Pov Hyukjae
Apreté el vaso de cartón mientras veía el café caer en él. No tenía otro sitio al que ir. No. Donghae tenía que presentarse precisamente en la cafetería en la que yo trabajaba. ¡Habían dos más en el campus! Apreté los dientes. Como si no se lo tuviera ya bastante creído, ahora me tocaba servirle con una sonrisa porque el cliente siempre tenía la maldita razón. Al menos me iba a pagar por ello.
—Tu tostada, Hyuk.
Le sonreí a Daehyun como agradecimiento y cogí el plato. Después de coger el azúcar y una cucharilla, me aseguré de que tuviera el dichoso extra de leche. Mientras ésta caía, me mordí el labio. El niñato no sabía con quién acababa de meterse.
Salí de tras la barra con ambas cosas en las manos, directo a dejárselas sobre la mesa y sin embargo me paré en medio de la cafetería porque un grupo de chicas estaba rodeándolo. Perfecto. Suspiré. Me pagaban por servir cafés y no podía simplemente dar media vuelta cuando tenía su pedido en mis manos. Así que hice lo que mejor sabía hacer, fingiendo que no lo conocía de nada, y me acerqué a su mesa.
—¡Hyukjae! —gritó una chica de repente. Estuve a punto de tirarme el café por encima del susto. La miré con los dientes apretados, notando que el líquido ardía al gotear en mi mano. No recordaba su nombre, pero sabía que era la chica con la que había bailado en la fiesta de Heechul. Me sorprendió que se acordara de mi nombre y que me hiciera un hueco para poder dejarlo todo en la mesa, frente a Donghae, que estaba demasiado ocupado hablando con una de las que me había sonreído por conveniencia ese mismo sábado. Ya entendía por qué Donghae estaba tan exaltado cuando se escondió en la habitación; prácticamente toda la universidad lo acosaba.
Incluso yo, aunque fuera de otra forma.
Robé una servilleta del plato de la tostada sin que nadie me prestara atención y me sequé la mano. La chica que había dicho mi nombre fue la única que me tocó la espalda y me sonrió. No me fiaba de ella. No la conocía más que de un baile, pero esa confianza no me inspiraba nada bueno. Se inclinó sobre mi oreja y estuve a punto de irme sin dejarla hablar, pero me cogió del brazo. Como fuera sobre Heechul y sus fiestas, ya podía ir a preguntárselo a ellos. Quizá no era el más simpático del mundo, pero odiaba con todo mi ser a la gente tan falsa y ella lo era sin lugar a dudas.
—¿Cuándo termine de beberse el café, me guardas el vaso?
—¿Qué?
Rió. Vi que las demás chicas se unían a ella y que Donghae no se enteraba de nada. ¿Estaban locas?
—¿Sabes lo que pagan por algo usado por él? —oh, no podía ser cierto— Te daremos un poco, ¿eh?
Dejé que mi risa más falsa saliera a la luz tan exagerada que el niñato por fin me miró. Primero cogió sus merienda, luego frunció el ceño y terminó levantando las cejas como si preguntara con ello qué diablos estaba haciendo. Ganas de contárselo no me faltaron, pero no ahora, en casa. Me solté bruscamente de ella, lancé la servilleta arrugada al cenicero y volví a mi trabajo.
Precisamente por cosas como esa no tenía las más mínimas ganas de que alguien supiera que Donghae vivía en mi casa. A parte de la dichosa prensa, estaría la gente como esas chicas. Si ya odiaba el hecho de que solo me hubieran saludado porque era amigo de Heechul, no quería ni pensar en vivir más cosas como la de la servilleta. Me imaginaba a la gente pidiéndome las sobras de su comida y era asqueroso.
Miré mi reloj mientras entraba en la cocina. Quedaban menos de diez minutos para que terminara mi turno, todo el mundo estaba servido o con Donghae y nadie me reprocharía por irme un poco antes, ¿no? Así que me entré en el baño y me cambié. Si podía irme ya y ahorrarme volver a toparme con Donghae o con cualquiera de ellas, mejor.
ESTÁS LEYENDO
❝Hey! Don't touch me❞ [EunHae +18]
Fanfic▶Queda prohibida la copia total o parcial de esta historia◀