Capitulo 82

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Me removí incómoda en la cama de Harry mientras él revisaba su teléfono sin apenas prestar atención a la pantalla del televisor que raramente encendía. Era un plasma como de mil pulgadas. Y yo aún seguía preguntándome de dónde diablos sacaba tantas cosas, y de dónde diablos sacaba también el dinero. Sin embargo, prefería no preguntar. 
También, aunque él estaba callado, yo apostaba mi camisa favorita de Abercrombie, que él revisaba su teléfono para poder descubrir quién era el autor de las notas que todavía no dejaban de llegar, a pesar de que había muerto el sospechoso. Serían entonces, ¿varios “amigos”?

Centré mi vista y mi atención en el televisor cuando el escenario sempiterno y lúgubre del almacén viejo era enfocado. Y de pronto, pude imaginarme allí de nuevo; observando a Harry pelear y sostener un arma que soltaba balas vertiginosas hacia arriba. Pude ver su rostro herido mientras una lágrima de impotencia caía por él lentamente. Mi dedo ardiendo por la cortadura que sostenía aún la bandita de Bugs Bunny. Gemma amordazada y aterrorizada. Luego, ambas corriendo, siendo sostenidas por Smith y un grandulón, y finalmente… ellos dos muertos.
Sacudí la cabeza cuando la chillona voz de la periodista se filtró en el silencio de la habitación a oscuras.

-Funcionarios informan que uno de los jóvenes asesinos más buscados de la región fue asesinado, y que aún no se descubre al culpable –chilló la chica con fuerza en su micrófono de mano. –Continúan las investigaciones.

Prontamente, el canal fue cambiado y la mano de Harry aterrizó en mi cadera, subiendo la camisa que la cubría con sus dedos.

-¿Qué pasa? –él musitó con voz alegre. Miré a sus ojos verdes inescrutables con molestia. ¿Él en verdad me lo estaba preguntando?
-¿Qué quieres decir con “qué pasa”? –gruñí. -¿Acaso no acabas de escuchar?
-¿Escuchar qué? –él rió, lo cual hizo que mis mejillas se calentaran.
-Que los policías de todo Arizona están buscando al culpable de la muerte de Smith. O sea, a ti. 
Su sonrisa se borró, pero su rostro continuó siendo amable.
-¿Y eso qué?
Mi entrecejo fue fruncido. -¿Estás borracho?
Una risa incontrolable se apoderó de él. 
-¿Por qué estás preocupada? –él siguió riendo, sin poder parar. Mi cabeza subía y bajaba junto con su abdomen. Lucía justo como la primera vez que lo vi reír. Y recuerdo que yo había estado tan asustada… No había mucha diferencia ahora conmigo. Yo todavía seguía asustada, pero sólo que lo sentía de otra manera, no como miedo exactamente. –Pensé que decías en serio eso de “oye, a ti nunca te descubren”.
-Deja de echarme todas las malditas cosas que digo en cara –rodé los ojos, y su risa se apagó. Sin embargo, volví a apostar a que él estaba controlando una gran carcajada. 
-Estás nerviosa, es todo –él sonrió, y entonces me guiñó un ojo. –Tú necesitas relajarte.

Me humedecí los labios, mirando hacia otra parte. Quizás sí estuviera anteponiéndome demasiado a las cosas. Quizás sí estaba teniendo demasiado pánico respecto a lo de los textos. Y quizás sí necesitaba relajarme. Bajé los hombros, y al fin logré relajar mi rostro, que había estado fruncido todo este tiempo. Mis músculos se sintieron mejor. Me senté en la cama junto a él, y me acurruqué a su lado, fingiendo que en la televisión no daban un comercial de una película porno.

-Intento hacerlo –musité, encogiéndome de hombros. –Y cuando estoy a punto de lograrlo, de repente llega un mensaje de texto extraño o pasa algo que hace que mi día se venga abajo de nuevo.
-¿Y no podrías siquiera mirar a tu alrededor y ver que yo estoy aquí? –me acusó, y yo me detuve de inmediato. –Diablos, ¡estoy aquí, contigo! ¿Y no me dices nada? –él reclamó, soltando una leve risita de asombro. Me mordí el labio inferior. –Has estado comportándote como un fantasma, y ni siquiera sé si es por culpa mía.

Se removió en la cama, como si quisiera buscar la salida de ella entre las sábanas enredadas, pero sostuve su brazo con mi mano tan repentinamente que me produje un rasguño sin querer.

-Harry-:

Ella me sostuvo de la muñeca, como si en verdad no quisiera dejarme salir de la habitación como siempre lo hacía. Sus ojos temblaban, y su respiración era débil y algo superficial.

-No soy un fantasma –replicó, con voz tan baja que apenas se escuchó. –Es sólo que… -se cortó, y se mordió el labio, suspirando. Yo tenía una pierna fuera de la cama, y su mirada se centró en el televisor. –De acuerdo, vete –se encogió de hombros, dejándome con los ojos abiertos como platos. Su expresión era como si ella ya no pudiera hacer nada más para detenerme. –Siempre lo haces, de todos modos. Alguno de los dos siempre se termina yendo. Luego tú terminas aquí bebiendo o en cualquier otro lugar que yo no conozca, y yo termino en brazos de Alison llorando. Porque, después de todo, siempre es lo mismo.

Me dedicó la sonrisa más triste que yo jamás pude haber visto en mi vida. ¿A qué se estaba refiriendo? Dios. Yo sencillamente no entendía a las chicas. Siempre tan bipolares, y lloronas, y… y me comporto como un idiota ahora. Ni siquiera sé qué demonios le hice esta vez.
Y luego, cuando volteé la mirada, allí estaba. Ella estaba sollozando en silencio, cubriendo su boca con su pequeño puño cerrado, mordiendo su nudillo mientras las lágrimas caían lentamente por sus mejillas. Ella había estado llorando por tanto tiempo, tan seguido, que yo no estaba seguro de si ella podría estar bien psicológicamente ahora. ¿Yo… podría haberla dañado?

-¿Por qué lloras? –musité, metiendo la pierna de nuevo en la cama. En verdad, sentía que me preocupaba demasiado por ella… realmente, demasiado. Ella podría estar pasando por una situación sinuosa y horrible, y yo podía estar parándome ahí como si nada. Entonces, me di cuenta de que el fantasma era yo.
-Extraño a mamá –farfulló, con un hilo de voz. –Ha estado ignorándome. Ni siquiera contesta mis textos o mis llamadas.
-Me parece que yo escuché cuando Anne te dijo que ella sólo está confundida, y que pronto volverá a buscarte –susurré en su oído. A ella le encantaba eso. –Deberías hacerle caso. Ella es mamá, también.
Suspiró resignada. Era como si nada de lo que yo le dijera pudiera hacerla sentir mejor.

-Skylar-:

Era como si nada de lo que él dijera pudiera hacerme sentir mejor.

Quería parar. Parar de pensar en todo este rollo de mi familia que me ponía los pelos de punta. Quería reprimir mis deseos de estar sentada de nuevo en mi habitación hablando con Alison por teléfono todas las noches. Sólo buscaba, quería, y necesitaba… parar. 

Me sentía como una total obsesionada con su familia que aburría a Harry a cada momento. Sencillamente, tenía ese miedo de que podía perderlo en cualquier momento, sólo porque él se podría cansar de mí. Me sorprendía que todavía siguiera soportando mis estúpidas mañas.

Levantó mi mentón, y de repente yo estaba mirándolo de frente, escrutando sus hermosísimos ojos verdes. Su mano se deslizó por mi cintura, su respiración se tornó acelerada golpeando suavemente contra mi rostro. Sus labios entreabiertos, denotando que estaba a punto de decir algo. Se humedeció los labios, levantándome la camisa hasta media espalda, donde acariciaba con sus dedos fuertes. Cuando esbozó esa sonrisa pícara, lo observé morderse el labio por primera vez.

“Santa vaca. Necesito mi inhalador”.

-Luces realmente hermosa –musitó, y entonces, antes de que yo pudiera decir cualquier otra cosa, él me besó muy fuerte, haciéndome retroceder y volverme hacia atrás. Continuó empujándome con sus labios hasta que mis piernas rodearon su tronco. Me besó más fuerte, como si quisiera hundirme en la cama, también. Aunque quizá fuera el gran tiempo en donde no había pasado nada entre nosotros; tan sólo gritos, peleas, y uno que otro apretón de manos. Pero estaba claro que ninguno de los dos queríamos tan sólo un apretón de manos.

LOST  | HARRY STYLES |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora