-No es nada Ayleen.- habló con una sonrisa forzada mientras deshacía su agarre de mi antebrazo.
-¿Qué pasa? ¿Te lastimaste?- caminó apresurada hacia mi lado.
-No es nada grave mamá.- observé mi antebrazo el cual tenía una gruesa seña color rojo, por el fuerte agarre. Acaricié el lugar afectado.
-Con permiso.- Brendan asintió levemente, y se retiró enseguida.
-¿Quién era ese?- frunció su ceño.
-Un compañero nada importante.- me alcé de hombros mientras caminaba en dirección a la entrada de casa, dejando a mi madre atrás.
Dejé la puerta entreabierta para darle paso a mamá. Caminé hacia las escaleras, subiendo de dos en dos. Abrí la puerta de mi habitación mientras entraba y cerraba a mi espalda. En dos pasos grandes llegué a la cama para dejarme caer.
Ese tipo estaba loco. ¿Cómo puede aparecer en mi propia casa tan campante? Agradezco la llegada inesperada de mamá. Tal vez ahorita estuviese tumbada en la cama de un hospital. Que falta de respeto, ¿pero qué va a saber de respeto ese?
Necesito entrenar.
Los parpados adquirieron voluntad propia, y empezaron a moverse de arriba hacia abajo. Un bostezo escapo de mis labios. Me coloqué en posición fetal mientras me encogía un poco para acurrucarme mejor. En una de tantas, mis parpados decidieron cerrarse por completo. Cayendo completamente en un sueño profundo.
Abrí mis ojos de inmediato. El impulso hizo que mi espalda se levantara quedando sentada en la cama. Mi pecho subía y bajaba debido a la falta de aire que carecía mis pulmones. Tomé una bocanada de aire, recuperando todo el oxígeno que necesitaba.
Hacía un frío violento. Observé las ventanas, y estas, se encontraban abiertas. Fruncí mi ceño ante el recuerdo de haberlas dejado cerradas con traba.
Caminé hacia ellas, cerrando de inmediato ambas ventanas y guiñando una de las cortinas para cubrir la mitad de la ventana. Tomé la otra mitad guiñándole, pero esta me regresó el guiñon. Fruncí mi ceño, y volví a guiñar.
Una risita llegó detrás de la cortina, la cual hizo que mi cuerpo reaccionara de inmediato, dando una gran zancada hacia atrás. Casi pierdo el equilibrio al colisionar con el borde de la cama, pero mi mano fue más rápida al apoyarse en el colchón, y sostenerme. Recuperé la postura de inmediato.
El sujeto salió detrás de la cortina que anteriormente guiñaba. La poca luz solo me permitía ver una sombra. Y si mi vista no fallaba, era un chico.
No me sorprendió en lo absoluto. Más bien me transmitía una confortable paz, como si lo conocía de hace mucho tiempo. Pero no, no conocía ni una pizca a la sombra que estaba frente a mí.
-¿Quién eres?- indague de lo más tranquila. Soltó una leve risita, que hizo un cosquilleo en mis tímpanos el cual tuvo como resultado que sacudiera un poco mi cabeza.
-Hurwood.- caminó hacia mí, quedando a dos pasos de distancia.- Un placer.
-¿Qué haces en mi habitación?- le preguntaba como si fuese un amigo con el que tenía bastante confianza.
-Solo reviso.
-¿Qué revisas?
-Si duermes bien.- adquirió otro paso más.- ¿Quieres ver algo?- asentí.
-¿Qué me quieres mostrar?
-No creí que fueses tan confianzuda.
-No lo soy. Pero contigo siento que es diferente.
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BLACK EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. Nerviosa abrí la...