XIV. Amiga.

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Sabana Central, departamento de Nick. Martes, 19 de octubre, 5:30 h.

El sol comenzaba a salir en el horizonte y sus dorados rayos empezaban a iluminar el paisaje citadino, y con lentitud, atravesaba la ventana, abriéndose paso en la habitación donde ambos dormían. La primera en despertar fue Judy, notando que no tenía nada puesto; se sonrojó al extremo al recordar los sucesos que ocurrieron la noche anterior. Tomó su celular y vio la hora: cinco y treinta de la mañana. Tenían el tiempo apretado. Meció un poco a Nick para despertarlo, y éste le sonrió con picardía. Se levantó algo soñoliento y le dio un beso a la coneja.

—Buenos días, Zanahorias —dijo con un bostezo—. Qué noche la de anoche. Creo que aún tango entumidas las piernas. —Rió.

—¡Nick! —gritó ella, sintiendo las mejillas como pequeños volcanes—. Vamos, alístate, debemos salir en treinta minutos.

Él bufó por lo bajo. Por más cansado que estuviera de la actividad nocturna, debía ir al trabajo. Con todo el esfuerzo del mundo, se fue a duchar, pero claro, si iba a hacerlo, lo haría acompañado. Con su cola jaló a Judy rumbo a la tina.

Ya listos y con su uniforme, Nick fue a la cocina para hacer el desayuno, mientras ella le indicó que iría a despertar a Meloney. En la cocina, Nick hacía el desayuno. Tomó su celular y vio la hora: quince para las seis, aun tenían tiempo. Llamó a Finnick para que le consiguiera un decorador para la habitación de Meloney.

—Bueno, ¿Finnick? —saludó, cuando contestó.

—¿Quién es? —gruñó el fennec tras la línea.

—No reconoces la voz de tu antiguo padre —bromeó.

—¿Nick? ¡No son ni las seis de la mañana! ¿Qué haces llamando a esta hora?

—Necesito un decorador. ¿Conoces a alguien?

Tras la línea, Nick oyó un gruñido aún más furioso de Finnick.

—Necesito ver el lugar para saber a quién llamar.

—Vente rápido —le dijo—, a las seis debo salir. —Y colgó.

Ya con la comida preparada, Nick la llevó al comedor, donde lo estaban esperando Judy y Meloney. La pequeña lucía uno de los conjuntos que le habían comprado el día de ayer: una camisa azul con un estampado de huellas y unos jeans Por alguna razón, supo momentos después cuando le preguntó, a ella no le gustaban los vestidos. Comieron lo más rápido que pudieron, y en eso, el timbre sonó. Judy se extrañó, arqueándole una ceja a Nick y éste esbozo una sonrisa zorruna.

Él se levantó de la mesa, llevó su plató a la cocina y se dirigió a la puerta. Al abrir, se encontró al pequeño zorro fennec con su típico ceño fruncido y mirada asesina. Lo invitó a entrar con una reverencia burlona y cerró la puerta. Judy, quien había terminado de comer y llevado su plato a la cocina, apareció.

—¿Quién era, Nick? —preguntó.

Finnick, quien hablaba con Nick, se extrañó con la otra voz. Lo miró interrogante esperando respuesta a la clara pregunta que entre los dos sabían hacerse: «¿Tú y ella?»

—¿Finnick? —se sorprendió Judy, sin darle tiempo a Nick a explicarle a su hermano de estafas.

—¿Coneja? —exclamó Finnick, perplejo.

Éste lo miró incrédulo, pero se sorprendió más cuando de detrás de Nick apareció Meloney y le tomó la pata.

—¿Acaso tu...? —preguntó Finnick, mirándolo sorprendido.

Nick esbozó una sonrisa y presentó a las damas presentes, con orgullo y sacando pecho. Aún no se creía que tuviera la suerte de tenerlas a ambas.

Siempre estaré para ti (SEPT 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora