-Lord Andrew su padre lo busca-. Dijo la sirvienta. Era obvio que lo buscaba después de desaparecerse por dos semanas, y de no haberse presentado a la fiesta de gala realizada por su padre el Conde Potland. Es evidente que iba recibir la regañiza de cada mes. Al entrar al despacho del actual Conde, era innegable la atmosfera cargada, pero eso Andrew no le molestaba, ya estaba acostumbrado.
-Estoy cansado de tus arrebatos y de tus viajes de perdición, es hora que tomes formalidad, Andrew estoy harto de ti. - y yo de ti pensó Andrew.
-. No exageres, no es para tanto-. Tratando de sonar lo más tranquilo posible.
-. Te parece poco? Toda la vida es lo mismo contigo, debes de comportarte como el futuro Conde que eres, al menos haz el intento.
-trato todo los días.
-pero no parece, y yo ya toque fondo, estoy cansado de ti, y no tendré más opciones que quitarte tu herencia-. para mostrar más seriedad se levantó de su asiento y alzo la voz. -te harás cargo del condado de Carmering y harás todo lo que el administrador debe de realizar y no sería mala idea de buscar una esposa que te acompañe, porque estoy harto de tus aventuras-. Ere evidente su enojo, más de lo normal pero seguramente se le pasara pensó Andrew, y sin más que decir salió del despacho.
A decir verdad, su padre hablaba muy en serio, pasó unas semanas esperando que se le levantara el castigo y como era de esperarse eso no pasó, Andrew podría decir que tenía la vida perfecta, pero nada dura para siempre. Así que su decisión más lógica fue, irse a la finca que poseían su familia y que ahora era su herencia, el Condado Carmering no se puede decir que es el lugar más entretenido, en realidad solo es más que una extensión grande de tierras y una casa grande, los vecinos más cercanos estaban a una hora de camino a carreta, y el pueblo más cercano a dos horas en caballo. En realidad nunca pensó en vivir allí, pero la necesidad lo acarreo a esto, ya instalado trato de trabajar lo mejor posible y en verdad alejarse de su antigua vida le sentó bien, hasta llegar el punto de sentirse a gusto en la finca, mantenía contacto con su amigo de toda la vida Lord William Stanford, y de vez en cuando buscaba compañía de una mujerzuela, pero esto ya no le era suficiente, necesita una Esposa. Para sorpresa de él la soledad lo estaba invadiendo y sobre todo la presión de su padre por procrear un heredero al título. Lo hizo regresar a Londres con el único propósito de encontrar una Mujer, hermosa, sumisa y sobre todo que le diera un hijo.
Vaya que Londres era extremadamente entretenida y libertina, en realidad le seguía fascinando la idea de olvidarse de sus responsabilidades y disfrutar un poco de los placeres. Pero primero lo primero, encontrar una esposa, y ya después podría entretenerse un poco. Su primera idea fue ir a Bailes, donde estaría reunidas varias jóvenes dispuestas a un matrimonio y mucho más con un futuro Conde, pero también estaría las madres casamenteras de esas jóvenes, así que descarto esa idea.
La verdad le fue más sencillo, de lo que pensó; ya que en ese momento al bajar de su carruaje, vio a una joven cruzar la calle, iba con un vestido color rosa con pequeños detalles de cristal, su cabello era de color castaño, y unos ojos claros que en verdad para su gusto eran hermosos y sobre todos radiaban una energía de nobleza. No buscaba complicarse la vida, así que la siguió, llego hasta la puerta de la casa de la joven, pidió hablar con el padre de ella que era Lord Deforth; y pidió su mano, a su vez preguntando el nombre de la joven.Nunca en la vida pensó que iba se tan fácil conseguir una Esposa, en realidad fue tan sencillo. El padre amo la idea de un Matrimonio de su menor hija con un futuro Conde. Y con esto se sintió más que satisfecho, una dama de buena familia, hermosa y seguramente una señorita como todas de buenas costumbres, recatada y sumisa.
ESTÁS LEYENDO
El Amor Nace Entre Espinas
Historical FictionEn una epoca, en donde era comun un matrimonio sin amor, donde tenia mas valor un acuerdo o un convenio , que garantizará un linaje y los negocios de las familias mas acaudaladas. Y cuando su destino ya esta trazado, y que para lisbeth Deforth, va...