29.-Enfrentamiento.

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[Feliz 3er Aniversario de BLACK EYES]

El zumbido del aire le provocaba mareos a mi cerebro. Mis párpados estaban firmemente pegados, el temor de abrirlos y darme cuenta de no saber donde estoy, me carcome con desesperación. Mis brazos están firmemente presionados a mis costados, al igual que mi pecho y estómago. Mi espalda se lastima con el mínimo movimiento que haga. Estaba sobre algo rasposo, porque mis brazos lo sentían.

El viento sopló con intensidad, causando un motivo del porque abrir mis ojos.

Lo primero que observé fueron un par de sogas gruesas que rodeaban mi cuerpo, incluyendo al objeto que tenía en mi espalda, que no era mas que un pino. Mis pies descalzos al igual que mi torso se encontraba atados.

Sentí la presencia de un individuo cerca de mi, donde mis ojos ascendieron hasta su rostro. El aire alborotaba su cabello luciendo desafiante y autoritario. Su manos estaban pesadamente ancladas en los bolsillos de su pantalón, y su mirada vacilaba entre piedad, miedo y tortura. Mis ojos decidieron ignorarlo y observar más allá.

Habían dos tipos de espaldas a ambos, perecían estar de brazos cruzados a la espera de alguien.

Aún mi mente no se encontraba para razonar donde estaba, y el porqué estaba acá, hasta que los vi a ellos. Sabía que esto era real, que aquí no había vuelta atrás o cambio de página para seguir escribiendo la maravillosa historia. Que eran tres contra uno, y estando en desventaja es imposible ganar una pelea.

Trague un poco de saliva, y eso bastó para despertar mis nervios inertes. Recorriendo cada vena, despertaron la furia de mi corazón y la desesperación en mi interior. Mis ojos temblorosos observaron en forma de suplica a Hurwood, que al parecer era el único que no deseaba estar en la batalla, si es que había una.

Hurwood negó con la cabeza baja, entendiendo muy bien lo que le pedía mediante la mirada exhausta.

—Por favor...— susurré con la tristeza hirviendo por mi cuerpo. Su respuesta no fue nada más que un giro de su cuerpo, para otorgarme la espalda.

El viento se convirtió en tempestad de polvo, lo que hizo que mis ojos se cerraran. Sentía la violencia del aire sobre mi cuerpo, era como si el aire deseaba llevarse consigo todos los árboles que lograra mover. De un segundo a otro el aire desesperado se aniquiló convirtiéndose en un simple soplo.

—Ya esta aquí.— anunció entre una risita triunfante.

Sabía que a Anwar le hacia gracia todo esto. Pensaba que era a una simple mosca apestosa a la que mataría con solo un golpe.

Mis ojos irritados viajaron un poco más allá de lo previsto, y mi corazón dio un tirón fuerte cuando lo vi caminar hacia mi con sus manos convertidas en puños.

Me encontraba entre el alivio y el temor. Sentía un poco de tranquilidad al verlo aqui, conmigo, a una cierta distancia, pero al fin conmigo. El temor no se hacía a un lado, causando escalofríos a mi cuerpo con sólo pensar de que ellos podían acabar con él.

Hurwood se colocó delante de mi, aun dándome la espalda, tal y como si fuese un escudo. Su cuerpo no me permitía observar mas allá como lo hacia minutos atrás. Me removí causándole daños a mis brazos y espalda.
Hurwood me observó por encima de su hombro, y como comprendiendo lo que quería se movió solo un poco hacia la derecha.

—Alistala.— ordenó.

Brendan giró sobre sus botas, y con pasos pesados caminó hacia mí. Se acercó e hizo una reverencia para tomar un objeto que reposaba a un costado de mi cuerpo, cubierto por una tela negra. Reanudó sus pasos hacia Hurwood extendiéndole lo que parecía ser algún tipo de arma.

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