Capitulo 50 : Unos Profundos Ojos Azules

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-Harry-:


Deslicé su camiseta por encima de sus brazos, haciéndola soltar un quejido profundo. Acaricié su abdomen desnudo con la mano, cerrando los ojos por unos instantes, y entonces me ocupé de recobrar de nuevo mi respiración normal. Tragué saliva, y continué desvistiéndola, admirando cada centímetro de su piel sedosa y brillante bajo la luz que se filtraba a través de las cortinas. Desabroché su pantalón, deslizándolo por sus piernas delgadas y pálidas, y acaricié sus muslos con mis dedos. 

Di dos toques en su hombro con mis dedos, y ella se removió en la cama con incomodidad, arrugando la nariz. Sonreí, y deslicé con dificultad una de mis camisas sobre sus brazos extendidos hacia arriba, y la acomodé hasta que quedó cubierta al menos hasta los muslos. Me mordí el labio inferior al verla tan indefensa. ¿Era ésta la verdadera Skylar? Santo cielo, qué perfecta. Me levanté de la cama, escuchando un chillido detrás de mí.

-Embustera –me reí por lo bajo -. Estás despierta.

Inclinó sus cejas en señal de quejido, e intentó decirme algo que sonó como un graznido extraño. Caminé vacilante hacia la cama, y recosté mi cuerpo junto al suyo, juntando nuestras piernas. Giró su rostro dormido hacia el mío, y se aclaró la garganta, dejando salir un quejido agudo. Santo Dios, ella olía tan bien…
Ella lucía simplemente preciosa. Ella era preciosa. Sí. Ella es insoportable, bipolar, gritona, voluble, maniática y miedosa… pero aún así es perfecta.

Todo estaba perfectamente en su lugar, perfectamente hecho a su medida, su respiración acompasada se mezclaba con la mía, y sus manos diminutas apenas movían un dedo. Yo podía fácilmente lucir como Gozilla al lado de ella, que era tan pequeña que casi tenías que agacharte para mirarla a los ojos. Desvié la mirada, humedeciéndome los labios con la lengua, y fijé la vista en la ventana. Yo no iba a dejarle. Yo no quería dejarle. Podría morir y matar a quien sea por estar con ella, y no tenía miedo alguno de demostrarlo. Quería estar con ella, y vaya que deseaba estar en otras condiciones para poder hacer eso. Me mordí el labio más fuerte, apretando los párpados. Yo sabía que no podría luchar para siempre… Sabía que nunca podría acabar mi vida con ella. Pero aún así agradecía estar persiguiendo al hijo de puta de su papá, y agradecía haberla llevado conmigo todo este maldito tiempo.


-Flashback-:


-Deja de hacer tantas preguntas. Me hartas. Eres molesta.
-Tú tampoco eres muy agradable –rodó los ojos, irónica.
-Me importa muy poco lo que pienses sobre mí, nena –mascullé, tomando otro largo sorbo de la botella de cerveza.
-Soy Skylar, no “nena” –me reclamó, rodando los ojos.



-¿Me vas a llamar la próxima vez que quieras secuestrarme? –inquirió, guardando el teléfono en su bolsillo.
-Te llamaré para salir cuando me entere de que no estás castigada –le guiñé un ojo -. Ahora bájate, ¿quieres? Puedo arrepentirme en cualquier momento.



-Sólo… lo siento –musité con amargura. No se me daba eso de pedir disculpas -. No debí meterme entre tú y tu novio–articulé la segunda palabra con desprecio. 
-Jake… es… Bueno, sí –balbuceó, ¿ella tampoco sabía qué decir o se estaba burlando de mi torpeza? Asentí con la cabeza. Con que esas teníamos. Bien. La dejaría tranquila. Pondría mi distancia entre ella y yo, que relativamente era un abismo de por medio. Sólo la buscaría en los asuntos de trabajo y cuando fuera necesario la mataría a sangre fría. Quizá fuera pronto. 
-Duérmete –ordené, mientras caminaba hacia el balcón con expresión neutra. Oh, como deseaba estamparle un beso que la dejase petrificada. Ni yo mismo comprendía por qué la quería de esa manera. ¿Por qué mierda eres tan bipolar, Harry?



-Quisiera contarte todos mis secretos, pero ya te convertiste en uno de ellos –me mordí el labio con vergüenza; una emoción que no sentía desde hacía… bastante tiempo. 


-Realidad-:

El destino, es cuando encuentras algo que nunca estuviste buscando, y entonces te das cuenta que nunca quisiste nada más que eso. Resoplé, y no pude evitar abrir los ojos como platos cuando ella colocó una de sus manos sobre mi abdomen, moviendo sus dedos débilmente. Desvié los ojos de nuevo, y acaricié su piel radiante con una de mis manos, que cubrió la totalidad de la suya. Tragué saliva. Se suponía que yo no debía estar haciendo eso.


-Skylar-:


Desperté al removerme incómodamente tras sentir una fina capa de sudor viscoso y frío emanar de mi frente, y un dolor de cabeza semejante al golpeteo fuerte de un martillo. Abrí los ojos con dificultad, y me encontré en un lugar distinto al que parecía mi habitación, sobre unas sábanas blancas y arrugadas que olían… increíblemente bien. Bueno, verídicamente ya sabía dónde estaba. 
Sentí mis piernas recibir el aire cálido que correteaba por entre las cortinas, rayando mi piel desnuda.
¡Maldita sea! ¿Desnuda? ¿Harry se había acostado conmigo anoche? ¿Por qué mierda no podía recordar nada? Me levanté de golpe, frotándome los ojos al ver miles de colores en la oscuridad de mis párpados. Respiré agitadamente, e intenté recordar la hilera de numerosos acontecimientos ocurridos el día anterior. No recordaba nada, pero lo único que realmente sabía era que podría anotarlo como el día más asqueroso de toda mi puta vida. Suspiré hondamente, y me froté la cabeza con los dedos, despeinándome. Me agarré la cabeza con las dos manos, apretando los párpados, aunque el dolor punzante seguía latente, y la acidez me quemaba el estómago entero. Tragué saliva como si eso pudiera ayudarme.
Me levanté bruscamente de la cama, tambaleándome al ponerme de pie, y froté mi frente con la parte superior de mi mano, apretando los párpados con fuerza. Bajé las manos a mi regazo, y jugueteé con mis propios dedos, tragando saliva. No se oía ni un solo murmullo, y de repente sentí un violento escalofrío que me sacudió las entrañas.
Miré hacia la puerta cuando fue abierta con amabilidad, y una figura alta se asomó en ella, curvando las comisuras de sus labios al verme de pie en el centro de la habitación iluminada. Bajé la mirada hacia mis pies, avergonzada. Esa mañana yo estaba hecha un lío. Suspiró, y cerró la puerta detrás de sí.

-¿Qué me ha pasado? –inquirí, perdiendo la mirada en algún punto incierto de la habitación.
-No querrías que te lo diga –sonrió lánguidamente. Hice una mueca, pero fue demasiado escueta como para que hubiera podido notarla. 
-Dímelo –intenté sonar decidida, mientras apretaba los puños contra mis costillas, con el único propósito de prepararme para recibir lo peor.
-Nena –apretó los labios -. Yo… Bueno, yo en realidad no lo sé –se mordió el labio inferior -. Sólo no quiero hacer que lo recuerdes.
-¿Por qué? –me volví a mirarlo, con rostro neutro, aunque sabía que mis ojos podrían delatarme con facilidad.
-Te emborrachaste; así llegaste aquí. Supongo que debió haber sido grave.


-Flashback-:

-¡No te me acerques! –chillé -. No lo hagas… -tomé aire mientras sollozaba -. ¿Eres un criminal, Cyrus? ¿Lo eres?


¡Es un asesino!


-Dame un trago de ron puro –mascullé al cantinero, quien me miró de arriba abajo, como todos los demás -. Grande.


-Realidad-:

Desvié la mirada, y tragué saliva, deseando que el nudo que me poblaba la garganta fuera quemado en mi acidez. Solté un suspiro hondo, acabando casi con la totalidad del aire que había almacenado dentro de mí antes. Ahora mismo podía decir que mi vida estaba siendo jodida poco a poco, lentamente.
Tragué saliva antes de continuar.

-¿Tú sabías? –inquirí, frotándome el ojo izquierdo, que derramó una lágrima silenciosa, que se deslizó por mi mejilla lentamente. Desvió la mirada, y se humedeció los labios.
-¿Saber qué?

Reí con cinismo, mordiéndome el labio a continuación.

-El hecho de que todo este maldito tiempo mi padre fue un criminal –arqueé una ceja, mientras luchaba contra mis propias lágrimas -. Yo sé que tú lo sabías.
-Nunca pude decirte nada. Aunque yo quería hacerlo.
-¿Cuál es el punto de dar explicaciones ahora? –me encogí de hombros -. No lo hiciste, Harry, y se supone que eso es lo que debías hacer.
-Debí, moralmente –arqueó una ceja -. Yo tenía que mantenerlo en secreto.
-¿Por qué? –gemí, entrecerrando los ojos.
-No vas a entenderlo.
-No tiene caso seguir escondiendo toda esta mierda –diferí con resignación -. No me importa, ya que, bueno, estoy hasta el cuello en esto.
Se mordió el labio con fuerza.
-Estás aquí por él, ¿lo sabes?
-Sí –tragué con fuerza.
-Él sólo quiere hacerte daño. Por eso te protejo.
-¿Y qué si no quiero que me protejas? -musité de mala gana.

Me sostuvo de los hombros, entreabriendo los labios para hablar.

-No –gruñó. 
-Déjame desahogarme, al menos –mascullé, respirando hondo, reteniendo vanamente las lágrimas dentro de mis ojos -. Si no puedo hacerlo con alcohol, no quiero tener que lastimarme de nuevo.
-Ni se te ocurra.
-Bien –lo corté, arqueando las cejas. Moví las manos con incomodidad -. Me lo escondiste por demasiado tiempo.
-No ibas a creerme.
-Eres el único en quien yo hubiera podido confiar –protesté -. ¿Ahora resulta que ya no puedo?
-Sí puedes. Pero tú no quieres. Se supone que te aprovechaste de mi error para echarme en cara que no te dije algo que pudo haberte puesto peor desde un principio, ¿verdad? ¿Es ésa tu teoría?
-Bien, claro, bueno –arqueé las cejas con soberbia -. Mi papá es un criminal, y mi novio nunca me dijo nada. No debo molestarme por esto, estoy siendo demasiado dura contigo, Dios…
-No me hables así –gruñó -. Tú sabes que lo odio.
-Y yo odio que me escondan las cosas –gruñí también. Sentí mi mandíbula temblar, y las lágrimas salir de a poco. Santa mierda, era mi padre, estábamos hablando de mi padre.
-Yo intento hacerte sentir mejor, pero lo único que haces es desmoronarte –me acusó -. Y emborracharte.
-No volveré a causarte problemas –arqueé una ceja, sintiendo que me clavaban una estaca directo al estómago -. Te lo juro.

Solté su mano bruscamente, y sin importar mi media desnudez, salí de la habitación correteando, y salí por la puerta, echando a correr. Cuando me encontré a ciertas calles de distancia, y justo cuando comencé a sentir vergüenza de mi poca ropa, alguien tomó mi mano con brusquedad, y me perdí en los profundos ojos de un rubio de ojos azules, con el que recordaba haber tenido un pequeño malentendido en Oasis, el día de la balacera.

LOST  | HARRY STYLES |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora