Corría como cadejo sin freno, con velocidad, porque de correr depende mi vida. Mi pecho se agita ante las bruscas respiraciones que tomaba para no detenerme, porque si me detenía todo se acabaría, para mi.
Salté unas cuantas ramas para no tropezar en el oscuros bosque. Por el pálido reflejo de la luna, y las aberturas que forman la distancia entre un árbol con otro, me permitía tomar direcciones.
Observé por una nanosegundo encima de mi hombro, si aun seguía detrás de mi, pero solo habían árboles que dejaba con el paso. Eso me alertó aún mas, y agudice mi sentido auditivo. El ya no me seguía, y una parte de mi se sentía aliviada, pero la otra se encontraba hecha un torrencial de miedo. El podía aparecer en un abrir y cerrar de párpados donde se proponga, ya que es mucho más rápido que mis inútiles y pocas ejercitadas piernas.
Sin temor seguí avanzando sobre las hojas crujientes para encontrar la salida de este oscuro lugar. El en trayecto mis pies tropezaron con una roca, haciendo volar mi cuerpo y derrapar en la tierra, como una bola de boliche sobre su canal.
Sentí como mis brazos se rasgaron, y mi camiseta se levantó un poco, exponiendo mi estómago y lastimando de igual manera que a mis brazos. Me sentí avergonzada por un momento, y mi corazón tomó el mismo ritmo indomable cuando estoy muerta en vida de miedo. Con dificultad apoyé mis manos sobre la fría tierra, ascendiendo mi cuerpo paulatinamente.
Una vez sobre mis pies, sentí leves punzadas de los daños ocasionados debido al derrape, sobre mis brazos y estómago. Observé que de ambos brazos escapaba sangre, pero no en abundancia. Subí la camiseta hasta la altura de mis pechos y chequee que mi estómago se encontraba rojo como un chile ardiente. Le reste importancia a mi torpe caída, con mis torpes lesiones y gire sobre mis botas para reanudar mi camino. Di un paso y escuché como las hojas chillaban bajo mi peso, antes de dar el segundo para avanzar, ya habían hojas crujiendo sin haber puesto mi pie hacia delante.
Mi sienes empezaron a dar punzadas, alertando que ya estaba aquí, y que estaba por mi. Sentí como una capa de aire frío me envolvía causandome escalofríos. Mi corazón se había congelado por completo, ya no bombeaba sangre. Mis pies se anclaron en la tierra y mis brazos se paralizaron, dejandome sin escapatoria.
Escuche como las hojas chillaban constantemente mientras avanzaba con rapidez hacia mi cuerpo inerte. Cuando su cuerpo estuvo cerca del mío, un torrencial de aire hizo que mi cabello se elevara con locura. Su respiración acarició mi cuello, y lo único que pensé es en el asco que me generaba tenerlo cerca. Con autoridad tomó mis caderas, causando que mi corazón despertara de su ensueño con furia. Mis ojos danzaban de un lado hacia a otro debido al horripilante pavor que sentía recorrer mi cuerpo entero.
-Esperé por mucho tiempo este momento.- susurró tras de mi.- Y me alegra que haya llegado.- una risa endemoniada pero con calma, se expulsó de sus cuerdas vocales.-Andelante.- ordenó a la nada.
De las sombras se expulsaron dos tipos, dos tipos que conocía muy bien. Trague un nudo gigante de saliva, que le costó atravesar a mi garganta. Uno de ellos quedó en penumbras, y el otro avanzó con un metal que destellaba colores cuando el reflejo de la luna colisionaba con el.
-Te prometo que no nos veremos más ni en esta vida, ni en la otra.- una carcajada envenenada fluyó de él. -No dolerá, confía en mi.- desde la poca distancia que se encontraba de mi cuerpo, apuntó el metal puntiagudo hacia mi pecho.
Mis ojos volaban como desquiciados por todo el oscuro bosque, en busca de alguna escapatoria. Pero era imposible por el agarre brusco de Anwar en mi espalda, y mis pies se anclaron tanto en la tierra, que hasta creí que ya habían raíces. Un sollozo se escapó de mis labios, y una gota salada emanó de mi ojo.
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BLACK EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. Nerviosa abrí la...