Pov Donghae
–¿Has conseguido lo que te dije?
Imbécil. La palabra perfecta para definir a Hyukjae era esa: imbécil. ¿Quién se creía que era? Primero me hacía dormir en el sofá -ni de broma iba, yo, a hinchar un colchón-, era un inútil que no sabía hacer nada decente para cenar o desayunar, me insultaba, me obligaba a compartir el baño con él y, encima, había llegado tarde al trabajo por su culpa. Que no es que me importara porque el rodaje no iba a comenzar hasta que yo estuviese allí, ¡pero Hyukjae seguía siendo un imbécil! Además, le había pagado, ¿no? Debía estarme agradecido. No todos los días un famoso le iba a pagar quinientos euros.
–Donghae, ¿me estás oyendo?
Oh, y como si no hubiera sido poco, había tenido que llegar al parque en ese coche de pobres, en ese trasto que podía descomponerse en cualquier momento. A saber la de gérmenes que debía tener. A saber la de cosas que Hyukjae habría hecho en él. Solo de pensarlo un escalofrío recorrió mi espalda, haciéndome temblar bajo las manos de la maquilladora.
Que abrazarme debía ser una pesadilla, decía. ¿Él se había mirado en el espejo? Asqueroso. Imbécil. No lo soportaba. Y estaba claro que él a mí tampoco. Pero tenía que vivir en su casa porque así era como Sooyeon lo quería. Esa dichosa mujer siempre causándome problemas.
–¡Lee Donghae! –salté en mi silla y el lápiz de ojos se deslizó por mi mejilla hacia abajo. En el espejo pude verme con una línea negra llegando casi hasta mi barbilla. Me giré hacia Sooyeon con los labios fruncidos, pero no le grité nada porque era mi jefa, además de mi mejor amiga, algo que no solía acabar nunca demasiado bien– ¿Ya estás de vuelta en el mundo real?
–No, creo que estoy en el infierno. Si me dejaras volver a casa podría...
–Imposible. –me cortó, sonriendo con sus dientes blanquísimos en primer plano. Movió su mano para echar a la maquilladora de su lugar. Se colocó en su sitio y cogió una toallita desmaquillante de la bolsa junto al espejo. Se inclinó para limpiar mi mejilla mientras yo cerraba los ojos– Seúl es tu ciudad natal, Hae, deberías estarme agradecido por poder rodar aquí y conocer a fans coreanas. Además, la serie será un éxito contigo de protagonista.
–Lo sé. –abrí los ojos; Sooyeon estaba sentada frente a mí, cruzando sus dos largas piernas y sus finos brazos. Imité su postura, aunque no su sonrisa– Pero sigue sin parecerme necesario el tener que vivir como un pobre para representar un personaje.
–No es pobre, solo es de clase media.
–Como si eso importara. –me pasé una mano por el pelo para no hacerlo por la cara que acababan de retocarme, aunque obviamente no hacía falta. El caso era que yo no quería vivir en un piso con un baño compartido, viajar en un trasto con cuatro ruedas, y mucho menos convivir con él– ¿No puedo simplemente quedarme en un hotel?
–No. –le había hecho esa pregunta cientos de veces y cientos de veces había recibido la misma respuesta. Debía vivir con alguien "de clase media", acostumbrarme a su forma de comer, dormir, pasar el día... Todo, en general. Debía dejar mi fantástica vida llena de lujos para vivir en casa de un imbécil que no respetaba la intimidad ajena. A veces odiaba mi trabajo. Deduje la pregunta que iba a hacerme cuando abrió la boca, e hice una mueca de asco– ¿Has encontrado ya compañero de piso?
–Ajá.
–¿Son la pareja que me comentaste?
Ojalá. Con los simpáticos que era los padres de Hyukjae, no comprendía como él podía ser tan... tan... ¡Insoportable!
–No, es su hijo. –suspiré– ¿De verdad tengo que quedarme a vivir con él? No puede ser tan difícil de interpretar.
Sooyeon se inclinó sobre mí, poniéndome las manos en mis rodillas. Sus ojos querían darme tranquilidad, pero pensar en Hyukjae lo único que me daba era tirria.
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❝Hey! Don't touch me❞ [EunHae +18]
Fiksi Penggemar▶Queda prohibida la copia total o parcial de esta historia◀