Capítulo 1

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     El camino con baches hacia que Marie diera pequeños saltos en el asiento trasero del Corvette de su padre. Ansiaba que aquel viaje terminara ya. No había salido del auto en un día, solo aquella vez en la carretera, cuando compró cinco bolsas de papas fritas. Miraba por la ventana los enormes pastizales mientras su abuela y su padre conversaban sobre el nuevo hogar y la preparatoria a la que ella asistiría.
-No, madre. Ella estudiará en la mejor escuela de por aquí, Jacksonville College. -Insistió su padre.-
-¿Te gustaría estudiar en Jacksonville College, querida? -Preguntó su abuela.-
-Si, claro, suena bien. -Respondió mostrando una sonrisa.-
     Continuaron en la platica, pero esta nuevamente se distrajo mirando por la ventana. Los pastizales habían desaparecido, ahora lo que veía eran unos hermosos y frondosos arboles. Un letrero con la descripción "Jacksonville" robó toda su atención. Comenzó a ver casas, pequeñas y grandes, bonitas y feas, aunque la verdad, casi todas eran bonitas. Doblaron a la izquierda en lo que parecía una casa abandonada. En esa calle no había muchas casas, pudo contar solo tres, mientras que en otras calles había casi diez. Una casa de madera a medio pintar llamó su atención, por alguna razón le pareció bonita.
-¿Te gusta esa casa? -Preguntó su padre al notar que no le despegaba la vista.- ¿O te gusta el chico que esta sentado en los escalones del pórtico?
-Si... Aguarda, ¿que? -Su padre rió. Inmediatamente posó su vista en el chico, ¿como es que no lo había visto?- Claro que me gusta la casa, pero el chico no, es horrible. -Mintió. La verdad era que Marie no le había encontrado ningún defecto al físico del chico. Tenía buen cuerpo, lindo rostro y una hermosa y larga cabellera... ¿café o pelirroja? No logró definir el color, pero aun así, no dejaba de parecerle hermoso.
-Pues que bueno que te guste. -La miró por el retrovisor sonriente.
-¿Ahí viviremos? -Preguntó con cierta emoción.
-No.
-Ou. -Hizo una especie de puchero.- ¿Entonces? -Sintió que el auto freno de repente. Su padre volteó a verla.
-El chico "horrible" -hizo comillas con los dedos en la ultima palabra-, desde ahora es nuestro vecino. -sonrió.
-¿De verdad? ¿Esta es la casa? -Bajó rápidamente. Admiró la casa, no era para nada fea. Tenía pórtico, estaba bien pintada y cuidada y era de dos pisos. Lo cual no era muy especial pues la casa de aquel chico también era de dos pisos, y quedaba justo al frente. De igual manera, a ella le parecía la casa mas bonita de por ahí.
-Es linda, ¿cierto, cariño? -Comentó su abuela acercándose.
-Claro que es linda. -Pronunció su padre.- Y tu te quedarás a cuidarla mientras tu abuela y yo vamos a guiar al equipo de mudanzas. -Me entregó las llaves.
-¿Que? ¿Me quedaré sola?
-Si. -Respondió tranquilamente mientras bajaba las maletas del auto.- Vamos, madre.
-Oigan, ¿y si me pasa algo? No conozco a nadie. -Protestó Marie.
-Viví en este pueblo muchos años, nada te va a pasar, todos son muy amables. -Respondió su abuela abordando el auto.
-Ya oíste a tu abuela. -Pronunció su padre colocándose el cinturón de seguridad.- Una cosa mas, ¿nos harías el favor de meter las maletas y limpiar la casa? -Sonrió.
-Claro, papá. -Mostró una sonrisa falsa.
-Adiós, cariño.
-Adiós. -Le respondió a su abuela.
     Se giró para comenzar a meter las maletas. Eran casi veinte, ¿por qué rayos su abuela tenía que traer todo su guardarropa anticuado? Resignada, tomó una maleta en cada mano y avanzó lentamente, parecía que llevaban ladrillos en lugar de ropa. Apenas había subido el primer escalón del pórtico y sentía que ya no podía más. Definitivamente no estaba hecha para cargar maletas tan pesadas como las de su abuela. Tomó fuerzas y logró llevarlas hasta adentro. Sonrió victoriosa, pero al recordar que aun había un resto de maletas por meter, esa sonrisa se esfumó. Tomó otras dos maletas y comenzó a caminar, pero una voz la hizo saltar de sorpresa dejando caer una maleta al piso y esta se abrió.
-Lo siento, no era mi intención asustarte. -Dijo mientras se acercaba a ayudarla a poner las cosas en su lugar. Era ese chico.
-Descuida. -Mostró una pequeña sonrisa mientras volvía a levantar la pesada maleta.
-Dejame ayudarte. -Tomó las maletas y las llevó adentro sin problemas.
-Gracias, eres muy amable. -No es nada. -Sonrió. A Marie le había encantado su sonrisa.- Todos somos amables por aquí.
-Genial, siendo así será mejor que en mi viejo barrio. -Dijo tomando un par de maletas menos pesadas.
-Ten lo por seguro. ¿Sabes? Quisiera llevarte a conocer el pueblo, ¿te gustaría?
-Claro. -Sonrió mientras dejaba las maletas adentro.
-Bien, estas son las últimas. -Dijo dejando un par de maletas al lado de un viejo sofá.- ¿Vamos ya?
-De acuerdo. -Sonrió. Metió las llaves de la casa en su bolsillo y comenzó a caminar acompañada de aquel chico, que por cierto, aun ni siquiera sabia su nombre.- ¿Cual es tu nombre?
-Bruce Bailey, pero me he ganado ser conocido por Axl Rose, prefiero ser llamado así. -Le dedicó una mirada fugaz, seguida de una sonrisa.
-Bien, mucho gusto Axl. Marie Jones.
-Marie Jones, ¿eh? -Volteó hacia ella.- Marie. -repitió.- Es un bonito nombre.
-Gracias. -Sonrió.
-¡Oye, Rose! -Llamó un hombre, este volteó inmediatamente.
-¿Que pasa, Will? -Respondió en el mismo tomo en que el hombre lo había llamado.
-Recuerda traer los víveres del mercado, ¿llevas la lista que te entregué?
-Claro, Will. No te preocupes, te los traeré. -Respondió dando fin a la conversación y se giró para continuar nuestro camino.- Ese es Will, tiene ochenta años, es el mas viejo del pueblo. Por eso tiene dificultad para hacer varias de sus actividades cotidianas, como ir a comprar víveres al mercado o regar las plantas de su jardín. Así que muchos de por aquí le ayudamos para hacer su vida mas tranquila.
-Es muy lindo de tu parte que lo ayudes. -Comentó.- Estoy segura que es un gran hombre.
-Y no te equivocas. Es el hombre mas noble que puedas conocer. -Mostró una sonrisa.- ¿Quieres conocer el mercado?
-Vamos. -Rió un poco.

Psicópata  //Terminada//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora