✓ | 𝐅𝐈𝐆𝐇𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐅𝐀𝐑𝐄𝐖𝐄𝐋𝐋, teen wolf¹

28| More than me

28| Más que yo

Estaba en la clase de Inglés tomando apuntes sobre lo que sería la próxima evaluación, cuando me dieron ganas de orinar.

Si, orinar.

La profesora estaba explicando los temas de la prueba, y como sabía que le molestaba que levantaran la mano mientras hablaba, alcé la mano sin importarme lo que ella pensara. Mi maldad superaba los limites del conocimiento de Tom Riddle en las Artes Oscuras, incluso sabía que podría ganarle en un duelo de magia. 

—Profe. —la llamé pero ella hizo oídos sordos a mí. 

Insistí varias veces más pero como ella no me hacía caso, y como las ganas de orinar se había incrementado en un cien por ciento, me levanté de mi asiento agarrando mi bolso y mis libros con el único objetivo de dirigirme hacia los baños de damas.

—¿A dónde cree que va, señorita Stilinski? —preguntó. 

La observé completamente ofendida, colocándome la mano sobre el pecho dramáticamente.

—La llamé varias veces, profesora. —respondí, Smith estaba por reprocharme pero me adelanté. —Las ganas de orinar no se irán mágicamente. Sólo se soluciona vaciando mi vejiga en menos de dos minutos. 

Toda la clase rió, incluyendo a Mason. 

No me gustaba considerarme como el payaso de la clase. Sin embargo, me gustaba hacer chistes de vez en cuando. Me resultaba cómodo hacer reír a la gente cuando la clase se hacía demasiado densa, de esa forma me iría a casa sabiendo que tal vez, sólo tal vez, le había alegrado la mañana a alguien.

—No me hable así, Stilinski.

—No me haga blasfemar, Smith. —contraataqué.

La clase volvió a reír, provocando que la profesora abriera la boca para decirme algo. Al no saber que contestarme, cerró la boca de inmediato, haciéndome sonreír victoriosa. Justo cuando estaba a punto de irme al baño de damas, la profesora volvió a hablarme.

—Señorita Stilinski. —me llamó, mas no volteé para confrontarla. —No olvide realizar una hora de detención. —casi pude sentir como una sonrisa se dibujaba en su horrible rostro pero me limité a sonreír a la nada y retirarme del aula sin quejarme.

Seguí caminado hasta el baño de damas, y luego de vaciar mi vejiga, salí de allí secándome las manos con papel. Me dirigía hacia el patio trasero dispuesta a sentarme en la cancha de Lacrosse para descansar un rato, cuando escuché a alguien resoplar.

Había sido un jadeo bastante grave, por lo que inmediatamente pensé que se trataba de un chico.

Caminé siguiendo el sonido de unos repiqueteos constantes que provenían de la misma dirección en donde había escuchado el gruñido. 

En cuanto doblé en una esquina, observé a Liam sentado en las escaleras de la secundaria. Lucía preocupado por algo, pero también estaba nervioso, podía notarlo a kilómetros de distancia. El que sus manos temblaran y moviera sus piernas molesto, me lo decía todo.

Caminé hacia él dejando que mis zapatos golpearan el suelo, haciendo ruido con el tacón. 

Él alzó su mirada, clavando sus ojos en los míos.

—Ey. —lo saludé.

—Ey. 

—¿Te encuentras bien? —pregunté sentándome al lado suyo, apoyando mi mano sobre su hombro.