12.-Dulce veneno.

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-¿Isabelle?- su voz resonaba en mis tímpanos.- Soy Nathan... Sí, ese...- dijo exasperado- Necesito de tu ayuda... Sí, de tu ayuda... Quiero que le digas a la señora Way de que Ayleen esta contigo, que no llegará a casa ya que tu madre la invitó a cenar y no las dejó salir porque era muy tarde... Isabelle... Is... Isabelle.- habló fuerte. - Ella está conmigo, ¿ok? Es muy largo de asimilar, esta bien, solo... Solo que estamos con un poco de dificultad para llegar a casa.- suspiró. - Gracias... La llevaré sin ningún rasguño... Bien.

Abrí lentamente mis ojos observando la oscuridad total. Reaccione que estaba en el auto de Nathan, que había sido golpeado, saliendo de la carretera e impactando con algo.

-¿Robert?- suspiró nuevamente. - Necesito un favor... Tuve un accidente cerca de la carretera que esta fuera del pueblo, necesito que me recojas... Te explico luego, no estoy solo... Bien, te espero en la pista.- me levanté tomando mi cabeza, me acomode en el asiento trasero. Nathan me observó.

-Que migraña más espantosa. - sobé mis sienes.

-¿Estás bien?- sus ojos destellaban preocupación.

-Solo esté insoportable dolor.- dejé de mover mis dedos.

-Dejame verte.- bajó del auto.

Observé el frente dándome cuenta que el asiento del copiloto había impactado con un gran tronco de árbol.

Sí Nathan no me hubiese gritado, probablemente no sentiría mis piernas. Probablemente perdería mis piernas.

-¿Puedes bajar?- no me di cuenta en el momento que Nathan había abierto la puerta. Asenti y salí del auto. Cerré la puerta con delicadeza. -¿Me permites?- levantó un poco su mano hacia mi rostro. Asenti. Se acercó a mi un poco mas. Era dos cabezas mas alto que mi persona, su respiración golpeaba por encima de mi nariz. Examinó detenidamente mi frente mientras yo lo observaba mover sus ojos de un lado hacia otro. El pobre brillo de la luna hacía ver de sus ojos mas negros de lo normal.

Su respiración me parecía tan cálida, que estaría segura que si me abrazaba se me quitaría el frío por completo, no dudaba que sus brazos estuviesen calientes.

Respiré profundamente haciendo que él detuviera su acción y me observara fijamente.

-¿Pasa algo?- su voz sonó ronca. Carraspeo un poco.

-No...- susurré. Me estaba perdiendo en la profundidad de sus ojos negros. No apartaba sus ojos de los míos. Tal vez era una pequeña pelea de quien parpadeaba primero perdía.- Puedo...- levanté mis brazos mientras le rodeaba el cuerpo con ellos. Me pegué a él sin esperar su consentimiento.

No estaba equivocada cuando pensé que estuviese caliente. Aunque sus brazos no me protegían de alguna manera, su pecho me decía lo cálido que era. Suspire un poco estando aún junto a él. Parecía haber entrado a uno de esos estados que el suele estar, donde para él se congela todo su organismo y lo único posible de moverse son sus párpados.

Sentí un leve peso caer en mi espalda. Demoré un segundo en darme cuenta que Nathan me abrazaba.

Lo observé, y él a mí.

-Gracias...- susurré.

-No lo agradezcas. No es tan malo después todo.- acarició mi cabello. Sentí como el tiempo se detenía y me convertía en un cubo de hielo. El primer afecto. Después de tanto, Nathan se encontraba acariciando mi cabello como si no fuese la gran cosa. Me separé un poco de él sin soltarlo ni un instante, el tampoco lo hizo.

Quería saber que tan profundos eran sus ojos, y a que tipo de perdición me llevarían.

-Nathan.- llamó alguien con voz firme a nuestro lado. Nathan me soltó de inmediato retrocediendo tres pasos. Observé al tipo que llamaba a Nathan.

BLACK EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora