—Nathan cariño...
—Basta Dhara.
—¿Por qué la defiendes?— Nathan frunció su ceño.
—Yo no vengo a defender a alguien. Solo que no te voy a permitir que golpees, no importa a quien. — alcé una ceja. No se porque me sorprendía. Era obvio que este solo vino por Dhara.
Hice un leve movimiento de cabeza para olvidar la estupidez de que él, había interrumpió por mí.
Tomé mi bolso y mi cuaderno. Giré sobre mis talones. Lo observé fijamente por un instante con un mal sabor de boca. Me disponía a dar un paso para salir de esta escena de locos, pero Dhara me lo impidió al guiñar de mi cabello.
Por instinto flexione mis rodillas acercándome a ella. Dejé caer mi cuaderno, para colocar la mano sobre la de Dhara y hacer el intento de soltarme.
—Dhara...— nombró amenazador.
—Esto no es de tu incumbencia Nathan. Déjame solucionarlo.
—Suelta su cabello. — no movía ni un solo músculo. No quería que su mano llegara hasta la gaza y estropeara la herida con puntos.— Ahora.
—¡No fastidies!— elevó su tono de voz.— ¡Vete!
Observé como Nathan convertía sus manos en puños y los presionaba. Su mandíbula se encontraba rígida, y su ceño más fruncido. Sus ojos iban directamente hacia los de Dhara.
No sabía si me estaba volviendo daltónica, por lo que una parte de mi cabellera estaba siendo levemente guiñada y eso me afectaba o porque en realidad ya perdí la poca cordura. Pero el color de los ojos de Nathan eran más negros de lo normal. Tan negros que sus iris no se distinguía de sus pupilas.
-¿Qué estás haciendo?- escuché preguntar de Dhara con la voz temblorosa.-¡Deja de hacer eso!- soltó mi cabello para atrapar su rostro entre sus palmas.-¡Ya cállate!- tomé postura y observe como Dhara expulsaba de sus ojos lágrimas. Observé a Nathan desconcertada por ver a Dhara llorando frente a mi.- Deja de hacer eso Nathan por favor.- suplicó entre lágrimas.
-¿Qué le estás haciendo?- pregunté bajo. Los ojos de Nathan volvían a tomar el tono negro normal de él. Dhara salió detrás de mi espalda atacada en llanto, desapareciendo al atravesar el marco de la puerta.
Nathan se encontraba inmóvil. Como si se hubiese congelado.
Le prometí a Anwar estar lejos de él, y eso es lo que haré. Tomé el cuaderno que yacía en el suelo, y caminé con pasos ágiles hacia el marco atravesando este. Doblé a mi izquierda para dirigirme hacia la cafetería. Llegué al final del pasillo y doblé a mi derecha. Empujé las puertas del lugar, penetrando este. Pocos estudiantes se encontraban en las mesas de la cafetería. Reanude mi paso para tomar asiento en una mesa desocupada.
-¡Ey Ayleen!- la voz provenía de mi izquierda e inmediatamente gire mi cabeza a ese lado.
Isa y Paul se encontraban sonrientes observándome sentados desde una mesa. Caminé hacia ellos, y tomé asiento al lado de mi amiga.
-¿Qué pasa chicos?- acomodé mi bolso encima de la mesa.
-Eso quisiera saber, ¿por qué tan pálida?- preguntó Paul frente a mi.
-Estar con la cocos tiernos le hace mal.- Paul frunció su ceño ante la respuesta de Isabelle. Isa llevó una mano hacia mis omoplatos y los acaricio.
-¿Qué es cocos tiernos?- ambas rodamos los ojos con una sonrisa en los labios. Que bien se escuchaba ese tonto sobrenombre salir de la boca de un chico.
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BLACK EYES
ParanormalATENCIÓN: Esta novela la escribí cuando tenía quince años, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas que aun no han sido corregidas, algunas contradicciones y poco desarrollo de los personajes. La revisión continúa en espera. Nerviosa abrí la...