Let's Fly

Capítulo 10

Ambos se quedaron en silencio.

Leo sonreía mientras veía por la ventana, había convencido a Millie de ir a un café luego de clases. Tenía mucha curiosidad que satisfacer.

Millie por su parte trataba de evitar hablar de más.

Estar con Leo la hacía sentir cómoda. Él no se preocupaba por los demás. Se podía confiar en él. Esos pensamientos andaban en la cabeza de Millie.

—¿Cuál es tu sueño? —preguntó al cabo de un rato.

Millie se sobresaltó. Nunca le habían preguntado aquello. Nadie se había molestado en hacerlo, ni sus padres ni sus amigas ni Matt.

—¿Por qué quieres saberlo?

Millie estaba algo desconcertada.

—Porque siento que nunca te lo han preguntado.

Clavó su mirada en él, sorprendida. Era increíble cómo lo había acertado. Entonces se puso nerviosa, no sabía cómo responder a eso.

—Yo... No tengo sueños. —dijo Millie recuperando la seriedad.

—Debes tener alguno.

Leo la miraba con atención, escudriñando cada centímetro de su expresión facial.

—Solía tener uno, pero no podré cumplirlo así que sólo lo dejé. —La mirada de Millie se perdió en la ventana.

—No lo sabrás hasta que lo intentes. —le regaló una sonrisa.

La tensión entre ellos había desaparecido y eso se debía a que Leo estaba apoyando a Millie. Ella se lo agradeció por dentro. A pesar de no haber dicho cuál era, Millie tenía un sueño y por alguna razón había renunciado a ello.

Normalmente, las chicas que son traicionadas por sus parejas, tienden a no querer saber más nada con el amor. Millie tenía esa clase de pensamientos, pero definitivamente no era lo peor que le había pasado. Había algo más que afectaba a Millie y Leo la estaba ayudando de a poco. Algo que sólo ella sabía.

Cuando ya estaba atardeciendo, Leo se ofreció a acompañar a Millie a su casa. Ella no quería, pero él insistió.

«Es difícil negarle algo.» pensaba.

Cuando llegaron, Leo vio que las luces estaban apagadas y el jardín algo descuidado.

—Gracias por acompañarme... Ya puedes irte. —dijo mientras abría la puerta.

—Millie, vayamos a ver una película mañana. —Leo le agarro la mano—Tengamos una cita.

—¿Huh? ¿C-Cita? —Millie se había sonrojado un poco—¿Por qué debería...?

—Te veo mañana—la cortó.

Se despidió con la mano y se echó a andar.

—¡Oye! —Millie estaba algo desconcertada.

Leo hacía lo que quería y eso le aterraba. No, lo que realmente le aterraba era que ella no era rival para él.