Capitulo 29

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No me hago responsable de traumas, ni nada xD O sea, saben que esta nove tiene partes Hot, entonces, bueno, léanla si se sienten responsables para eso e-e kjsdakjs.

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Harry deslizó mi blusa por encima de mis brazos extendidos en la cama con suavidad, y permitió que yo desabrochara su camisa de vestir blanca, y le acariciara el pecho y la espalda. Era como estar tocando fuego líquido y hielo granizado. Ahora me sentía tan… segura.

Él plantó besos desde mi frente hasta mi cuello, succionando con sus dientes. Gemí por enésima vez, haciéndolo sonreír contra mi piel por enésima vez, también. Harry tenía demasiada diversión cuando se trataba de ponerme contra la espada y la pared. Introdujo su lengua dentro de mi boca, moviendo sus labios suavemente; entonces me di cuenta de que nuestros labios encajaban perfectamente, en ningún momento nuestros dientes chocaron ni nada por el estilo. Era tan perfecto que casi parecía una extraña utopía fuera de lugar. Y yo lo sabía, aquello estaba definitivamente fuera de lugar.

-¿No está alguien… aquí? –apenas pude decir.
-Estamos en mi casa, y sólo estamos los dos –masculló, plantando un beso en la punta de mi nariz. ¡Me ha traído a su casa!, pensé. Esa era una señal, ¿verdad? Una buena, ¿no?

Harry desabrochó mi sostén tras haber jugueteado con él, y dejé que lo deslizara lentamente por mis brazos. Inmediatamente me llevé un brazo por encima de ellos, cubriéndolos. Él soltó una risita traviesa, sentándose encima de mis piernas estiradas y temblorosas. 

-¿Por qué te tapas? –rió angelicalmente.
-Me da vergüenza –me ruboricé. En la escuela, todas las demás chicas me intimidaban, incluyendo a Alison. Yo no era perfecta, obviamente que no. Siempre me había parecido que mis senos no eran, como… ¿Bonitos? No sé, esto es incómodo. Yo no estaba contenta con ellos, no se parecían a los que tenían las porristas, y ni siquiera llegaban a ésos que todavía no habían sido sometidos a una dolorosa operación estética. Harry apartó mi brazo con sutileza y sonrió al observarlos.
-Yo pienso que son perfectos –dijo, y pasmó una corriente de besos encima de ellos. Gemí, él me llevaba a la más dulce locura. Respiré agitadamente por la boca mientras reía sin aliento. Él volvió a sonreír.
-Te ves muy linda cuando haces eso –susurró, acariciando alrededor de mi ombligo. Volvió a reclinarse sobre mí, y yo acaricié desde su espalda hasta sus piernas, tocando incluso su trasero. Él se rió.

Las acaricié con dulce melancolía. Tenía mejores piernas que yo, joder. Pero podía quedárselas. A él le sentaban mejor. Y, oh Dios, de nuevo estaba actuando como una tonta. De seguro él lo pensaría mejor la próxima vez que tuviera sexo conmigo. Me sentía tan avergonzada.

-Tú… eres perfecta –gimió en mi oreja, acariciando mi espina cuando me arqueé al aferrar su pelo entre mis dedos, mientras que lo sostenía de la espalda con la otra mano. Pellizqué el elástico de su bóxer con mis dedos, enrollándolo.
-Yo… Lamento haber dicho que yo… -gimoteé -… que te… quiero decir… no es… no es cierto, yo…
-Te ves mejor callada –sonrió contra mi piel.
-No arruines el momento.
-Bien. Te lo diré mañana. 

Rodé los ojos y clavé mis uñas en la férvida piel de su espalda. Él emitió un gruñido gutural y me mordió salvajemente la mejilla. Yo gemí de nuevo. 

-Bien, acabemos con esto, nena –gruñó, dejando que yo le bajara sus bóxers de color negro. 

Evidentemente que yo era una inexperta que estaba temblando del miedo, y no tenía ni la más mínima idea de lo que Harry estaba por hacerme antes de… Bueno, eso. 

Acarició mi trasero con sus dedos y contorneó mis pechos con los mismos, mientras besaba la parte superior de mi cabeza. Cuando me tomó de las manos y entrelazó nuestros dedos con fuerza, supe que el glorioso momento se acercaba. Tenía miedo, sí. Pero al menos conocía el procedimiento; las chicas hablaban de eso todo el tiempo en los vestidores, y hablaban tan fuerte que llegaban hasta las duchas. Casi me dolían los oídos de meterme jabón para no escuchar nada. 

Suspiré hondo y apreté los párpados, Harry se ocupó de besar instantáneamente mi cuello ferviente de deseo. Me hacía cosquillas. Con agilidad separó una de sus manos e inmediatamente escuché el sonido de un papel romperse. “Diablos, la protección”, gemí. O sea… Sí íbamos a hacerlo, y todo esto era real. Yo no podía estar más contenta por ello.

-Tengo miedo –gimoteé. Dios, yo era tan patética. 
-Shh –masculló -. Está bien.

Arqueé mi espalda a propósito para rodear mis extremidades alrededor de su espalda, sosteniendo aún su mano tan fuerte que casi podía sentir sus palpitaciones enviadas desde su corazón hasta el resto de su cuerpo, al igual que yo, y besé su garganta, ahogándome en su aliento embriagador.

Su bulto estaba presionando contra mi feminidad, la adrenalina al 100% en todo mi cuerpo. Sus labios deslizándose por mi piel.

-Hazlo –se me quebró la voz. Él lo introdujo suavemente hasta quedar dentro de mí, pero entonces se echó hacia atrás y embistió con fuerza, haciéndome gritar y gemir, y apretar sus dedos contra los míos, respirando entrecortadamente en su oreja. Repitió la operación de nuevo, y de nuevo, y otra vez. Sentí algo delgado que se rompía dentro de mí. Adiós virginidad.
Besó mi cuello salvajemente y yo gimoteé, lloriqueando y apretando su mano como si no hubiese un mañana. Y, en realidad, ¿lo había?

-No llores, pequeña –masculló. Entonces, cuando atrapó mis labios con los suyos, exploté en el más glorioso, delicioso, y dulce orgasmo que no tenía desde… bueno, desde la última vez que Harry y yo casi hacíamos… Al diablo, cuando casi teníamos sexo, explícitamente. 

Cayó rendido a mi lado sin soltar mi mano derecha. Su pecho subía y bajaba de excitación y cansancio, sus cabellos mojados y despeinados en picos cayéndole sobre la frente. Rápidamente me cubrí el cuerpo con las sábanas, avergonzada, y él soltó una risita lánguida.
-Ven aquí, pequeña fugitiva –me arrastró hacia él, uniendo nuestros cuerpos y acunándome en sus brazos.
-Dos apodos seguidos. Woah –mascullé con admiración.
-Sí, pequeña nena fugitiva –rió de nuevo -. Lo hiciste excelente.
Sonreí con timidez, aunque sabía que él no me estaba mirando… ¿O sí?
-¿Fue tu primera vez? –inquirió. Inmediatamente sentí que el rubor corría directo hacia mi rostro.
-Sí… -admití con timidez.
-Te felicito –me plantó un beso en la mejilla -. Ahora duérmete.
-Mandón.
-Respondona.
-Idiota.
-Chillona.
-Incomprensivo.
-Cierra tus ojos –rió -. Tonta.

Sonreí, y me removí, complacida.

-Pero duérmete, no me agrada mucho cuando abres la boca –masculló. Rodé los ojos. Igual de necio y prepotente que siempre… Pero yo podría acostumbrarme a eso.

Bueno, me acababa de acostar con un asesino. ¿Pero, qué pasa? No me importaba una mierda. Estaba feliz.

LOST  | HARRY STYLES |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora