21.-Al borde de perder la poca cordura.

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-Soy yo, soy yo.- la voz de Brendan se apresuró a responder.- Estoy trozando un palillo de madera. Tienes muy bien agudizado ese sentido auditivo.- bromeó.

-Compórtate como lo que eres Brendan.- regañó la voz anónima.- Bien, Hurwood...

No quería seguir escuchando esto. No quería seguir aquí. Siempre cometiendo estupideces.

Retrocedí tres pasos. Tomé una respiración y gire con rapidez para correr hasta la camioneta. Mis piernas se encontraban cansadas, pero aun así me quedaba un poco de energía. Corría como podía, mis piernas ofrecían todo de ellas, pero mi pecho ya no daba más. El corazón bombeaba con fuerza producto de la adrenalina y la falta de oxígeno. Pero no quería estar un minuto más en este lugar.

Salí del bosque llegando a la carretera. Caminé con pasos rápidos hacia la camioneta. Entre en ella llevando una mano a mi pecho. Sentía como se desgarraba, sentía un ardor profundo dentro de el. Tomé bocanadas de aire para aliviar las molestias que causaba, pero en cambio, lo que conseguía eran hincones con cada respiración. Tragué la poca saliva que mis glándulas salivales me ofrecían y cerré los ojos.

Me sentía mal. Muy mal. Tan mal que quería llorar, llorar sin saber el porqué. Mi pecho tomó una leve convulsión y de mis cuerdas vocales salió un quejido. Mis ojos se llenaban de agua bajo mis parpados, y eran expulsados por voluntad propia de mis ojos. Recosté mi cabeza en el volante mientras que mi pecho seguía con sus leves convulsiones. Mi llanto se hizo audible, resonando por toda la camioneta.

El tono de llamada de mi celular hizo cesar mi llanto paulatinamente. Extraje mi celular de una de las bolsas de mis jeans, y atendí sin observar el destinatario, como era de costumbre.

-¿Hola?- mi voz se expulsó quebrada.

-Ayleen, ¿estás bien?- la voz de Isabelle no me hacía sentir bien.

-No.- mi pecho volvió a tomar una convulsión al mismo instante que de mis ojos se escapaban unas cuantas lágrimas.

-¿Dónde estás?- indagó con preocupación.

-En una de las carreteras que están fuera del pueblo.- respondí entre lágrimas.

-¿Puedes conducir hasta acá?- tragué saliva con la intensión de calmar mi llanto.

-Eso creo...

-Te esperaré en casa con Nathalie.- asentí hacia la nada.

-Llegaré en cuanto pueda.- sorbí un poco de mucosidad. Colgué la llamada, porque claramente no me encontraba de ánimos para hablar.

Corrí las lágrimas que se encontraban en mi rostro con mis dedos. Lleve mis manos un poco húmedas hacia mis piernas, y las limpie en mi pantalón. Tomé el volante con una de mis manos mientras que con la otra insertaba la llave. Posicione mi mano derecha en el cambio, jugué con el, y tomé el volante pisando el acelerador. Hice un giro a mi izquierda entrando a la vía que me correspondía. Acelere, llegando a la calle que me lleva al pueblo.

[>>>]

-¿No necesitas algo mas?- negué inmediatamente.

-Con el agua estoy bien.- llevé el borde del vaso hasta mis labios donde tomé un poco de H²O. Lo despegue de mis labios para depositarlo en mi mesita de noche.

Cuando llegué a casa encontré a Isabelle y Nath en el sofá. El rostro de ambas reflejaba angustia por mi culpa, logré tranquilizarlas con la excusa que pensé en Raúl y eso me volvió loca. Ambas no muy convencidas aceptaron mi excusa. Luego de eso Isabelle me ordenó descansar un poco, pero me negué rotundamente. Le recordé que Laz había dejado tarea y que debía de realizarla, a lo que ella se adelanto a negar y ofrecerse. Ella respondería el par de preguntas que Laz había dejado. No me dejó otra opción que simplemente aceptar. Le pedí seguirme hasta mi habitación, porque claramente no me encontraba en la condición de que una triste soledad me acompañara, ya que sentía que me derrumbaba sin tener éxito en la búsqueda del "por qué". Le dije que quería hablar un poco, un poco de todo, un poco de lo que sea, un poco que me distraiga. Antes de subir las escaleras Isabelle fue al cuarto de cocina por un poco de agua.

BLACK EYESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora