27.-Lapislázuli.

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La maleta de excursión se encontraba sobre mi cama, faltaba media hora para que Nathan pasara por mi y la maleta aún se encontraba vacía. Había una punzada en mi estómago que me alertaba que nada de esto era una buena idea, lo cual no me permitía organizar mis cosas. Quería confiar en él, pero me era difícil con este malestar, ¿Y si al final todo es una completa falsedad? No entiendo mucho acerca de los inmortales, lo que sé es que son almas que poseen cuerpos. ¿Qué pasa si ya se aburrió de su cuerpo y ahora quiere el mío? No, basta, no debo de pensar este tipo de cosas. Nathan no quiere mi cuerpo, no en este momento. Ambos sabemos que hay un par de psicópatas detrás de mí, y lo que él quiere es mantener distancia entre ellos, y eso sería posible si yo no estoy en casa. Confió en Nathan, confió en él y no permitiré que el miedo contenido cree pensamientos que no debe.

Camino hacia el guardarropa extrayendo un par de camisetas, mis manos van hasta los cajones donde guardo mis pantalones y tomo unos cuantos. Mis brazos sueltan todo lo capturado, cayendo en la maleta. Mis pies viajan con agilidad hacia mi tocador extrayendo de sus gavetas, piezas de mi ropa interior. Reanudo mis pasos hacia la cama, donde dejo caer lo que mis manos tenían. Observó el tocador, y regreso donde este. Olvidé mi desodorante y mi agua de olor, sé que no es momento para andar de vanidosa pero no puedo olvidar el desodorante, a veces soy apestosa, y el agua de olor es esencial para mi sudor. También capturó mi cepillo, recordando el de dientes.

Dios, si voy a un refugio no a una excursión de modelos, pero Nathan dijo que llevara lo necesario y para mi lo que cargare en la maleta es indispensable.

Caminé hacia el baño, extrayendo la pasta dental y el cepillo. Llegué nuevamente a la cama, acomodando ambos cepillos y la pasta a un lado dentro de la maleta con ropa.

La toalla. Golpeé mi frente con la palma de mi mano y regresé al baño, ¿es en serio? ¡Si parece que voy de vacaciones! Tomé la toalla doblada del estante bruscamente, sali inmediatamente del baño. Caminé rodeando la cama para llegar a la mesita de noche y tomar de las gavetas un poco de dinero y mis aspirinas. Apretuje todo en la maleta, y la cerré bajo presión. Tomé asiento en la cama y pensé en todos por un momento; Mamá, Nathalie, Isabelle, Paul... Raúl.

Mamá está mas que convencida que estaré ausente en casa por ayudar a los más necesitados, y no dudo que Nathan esté relacionado en esto. Nathalie estará bien con mamá, sé que estarán bien, confió plenamente en eso. Isabelle y Paul siempre se encuentran juntos, así que ellos, igual que mamá y Nath, estarán bien, lo sé, no tengo porque dudarlo. Isabelle me hizo prometer que confesara la absoluta verdad cuando regresara, y lo haría, no quiero seguir metiéndole. No a ella. Raúl sé que no estará tan decepcionado como pienso, creo que estaría en total acuerdo si sabe que dos tipos me buscan sin motivo y merezco irme por unos días. Los extrañaré demasiado, y sé que es algo tonto extrañarlos pero jamás he estado lejos de casa.

El tono de llamada lo capta mi sentido auditivo y camino hacia la mesita de noche, tomó el teléfono celular y resulta ser un mensaje de Nathan donde avisa estar fuera de casa, cierro el mensaje y observó la hora, tres minutos para las cinco y cuarto de la mañana. Guardo el móvil en mis pantalones caminando hacia la cama. Mediante el agarre tomo la maleta, involuntariamente se escapa un suspiro de mis pulmones antes de cargar la maleta.

Sólo confía en él, todo estará bien, todo lo estará, no tengas miedo. Vamos.

Arrastró la maleta sobre la cama hasta dejarla caer aun sosteniéndola. Comienzo a dar pasos hacia la puerta, encierro el picaporte entre mis manos y observo por última vez mi habitación, tal y como si no fuese a volver jamás. Tomó una inhalación y exhalación reanudando mi acción. Bajo las escaleras con dificultad porque en realidad está pesada. Logro llegar a suelo firme, tomó la vía hacia la puerta pero me detengo al observar a mamá despierta a esta hora, el horario de entrada a su trabajo es a las ocho, me acerco al sofá a lo que ella se levanta, me observa como si fuese a perder el tesoro más grande y valioso que alguien ha visto jamás. Sus brazos me atrapan con fuerza, el brazo desocupado rodea su cuerpo.

BLACK EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora