Capítulo 8

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-Estoy preocupado, ¿que tal si le pasó algo? -Escuchó decir a Slash.
-¡Pobre de mi Bubblegum! -Exclamó Steven.
-¡Popcorn! -Saludó Marie.
-¡Bubblegum! -Corrió hacia ella y la abrazó.
-¡Marie! -Dijeron Slash e Izzy al unisono.
-Nos tenias muy preocupados. ¿Donde estabas? -Cuestionó Slash.
-Me quedé dormida en el salón. -Respondió, Bruce volteó a verla y esta solo sonrió.
-¿Y que hacías en el salón? -Preguntó Steven.
-Había olvidado mis tenis. -Contestó.
-Bien, ahora que ya todo pasó, creo que debemos ir a casa, hace media hora que todos se fueron y somos los únicos aquí. -Sugirió Izzy.
-Claro, ¿puedo ir a tu casa, Izzy? -Cuestionó el rubio.
-Por supuesto, Steven. Nos vemos mañana. -Se despidió.
-Oye, Slash, ¿crees que sea posible que me prestes tu camioneta? -Habló Bruce.
-Eso no se pregunta, amigo. Toma las llaves. -Pronunció lanzándoselas.
-Gracias, ¿quieres que te lleve a casa?
-No es necesario, iré a casa de Sandy. -Respondió el moreno.- Nos vemos.
-Hasta mañana. -Respondió Bruce.- Vamos, Marie.
     Ambos subieron a la camioneta y emprendieron el viaje hacia el pueblo vecino. Marie no podía sacarse de la cabeza lo que había ocurrido hacía una horas. No sabía si había sido lo correcto guardarse para ella lo que le hizo Winona, le había mentido a sus amigos y a Bruce, y eso la hacía sentir mal. Quizá solo tenia miedo de que si hablaba, Winona y sus mastodontes le hicieran algo peor. Pero si no hablaba, ¿quien la defendería? Tenia que decírselo a alguien, alguien que no fuera Bruce. Él no le creería, ¿quien le creería a alguien que conoce de un día, en lugar de una amiga que conoce de mucho tiempo? Había decidido decírselo a Slash, o quizá Izzy, o Steven, a alguno de ellos tres se lo confesaría.
-¿Por qué le mentiste a los chicos? -Cuestionó Bruce.
-Pues, no quería que se burlaran de mi por ser una torpe. -Soltó.
-No eres torpe. -Dijo riendo.
-Si, si lo soy.
-Esta bien, pero eres una torpe muy hermosa. -Sonrió aun con la vista en el camino. Marie sintió sus mejillas enrojecer.
     El viaje duró media hora más, pero para Marie parecía que habían sido cinco minutos. Todo el camino fue conversando con Bruce mientras escuchaban AC/DC. De pronto, Marie sintió como la camioneta se detuvo frente a una pequeña tienda.
-¿Es aquí? -Preguntó.
-Así es. -Bajó rápidamente y abrió la puerta del copiloto para Marie.
-Gracias, caballero. -Sonrió.
-De nada, hermosa dama. -Ambos soltaron una risita. Bruce tomó su mano y entraron a la tienda.
-Vaya, jamas había visto tanta azúcar junta. -Pronunció Marie mirando a su alrededor, aquella tienda tenia mas dulces que cualquier otra cosa.- ¿Donde están los dulces de los que me hablaste?
-Paciencia, esos al final.
-¿Al final? ¿Que más llevaremos? -Cuestionó.
-Pues, lo que queramos. -Sonrió.

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-Creo que engordare después de comer esto. -Pronunció Marie quitando la envoltura de un caramelo, Bruce rió.
-No importa, valdrá la pena. Dame un trozo. -Giró su rostro desviando su vista un momento de la carretera. Marie tomo un trozo y lo llevó a la boca de Bruce.- Como amo estas cosas.
-Son deliciosas, tenias razón. -Dijo Marie llevándose uno a la boca.
-Te lo dije. -Comentó riendo.- Listo, llegamos.
     Ambos bajaron de la camioneta, esta vez, Bruce la había estacionado justo en frente de aquel árbol. Se acercó a Marie, quien ya se encontraba sentada a la orilla del rió. El viento jugaba con su cabello y los rayos del sol delineaban perfectamente su perfil. ¿Que tenia esa chica que lo ponía como un imbécil? Era diferente, no era como las demás que solía conocer en fiestas, no era como las chicas ordinarias del pueblo, era diferente, única.
-¿Sabes nadar? -Preguntó a la par que se quitaba la camisa.
-Algo. -Respondió sin percatarse. De pronto, el agua salpicó cegándola por unos momentos. -¿Bruce?
-Aquí estoy. -Pronunció tirándola al agua.
-¡Bruce! -Se quejó.- ¿Por que hiciste eso?
-Hey, no te enojes. -La abrazó.
     Marie volvió a sentir ese zoológico. Ese momento con Bruce era sin duda mejor que el que habían tenido la noche anterior.
-Marie...
-¿Si?
-Te quiero.
-Yo también te quiero.
     Esas palabras se culminaron en un beso, que Bruce se encargó de cambiar de tierno a ardiente. Marie sabia perfectamente que podría pasar si seguían así, y una especie de alarma comenzó a sonar en su cabeza al sentir la mano de Bruce alzando su pierna bajo el agua para unirla mas a él. Sin percatarse de cuando, en un hábil movimiento Bruce logró sacarla del agua. Ambos estaban de nuevo en tierra, mojados, y avanzaban lentamente hacia la camioneta. Estaba segura de que si llegaban hasta allá no habría marcha atrás. Pero no podía parar, no quería parar. Su cabeza se llenó de preguntas, ¿en verdad quería hacer eso? ¿Que tal si Bruce solo quería divertirse? ¿Que tal si afecta su relación con él y los demás chicos? Su piel se erizo al sentir las caricias de Bruce por debajo de la blusa, y sin previo aviso, este se deshizo de la prenda. Marie ya estaba recostada en el asiento trasero de la camioneta con Bruce encima de ella, en este punto, definitivamente ya no iba a parar. Se dio cuenta de que todo lo que enseñaban en el colegio sobre la sexualidad no era mas que pura mierda. Una sensación excitante recorrió su espalda al sentir los labios de Bruce rozando su piel desnuda, lo que provocó que un leve gemido saliera de su boca. Jamas pensó que estaría en esa situación. Tenía dudas, muchas dudas, pero las ignoraba. El deseo de estar con él era mas grande que ella. Deseaba sentirlo, lo necesitaba. Necesitaba a Bruce.

 

Psicópata  //Terminada//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora