capítulo XV

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Lisbeth amaneció un poco mas deprimida que el día pasado y con mucha hambre, ya que se había negado a probar bocado y de salir de su habitación si estaba presente su Esposo. Así que estaba esperando en que se fuera Andrew a trabajar para bajar a desayunar y no tener que enfrentarlo de nuevo y aguantar su actitud de dictador y controlador, se había vuelto tan estresante, tenía que estar enterado de todo lo que ella hacia o dejaba de hacer, y lo peor que la encargada de supervisar a lisbeth era la propia Melissa, quien le pasaba un informó completo de lo que había hecho en el día, detestaba tenerla en la nuca controlando lo que ella decía y que hacía. Lo único bueno, es que ahora Rossy su única función era hacerle compañía y estar a disposición de ella.


Andrew mantenía una desesperación recurrente, no entendía por que la imagen de su esposa se posaba en su cabeza y no salía, cuando trabajaba pensaba en que estaría haciendo su mujer, cuando dormía soñaba con la silueta de lisbeth recostada en su cama, y cuando la tenia enfrente no podia emitir palabra o darle un gesto de afecto; y no es que no le naciera, si no que, con ella no se sabia como iba a reaccionar. y era obvio que no le había sucedido con ningún otra mujer, le frustraba la idea de que podía estar enamorado y no ser correspondido y era tonto por que la mujer que el se sentía atraído era su esposa y no podía hacerla suya. El no estaba acostumbrado a ese desprecio y necesitaba sacar esa estúpida idea de estar enamorado, así que decidió que esa noche tenía que salir y distraerse para sacarse a Lisbeth de la mente y si fuera necesario del corazón.

Al tomar su caballo y dirigirse al pueblo, durante el camino le pasaban por su mente todas las escenas que había estado con Lisbeth y lo absurdo que ha sido su matrimonio, de lo arrepentido que estaba haber obligado a casarse a ella. Talvez en otras circunstancias ella se hubiera enamorado de el y ahora estarían aún en su luna de miel. Pero el hubiera no existe se repetía Andrew, estaba cansado de ser el recatado y abnegado esposo. Igual su mujer pensaba lo peor de el, así que se iba divertir un poco y ser el antiguo Conde, que tanto desprecia Lisbeth y darle una razón más, para que lo insulte y menoscabe su orgullo.

Lisbeth pidió que le subieran su cena a su dormitorio, no tenia ganas de ver a Andrew, aun no aceptaba que se pasaba imaginando estando con el, se sorprendía pensando como seria estar abrazada a su cuerpo y como seria enredar sus manos en su cabello y besarlo.

Lisbeth salió de sus pensamientos cuando tocaron la puerta.
-adelante.- dijo.

-su cena, mi Lady. - dio Rossy colocando la bandeja en el taburete

-gracias, y ya ceno el señor ?.- pregunto Lisbeth

- es que el señor salió en la tarde, creo que fue al pueblo y no ha regresado.- respondió Rossy un poco apenada

-y fue solo?.-

-Si, en su caballo.-

-hazme un favor, cuando regrese me avisas, por favor.-

- Si, Lady Lisbeth, con su permiso.-

Aun que en fondo Lisbeth no quería admitirlo, estaba preocupada en lo que su esposo podría estar haciendo y como era de esperarse el aviso de la llegada de su esposo no llego en toda la noche, aun que trató de dormir, se mantuvo pensando que su esposo seguramente había regresado a sus andadas cuando el era soltero, pero no tenía por que sorprenderla, ella sabía que al casarse con ese tipo de hombre, este era su comportamiento normal.

Y tuvo razón de el, hasta el día siguiente. Cuando el mismo fue a tocar a su habitación para buscarla.

El Amor Nace Entre EspinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora