Caminé con toda la paciencia que el tiempo me otorgaba hacia las puertas del instituto.
Los chillidos exasperados de Dhara detuvieron mi acción para cubrir mis orejas con mis manos. Observé cada estudiante detener su transcurso para perforar a la pareja de lunáticos con indignación. Mis ojos viajaron hasta los que hacían el espectáculo. Dhara tomaba de las manos a Nathan mientras que él, se limitaba asentir en cada chillido. Sentía mi estómago arder y revolver todo el desayuno. Llevé una de mis manos hacia el punto asqueado y reanude mi caminar con pasos pesados.
Me encontraba hecha toda una bola de fuego debido a la furia que cargaba. ¿Esto eran celos? Lo eran, no lo iba a negar. Nathan está totalmente descartado de mi lista de pretendientes. Pero, ¿Cuándo se añadió a la lista?
Es un idiota faldero, Adonis sin escrúpulos, tenorio sin límites, donjuán por doquier, seductor sin remedio.
Los estudiantes que se encontraban en el pasillo me observaban con asombro. Como si tal yo fuese la loca, y no la que está afuera alardeando de una relación inexistente o eso tengo claro.
Doblé en el pasillo tres a mi derecha para dirigirme a mi casillero. Abrí la puerta arrojando mi bolso dentro de el. Tomé el cuaderno de Lengua y Literatura junto con un bolígrafo. Empuje la puerta con rabia, haciendo que resonara en toda el pasillo.
-Way, tranquila.- un leve respingo me hizo salir de mi pequeño éxtasis de furia. Lleve una mano a mi pecho para tranquilizar las leves aceleraciones que tomó mi corazón.
-No vuelvas hacer eso.- señalé su pecho con mi dedo índice. Mi ceño se frunció.- ¿Por qué lo haces? ¿No sabes que puedes matar a alguien de un paro cardiaco? ¿Qué sabes tú si yo padezco de tal problema?- sin esperar respuesta, y con mucho más enojo que antes, caminé hacia el salón.
Tomé asiento bruscamente en una de las mesas. Golpee mi cuaderno y el bolígrafo al depositarlos encima de la mesa. Me crucé de brazos con el ceño más pronunciado. Tomaba respiraciones con brusquedad, causando que mis fosas nasales se abrieran y cerraran. Comencé a sonar mi pie contra el suelo. Sentía que la temperatura sobrepasaba los grados establecidos. Mis brazos se encontraban rígidos aferrados a mi pecho. Mi mente se apoderó de la magnífica idea de golpear algo, quería deshacerme de este enojo que no me dejaba respirar.
Rápidamente me puse en pie y fui directo al baño.
Cerré con fuerza la puerta de este, detrás de mí. Me detuve en el extenso lavamanos observando mi reflejo en los grandes espejos. Convertí mis manos en puños y golpee la cerámica del lavamanos con furia.
Ingenua...
-Cállate.- golpee el lavamanos una vez más.
Ingenua...
-Déjame en paz.- mis ojos se nublaron.
Cobarde...
-CÁLLATE.- grité desde lo más profundo de mis cuerdas vocales.
Mis ojos expulsaban agua. Un zumbido incomprensible invadió mis tímpanos, afectando a mi mente de tal manera que hacía balancearme en todas las direcciones. Se hacía más intenso y desesperante. Me hacía enfurecer el doble. Por el espejo observe las herramientas de limpieza en un cubo. La idea me hizo perder mis cabales acelerando mi corazón y respirando constantemente con brusquedad. Caminé hacia mi objetivo balanceando un poco. Tomé el madero del cepillo. Aferré mis manos con fuerza sobre el y camine hacia el espejo. Levante la herramienta entre mis manos llevándola un poco hacia atrás para obtener impulso. Mi punto se encontraba localizado, solo esperaba el aviso. Mi pecho subía y bajaba, de mis ojos ya no emanaba agua. Residuos de lágrimas se encontraban acumulados en mis pómulos.
ESTÁS LEYENDO
BLACK EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. Nerviosa abrí la...