En algún lugar en los límites de Distrito Forestal. Domingo, 13 de noviembre, 8:45 h.
El sol estaba opacado en el cielo por las gruesas y enormes nubes lo bloqueaban. Los pocos rayos que las travesaban iluminaban esporádicamente la ciudad. En una de las zonas en los límites de Zootopia, la luz era muy poca. Más específico en una mansión en las cercanías, dentro de ella, estaba un zorro con un aspecto serio y prepotente, que a su vez emitía cansancio y estrés.
Zeus se encontraba sentado al borde de su cama, con las patas entrelazadas bajo su mentón y apoyando sus codos sobre sus rodillas, meditando, pensando, ideando alguna manera de terminar con la situación tan riesgosa. Serenó su mente dejando escapar un suave, pero largo suspiro, mientras analizaba con la mente fría la situación. Consideró lo que los demás miembros le habían dicho. Sí, es cierto que por parte de la ZPD no había que preocuparse mucho, Apolo no estaba en ella por puro gusto; siendo el hermano gemelo de Artemisa, tenía la misma habilidad del espionaje que ella. Sin embargo, también estaba el asunto de Hermes: debían encontrar la manera de limpiar todo lo referente a ellos de las cuentas bancarias y transacciones realizadas por el conejo. «Atenea se encargará de eso», pensó, estresado.
Expulsando todo el aire en sus pulmones, se centró en uno de sus dos problemas principales: Nicholas y la coneja. Enderezó su postura y frotó sus sienes con ambas patas, formándosele un notorio ceño fruncido. «¿Por qué tenias que meterte en mi camino, Nicholas?, te hubieras quedado mejor con la miserable vida de estafador que tenías.» Desde que él reapareció en su vida, sólo le trajo inconvenientes; primero, capturó a Dioniso; después, desmanteló el escondite de la trata de blancas de Afrodita; luego, descubrió a Hermes y debido a eso capturaron a Hefesto. Mientras más pensaba en él, más se enfurecía, aunque no es que le costara demasiado en todo caso. «Si no hubiera sido por ella, serías de los míos», pensó, enojado. Esa manera tan extraña que tenía Nicholas de desenmarañar sus secretos y jugarretas no eran normales, y sumado a las habilidades detectivescas de la coneja, todo empeoraba. Aunque no lo quisiera admitir, ambos eran un dúo difícil de derribar.
Sacudió su cabeza para dejar eso de lado y se dirigió hacia la ducha. Una vez en ella, bajo la regadera, dejando que el agua limpiara su mente agobiada, repasó a su otro dolor de cabeza: Porfirio y los Gigantes. «James.» Ya cuando de por sí las cosas estaban mal, él se dignó en aparecer. James. «Ya, ya. Recuerda los posibles ataques», se dijo a sí mismo, dándose suaves golpes en las mejillas. Si bien sabía que el grupo de James no sería fácil de vencer, sí tenía una oportunidad, y esa era FruFru, la hija de Big, más específicamente la hija de ella. Poseidón le había dicho varías veces que al atacarla causarían conmoción en ellos. Sonaba factible... no; era factible, entonces por qué no lo había hecho. Suspiró, no tenía ciencia, era simple: por orgullo. Si él terminaba acatando una sugerencia u orden de ese oso, perdería su imagen de líder, y eso a Zeus era algo que no le agradaba.
De improvisto, esbozó una sonrisa triunfal, le había llegado una idea para acabar con Nicholas y la coneja. Salió del baño sin perder ese gesto. Luego de un rato se encontraba ya casi listo, tenía su smoking negro a la medida, lo último que le faltaba era su distintivo anillo. Símbolo de su poderío y rango en la organización; un anillo de oro, grueso y con un rayo grabado. Se dio una mirada en el espejo y al verse sonrió y susurró unas palabras para sí.
—Hasta las últimas consecuencias... pequeño Nick. —Y salió de la habitación.
Bajó hasta su despacho e ingresó al mismo. Adentro lo estaba esperando la nutria, la cual estaba hecha un pulpo. Firmaba, leía, confirmaba y eliminaba documentos financieros, y quien sabe que otras cosas más. Zeus nunca se arrepentirá de haberle ofrecido unirse a ellos. Caminó hasta una pequeña estantería en la cual tenía una botella de ron, la abrió y sirvió su contenido en una pequeña copa de vidrio, le ofreció uno a ella, pero ésta no estaba de ánimos.
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Siempre estaré para ti (SEPT 1)
FanfictionNick y Judy están enamorados el uno de la otra, mas ninguno tiene el valor de confesarse; prefieren negarlo. Sin embargo, debido a un accidente de Nick con un delincuente, Judy es la primera en decirlo. Pero lo que ellos no saben es que ese delincue...