BunnyBurrows. Miércoles, 20 de octubre, 14:19 h.
La cabeza le dolía a Nick, entre la consciencia y la inconsciencia, a punto de desmayarse, pero con la suficiente fuerza de voluntad para no hacerlo. Era extraño. Se sentía como si estuviera en un plano astral distinto. Ya había aceptado su muerte, y maldecido la debilidad de su cuerpo por no aguantar el dolor hasta que hubiera matado a Zeus, ya después de hacerlo, no le hubiera importado caer en coma si le tocaba. Muerto el zorro, estaría en paz.
Sin embargo, cuando ya se había abandonado a los brazos de la muerte, escuchó un disparo tras de sí. Corto y rápido, y Zeus cayó al suelo, con una herida en el hombro derecho, haciéndole soltar el arma. Nick fue asaltado por un golpe de adrenalina que le devolvió sus sentidos por corto tiempo, logrando, entre pataleos y temblores, afincarse en sus rodillas y codos, para volverse y encontrar a Colmillar, con pistola en alto y los ojos serios.
—Colmillar —murmuró Nick, cansado.
Zeus intentó tomar la pistola de nuevo, pero Colmillar volvió a disparar, impactándole al vulpino cinco cuatro más: tres en el abdomen y uno en una pierna. Nick estiró el hombro, conteniendo un quejido de dolor, para tomar su pistola y matar a Zeus. La alcanzó, pero el pulso le temblaba mucho.
—Vamos —murmuró para sí—. Sólo una vez. Necesito un disparo. Uno solo. Deja de temblar.
—No se mueva —ordenó Colmillar a Zeus, casi con un rugido—. Patas en alto. Si mueve un músculo o me da la sensación de que hará algo potencialmente peligroso, dispararé y lo mataré sin miramientos. —Empezó a caminar hacia él cuando Zeus se mantuvo quieto—. Queda bajo arresto. Tiene derecho a permanecer... —Cuando Colmillar hablaba, Zeus comenzó a llevarse las patas hacia las orejas, cubriéndoselas.
Entonces, por curioso que le pareciera a Nick la posición de Zeus, que lo normal era estar de rodillas con las patas en la nuca, no cubriéndose las orejas, comprendió el porqué. Un repiqueteo en el suelo lo alertó, haciéndolo apartar la vista de Zeus a un artefacto en el suelo que rebotaba unas últimas veces antes de quedarse quieto. Al darse cuenta de qué era, por instinto cerró los ojos y se cubrió los oídos.
Luego, vino la explosión.
Un mudo pitido, indoloro, azotó sus oídos, y una opaca luz atravesó sus párpados, sin aturdirlo ni hacerlo desmayar. Se impresionó por ello, si estando protegido el efecto de la aturdidora lograba llegarle, ¿cómo hubiera sido si lo hubiera recibido de lleno? Diez segundo después, el brillo se aplacó. Nick abrió los ojos y se encontró con un Colmillar que estaba hincado en una rodilla y se sostenía afincando la palma de la pata que no tenía el arma en el suelo.
Instantes después, la comadreja que había visto Nick llegar con los Olímpicos, apareció con paso burlesco y despreocupado de los cultivos del fondo, con una pata reposando en su cintura.
—Mira en qué estado has quedado, Zeus —dijo, burlón.
Zeus, quien parecía haber recibido los efectos de la granada en su cuerpo, ladeó el rostro y frunció el ceño.
—No es la manera más adecuada para ayudarme, Hades.
Hades sonrió, encogiéndose de hombros, se llevó una pata a la espalda y sacó un revólver, con el que apuntó a Colmillar. Nick notó que a éste le sangraba uno de los dos oídos; él jadeaba y parecía al borde del colapso.
—Creo que deberíamos dejar esto aquí —comentó Hades a nadie en específico, el mensaje iba para todos—. Si seguimos, todos moriremos.
Sin esperar que nadie dijera nada, Hades comenzó a caminar hacia Zeus, llegó con él y lo ayudó a levantarse. El zorro lanzó unos quejidos y varios juramentos por el dolor, mientras la sangre le manchaba el traje y la carretera. Los ojos de Zeus se toparon con los de Nick, cuando Hades sacaba una granada de humo.
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Siempre estaré para ti (SEPT 1)
أدب الهواةNick y Judy están enamorados el uno de la otra, mas ninguno tiene el valor de confesarse; prefieren negarlo. Sin embargo, debido a un accidente de Nick con un delincuente, Judy es la primera en decirlo. Pero lo que ellos no saben es que ese delincue...