¿Celos?

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James

Estaba pasmado no sabia como reaccionar ante su presencia, mientras que ella me miraba sonriente como si no pasara nada. Ella se fue acercando hacia mi hasta que estuvo a una distancia razonable.

—¿Cómo has estado James?

-aDe maravilla... —respondí con una mueca, no me gustaba para nada tenerla cerca y justo ahora que Elena y yo estamos bien.

—Al parecer vamos a ser compañeros de trabajo —espetó con una amplia sonrisa como si todo se hubiera borrado.

—Bueno... tengo que hacer un trabajo, así que nos vemos después —dije lo más formal y serio que pude.

—Hey james... me gustaría que fuéramos a tomar un café tú sabes, recordar los buenos tiempos —dijo con una sonrisa lobuna a mi parecer.

—Si tal vez...

Elena

Estaba en clase de la profesora Clen que por cierto era horrible, ella siempre nos miraba con odio era insoportable. Lo único que me levantaba los ánimos era que después de su clase me tocaba con James, cuando sonó la campana recogí mis cosas y me fui directo a su clase, me gustaba ser la primera para así poder abrazarlo y sentir su aroma.

Al entrar él estaba sentado revisando unos papeles, no se había dado cuenta de mi presencia así que fui lentamente para ponerme detrás suyo.

—Hola amor —murmure a su oído mientras lo rodeaba lentamente con mis brazos.

—Hola princesa —me dijo un poco desanimado lo mire extrañada, no lo había visto tan frustrado y desesperado desde lo de Jhon.

—¿Ocurre algo? —pregunté mientras me alejaba un poco para poder mirarlo a los ojos.

—No es que... estoy muy cansado por el trabajo hoy ha sido un día muy pesado no es nada.

Me dio un beso en la mejilla, y me sostuvo las manos.

-Mejor ve a sentarte antes de que lleguen los demás —asentí desconfiada.

—¡Elena! — exclamó Elizabeth al sentarse a mi lado mientras me abrazaba hasta asfixiarme —¿Pasa algo? Te noto distraída.

—Es que... James está muy raro — respondí cabizbaja.

—Tal vez es porque está muy cansado... no me imagino las cositas que hacen ustedes dos solitos por la noche —susurro con picardía mientras me tocaba con el codo.

—No tienes remedio Elizabeth... vaya que no lo tienes —dije mientras la miraba con los labios fruncidos.

—Ni que fuera botella para tenerlo.

Ella se rió y continuamos con la clase... James hasta se veía distraído al explicar, cosa que no sucedía ya que el se esmeraba al hacerlo. Aunque estuviera muy cansado él nunca hubiera dejado que eso interrumpiera su trabajo. Cuando todavía faltaban 30 minutos para que se acabe la clase una mujer alta y rubia entra en el salón, y se va directamente hacia el escritorio de James, se coloca detrás de él y posa una mano en su hombro con demasiada soltura.

—Elizabeth... ¿sabes quién es ella? —pregunte susurrándole-

—No... pero James, se ve pálido.

James

Ella se me acercó provocativamente y posó su mano en mi hombro yo me revolví incómodo y mire en dirección a Elena que me observaba extrañada desde su sitio, creo que hasta pálido estaba.

—Hola James, se me ocurrió visitarte —dijo con una sonrisa.

—Como verás estoy dando clases en estos momentos así que mejor hablamos más tarde.

Ella me miro con mala cara y quitó su mano de mi hombro pero antes de irse, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla.

Yo me quedé petrificado y ella salió caminando hacia la puerta y antes de salir se volteó y me guiño un ojo, voltee para ver a Elena y estaba enojada se podía notar desde lejos. Tendré que explicarle todo.

Cuando la clase terminó Elena se quedó sentada mirándome sin ninguna expresión en su rostro, me acerqué a ella y me senté a su lado. Ella observaba un punto en la nada hasta que carraspee un poco y ella me miró impasible.

—¿Quién era ella?

Dude antes de responderle pero supe que tenía que decirle la verdad.

—Es mi ex...

Aunque tratara de que no se le vieran sus emociones podía ver que estaba sorprendida e inquieta.

—¿Porque está ella aquí? —preguntó sin mirarme.

—No lo sé.... ¿Estás celosa? —ella se quedo callada por un momento hasta que se volteó y me miró fijamente.

—Por supuesto que no, solo me preguntaba quién era aquella mujer. Pero esta bien y si me disculpas tengo que irme a casa —dijo ella tomando su mochila para irse, yo la tome por la mano y la senté en mi rodilla.

—Tengo que irme —refunfuñó irritada.

—Princesa... por favor lo nuestro fue hace mucho tiempo, y no termino muy bien que digamos —admití.

—¿Qué pasó? —preguntó más relajada.

—Ella me engaño... con mi mejor amigo... —Elena se quedó con los ojos abiertos como platos.

—Lo... siento no debí haberme puesto así por eso.

—No te preocupes... te parece si nos vamos a casa.

—Si...

Deseos prohibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora