¿A quien se le ocurre estar tirando piedritas a mi ventana?
¿Cómo hacia eso?, el estar tirando piedritas como una ametralladora, sin parar. Que fastidio en realidad.Abrí mis ojos poco a poco y me di cuenta que no estaba en mi habitación. Me encontraba en el auto, con el rostro pegado al volante. Volvieron a tocar la ventanilla, levanté de inmediato mi rostro y lo giré para ver quien era.
Un policía. Genial.
Eran aproximadamente las seis de la mañana, lo sabía porque el sol estaba saliendo por el este, en frente de mi, dándome en el rostro con sus leves y cálidos rayos de luz. Había dormido al rededor de una hora o menos.
Tomé del picaporte abriendo la puerta poco a poco y viendo como el policía se alejaba dando un paso atrás para darme lugar a bajar. Bajé del auto y cerré la puerta despacio. Observé al policía colocando ambas manos hacia atrás enlazándolas. Le ofrecí la sonrisa mas amable.
-¿Qué piensa que haces? - Se cruzó de brazos.
-Mmm.- Rasqué mi cabeza.- Se acabó el combustible y no me quedaba de otra que estar aquí hasta esperar que amanezca y pedir ayuda.- Sonreí de una manera tímida.
-¿Seguro que fue el combustible?- Asenti. El se acercó al auto e inspeccionó los asientos traseros pegándose a la ventana.-Bien.- Me observó. - Dejame ayudarte.
Me dio la espalda y caminó hasta el auto policíal que se encontraba detras del auto de mi madre. Fue directo a la cajuela, la levantó y sacó un bidón con algún líquido que lo mas obvio era combustible, junto con un embudo.
Se acercó al tanque del auto, abrió la pequeña tapa que lo cubre, giró el tapón, colocó el embudo dentro del tanque y vertió combustible en el.
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-Debería de tener más cuidado Señora Way.- Mi madre asintió observándome.
-Lo tendré. No se preocupe oficial. - Sonrió con falsedad. El policía asintió y luego le observó.
-Que tengan una linda mañana. - Hizo un ademán con su gorra y caminó hasta su auto.
Mi madre aun lo observaba. Antes de que el policía entrara a auto se despidió con la mano, mi madre le correspondió el gesto.
-Te lo puedo explicar.- Dije colocándome a su lado.
-Entra a la casa ya.- Habló con los dientes apretados.
Me iría feo. Muy feo al parecer.
Sin ningún tipo de reproche entre a casa y fui directo al sofá, porque obviamente no podía ir a mi habitación sin antes dar una explicación.
Mi madre entró al minuto cerrando la puerta tras ella. Apresuró su paso y se colocó frente a mi.
-Bien.- Exclamó calmada. Suspire antes de responder.
-Isabelle me necesitaba.- Solté sin más. Mi madre cerró los ojos y los apretó por un momento mientras sus fosas nasales tomaban aire. Lo expulsó por la boca.
-¿Te imaginas lo preocupada que estaba Ayleen?- Me sorprendió el tono en que formuló su pregunta. Negué como una niña de ocho años, con mi cabeza baja.- Bien. ¿Qué le sucedió a Isabelle?
Levanté mi cabeza e hice una mueca con mis labios antes de responder. Estaba dudando si contarle a mi madre.
-Tuvo problemas con su novio y pensé en ayudarla sacándola de la casa de él. - No perdía algo en contarle. Además, Aynara Way no es el tipo de mujer mayor que crítica a una adolescente por dejarse llevar en el "amor".
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BLACK EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. Nerviosa abrí la...