque el tiempo en el que no estaban trabajando Derek o Stiles, se lo pasaban metidos en el cuarto, con lo que él había encontrado compañía con amigos que había hecho en el refugio.

Le había costado, ya que muchos no se atrevían a acercarse, como si tuviera la peste, aunque para el caso así era. Puso a calentar el agua y echó las especias, la cantidad que a él le pareció correcta.

Preparó los vegetales y los peló, comenzando a cortarlos torpemente y con mucha lentitud, intentando hacer caso del libro que pedía que se cortaran del mismo tamaño y en láminas finas.

PandemoniumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora