XXVIII. Tres promesas

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Distrito Forestal, Mansión de los Olímpicos. Sábado, 19 de noviembre, 00:07 h.

Nick se quedó helado al comprender que quién lo hirió fue su propio tío. Peor aún, que había planeado todo el ataque a la mansión. Ahí cayó en cuenta sobre porqué todo salía mal: que los estuvieran esperando cuatro lobos por el lado norte, por donde inicialmente entrarían; que Artemisa estuviera esperando a Gratión y no a cualquier otro en el salón de tiro; que los lobos aparecieran en los lugares por donde se suponía nadie estaría.

Ceo los había traicionado.

Miró a los ojos al zorro y este tenía una sonrisa victoriosa, como si hubiese ganado el juego y todo estuviera decidido.

Los rayos del dolor empezaron a hacerse presente; tenía un brazo herido, aunque eso no le impediría defenderse. Soltó su rifle de asalto y tomó con su pata buena una de las dos pistolas que llevaba, en la guantera derecha llevaba un revolver, mientras en la izquierda una nueve milímetros. Sacó la nueve milímetros y la alzó, sólo que no le iba a dar tiempo de disparar antes que Ceo.

Ceo levantó su arma, apuntándole a la cabeza, iba a ser su final, Nick lo supo al momento en que comenzaba a elevar su arma para apuntarle, pero sonó un disparo al fondo. La bala fue a parar al hombro de Ceo, quien volvió en sí y le lanzó una mirada homicida a James. Al parecer, la prioridad de Jacob era matarlo a él, porque se olvidó de que James estaba allí también. Nick miró de soslayo a Porfirio y vio que éste le hacía ademanes para que se resguardara su lado, sin embargo, Nick de reojo vio que la hija de Ceo, según recordaba su alias era Mnemósine, estaba casi sobre James, empuñando un cuchillo.

En un acto de reflejo, Nick apuntó el arma contra la zorra, pero no le alcanzaría el tiempo. Cuando pensó que no llegaría, vio un destello de luz y un ¡crac!, de metal chocando contra metal. Al momento en que pudo ver mejor qué fue lo que pasó, constató que quien había parado el golpe de Mnemósine fue Duke. La sorpresa que causó la repentina aparición de la comadreja en ambos zorros, les sirvió de oportunidad a Nick y James para ponerse a resguardo. No sin antes conectarle a la zorra un disparo en la pierna.

Después de eso, Nick, James y Duke se escondieron tras el muro.

—¿Qué sucede? —le preguntó Nick a James, recostados contra el muro. Nick se hacía un torniquete con un trozo de uniforme para evitar el sangrado—. ¿Por qué nos traicionaron?

James le miró.

—¡¿Tengo cara de saberlo?! —espetó, con el ceño fruncido—. Los muy malditos me intentaron matar hace rato. Ni siquiera sé cómo me salvé de los dos disparos y logré salir ileso.

Nick asomó la vista por el borde del muro y propinó disparos hacia Ceo y Mnemósine; estos no llegaron a destino.

—Nicholas —reprendió James—, no les darás así de simple. Necesitamos una distracción o algo para que bajen la guardia. —Se giró hacia Duke, suspirando—. Gracias, Duke, me acabas de salvar el pellejo.

Duke sonrió burlón.

Al oír eso, a Nick le llegó una idea: las granadas de humo. Hubiera preferido las aturdidoras, pero ya había gastado las dos que llevaba; una con los veinte lobos cuando enfrentaron a Hera y la segunda cuando se encontraron a Artemisa.

—¿Sufren de asma? —preguntó, cansado, con una sonrisa valiente en el rostro.

—¿Cómo que si sufro de...? —Duke alzó la cabeza paulatinamente formando una perfecta «O» con los labios al ver la granada de humo en la pata de Nick—. Ya veo.

Hubo un corto silencio y después James habló.

—Nicholas, su prioridad es matarte. Irán por ti de seguro, así que serás la carnada —planeó—. Lanzarás la granada y saldrás. Independientemente de a quién te encuentres, lo atacarás. Mientras tanto, nosotros te cubrimos. Ustedes dos trataran de ir por Mnemósine y yo por Ceo, ¿entendido?

Siempre estaré para ti (SEPT 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora