-¡Ya esta aquiiii!- el grito de mi madre llegó hasta mi habitación.
-¿Segura que puedes caminar? - asenti.
-Solo es la rodilla Nath.- le recordé.- Mejor ayudame a decidir que ponerme.- me levanté de la cama.
-No se porqué esperas que te agarre la tarde.- se cruzó de brazos.
-Por favor.- mis labios tomaron una pequeña curva hacia abajo.
-Bien. ¿Donde dices que irán? - se dirigió a la cabezera de mi cama, donde se encontraba el guardarropa.
-¿A un cafetín?- se volteó para observarme.
-¿Qué?- su mandíbula estaba un poco caída.
-No se en realidad. - me alcé de hombros. - Ayer no me llamó como había acordado. Se acordó que debía llamarme hasta hoy y solo dijo que me alistara, que pasaría por mi en menos de una hora. Lo mas lógica es un cafetín.
-Mmm...- se giró dándome la espalda nuevamente. - Descarta cualquier posibilidad de que te ofrezca un jeans.- iba a reprochar pero no me lo permitió. Ya sabia por donde iba esto.- Tienes una herida, ¿recuerdas? - corrió varias piezas de ropa de un lado hacia otro para encontrar alguna que le gustara.- Este esta perfecto.- giró sobre sus talones con una sonrisa deslumbrante pegando a su cuerpo el vestido floreado volado que llegaba arriba de las rodillas.
-No pienso ponerme eso.- me crucé de brazos con el ceño fruncido.
-Yo no te estoy preguntando si te lo piensas poner o no.- alzo una ceja.- Te estoy ordenando que esto es lo que te vas a poner.- caminó hacia mi.-¿Tu me pediste ayuda? Aqui la tienes y no te quejes.- empujó el vestido hacia mi pecho dándome un leve golpe.
-Auch.- tome con una mano el vestido y con la otra me sobe el pecho.- Esta bien.- rodé los ojos.
Me despojé de mi traje de dormir, porque todo el dia pase en pijama, y por supuesto, sí me bañe. Pero lo más cómodo para estar en casa son un par de harapos.
Tiré el pantalón de dormir a la esquina de la habitación y coloqué el vestido en mi cuerpo.
-¡Niñas! ¿Qué esta pasando?- gritó nuevamente mi madre.
-Nada mamá. Ya casi acaba.- gritó Nath. Forcejee un poco con el vestido ya que estaba un poco pasadita de mi panza.
Debía hacer ejercicio.
-Ayudame a subir la cremallera de esta cosa.- Nath se acercó a mi espalda e hizo lo que le pedí.- ¿Me puedes pasar las zapatillas de meter negras?- me observó de mala cara.- Por favor. - caminó a mi zapatera. Regresó con ambos zapatos en una mano y los tiro a la cama.- Gracias Nath.- sonreí forzadamente. Ella me saco la lengua. Tomé las zapatillas colocándolas en mis pies.-¿Cómo estoy?- sonreí. Nath me dio una expresión de asco.
-Repugnante. Dejame te ayudo.- se acercó a mi estrechando su mano para alcanzar mi cabello que se encontraba amarrado en un intento de moña. Aún tenía la gaza al lado de mi cabeza. Soltó mi cabello con cuidado e hizo una coleta un poco alta sin socarla para evitar lastimar mi herida. Dio dos pasos hacia atrás juntando sus manos.- Estas mejor que antes.- caminé al espejo que colgaba detrás de mi puerta. No estaba mal.
Nathalie se acercó por detrás tendiéndome un labial rojo.
-Que le dé un poco de color a tu rostro.- observe por el espejo su rostro que me guiñaba un ojo. Asenti y lo apliqué.- Vamos. Debe estar desesperado, lo hombres son unos impacientes. - reí sonoramente. Tomé de mi cama mi celular mientras Nath abría la puerta y salía primero. La seguí.
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BLACK EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. Nerviosa abrí la...