Capitulo 64: Dime Quien Eres

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Me fui de la escuela con el recuerdo vago de lo que había ocurrido ese día, y de lo mucho o poco que ese beso pudo haber significado para mí. Por ahora, sólo estaba segura de dos cosas: desde hacía tiempo que Danny había querido desenfrenadamente besarme, pero yo no me había querido dar cuenta hasta el peor momento del asunto. Y la segunda cosa, era que yo no tenía idea de cómo tomarlo, ni de cómo mirarlo ahora. Quiero decir, no esperas que tu mejor amigo de la infancia te robe un beso fogoso de repente. Es algo fuerte para alguien que tiene tantos problemas en un momento determinado. 

El sol brillaba como nunca en Arizona, pero yo apenas me había quitado la chaqueta, dejándome la camiseta holgada sobre la de tirantes blanca. Tenía las manos tan heladas como si me las hubiese frotado con un cubo de hielo, y mis palmas estaban tan pálidas y rígidas que apenas podía notar el sudor que salía de ellas. Me froté constantemente las manos sobre el pantalón de blue jean oscuro, y me limité a mirar por la ventana mientras Harry hablaba por teléfono, enviaba mensajes, o cualquier cosa menos concentrar su atención en mí.
Y era bueno, porque yo sabía que cuando lo hiciera, yo no estaría preparada.

Me bajé de su auto negro de un salto, colgándome la chaqueta al hombro y adelantándome al interior de la casa, dejándolo atrás. Tiré la mochila en la entrada porque no había perchero como en casa –otra punzada en el estómago al recordar la calidez de mi antigua casa –, y me apresuré a las escaleras corriendo frenéticamente. 


-¿Harry? –musitó una voz femenina desde abajo. Me detuve en seco en las escaleras, y retrocedí un peldaño con el pie, volteándome lentamente y asomando la cabeza alargando mi cuello; para vislumbrar el mueble grande de cuero, de donde procedía la voz. 
-¿Becky? –Harry casi gritó desde la puerta. “¿Becky? ¿Quién es Becky?”, pensé para mis adentros. Aunque hubiese sido bueno decirlo en el momento. 
Una voluptuosa mujer de piel aceitunada y ropajes diminutos se acercó a Harry dando lentos pasos casi danzantes. Pasos típicos en mujeres libertinas o bailarinas exóticas. Pero incluso a ellas podía tenérseles respeto, pero no a alguien que irrumpe sorpresivamente en la casa de un soltero en ropa interior.
-¿Qué estás haciendo aquí? –él murmuró hacia ella, agarrándola fuertemente del brazo.
-Yo no sabía que tenías a otra mujer aquí –ella continuó. Vi cómo Harry apretaba su brazo con sus manos.
-No grites –le ordenó en voz muy baja, que apenas pude escuchar con ambos oídos aguzados.

Entonces me di cuenta de que estaba parada en la escalera observando como una estúpida. Totalmente inmóvil. Inhalé fuertemente por la nariz e intenté poner ese tono de furia que no me caracterizaba para nada.

-Dejen de hablar como si yo no estuviera aquí –casi grité, y ambos voltearon a mirarme. Con la respiración entrecortada, y carcomiéndome por la furia, bajé el resto de las escaleras y me dirigí a zancadas hacia ellos, dejando unos metros de distancia.
-¿Quién es ella? –dirigí mi mirada hacia Harry, quien soltó el brazo de la tal Becky. 
-No es nadie –su mandíbula se tensó, y dirigió la mirada hacia ella, susurrándole. –Vete.
-¿Por qué ella debería irse? –lo interrumpí. –Mejor explícame quién es ella y ¡por qué mierda estaba en ropa interior esperándote! –grité casi como una energúmena, terminando con el pecho subiendo y bajando de rabia, y mis manos temblando.
-Ése no es tu problema, niña –ella respondió.
-No te hablé a ti –arqueé una ceja.
-Becky –Harry la presionó, y ella soltó su brazo bruscamente, volteándose hacia mí.
-Harry se acuesta conmigo –respondió, sonriendo con sorna. -¿Y tú? ¿Eres su… sobrina? –arqueó una ceja. -¿Ha ido a buscarte al Kínder Garden? –se burló, esbozando una sonrisita de burla.
-Bueno –me encogí de hombros -, no salí de un burdel.
-¿Quién coño te crees para hablarme así? –se acercó, arqueando una ceja. Me doblaba el tamaño.
-¿Y tú de dónde saliste? –contraataqué, levantando mi voz por encima de la de ella. 
-Becky –Harry levantó la voz.
-Suéltame –ella soltó su brazo de las manos de Harry, y volvió a dirigirse a mí. 
-Dime quién eres.
-Te dije que Harry se acuesta conmigo –gritó. -¿No te entra? 
-Probablemente no. No me entran tantos como a ti –sonreí con sorna. 
-He visto tablas de surf con mejores atributos que tú.
-Sí, pero éstas son naturales –me agarré los senos con rabia, y la miré con asco. –Apuesto a que tendrás todos los periódicos del país metidos en el corpiño.
-Quizá a Harry le gusta más esto que una niña en desarrollo.
-Y quizá él prefiere el Kínder Garden y no el geriátrico.

Ella sacudió la cabeza, sonriendo con sorna.

-Madre de niñería –espetó. –Podría partirte la cara ahora mismo.
-Pues atrévete –arqueé una ceja. Su mano fue levantada, y sostenida en el aire por la mano de Harry, quien fue ametrallado con nuestras miradas. Él la arrastró hacia él resistiendo sus forcejeos.
-Ponle una mano encima, y jura que te vas a joder –la amenazó.
-Si yo hablo, puedo meterte en la cárcel y dejar que te pudras ahí –ella escupió en voz baja.
-Haz lo que te dé la maldita gana –espetó. –Pero déjame en paz.

Becky agarró sus ropajes y se cubrió con un gran suéter negro de lana, saliendo a zancadas de la casa y cerrando con un portazo que resonó en seco, estremeciéndome. 

Miré a Harry con el corazón y todos los órganos existentes atascados en mi boca, y roja de furia subí las escaleras y me metí al baño, cerrándole la puerta en las narices.

LOST  | HARRY STYLES |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora