Capítulo 2

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Faltaba poco para que acabara el horario escolar y Millie no quería regresar a casa. Para ella era como ir a la oficina del director después de haberse peleado con otros compañeros. Algo desagradable, sin duda.
Ante esto, comenzó a dar vueltas y vueltas por los pasillos vacíos. Muchos ya habían regresado a casa, incluidas sus amigas y Matt. Eso es lo que ella creía.

Era la primera vez que había optado por quedarse un rato más después de clases. Siempre daba vueltas por el parque mientras hacía tiempo. Sin embargo, esta vez se había quedado en la escuela.
Deambuló por las aulas, evitando claramente a los profesores con la excusa de que se le había perdido algo. Llegó al aula de Matt y se paró frente a su asiento. Lo observaba con mucha atención. Cada detalle sobre Matt ella quería saberlo. Ojalá alguien le hubiera dicho a Millie en ese momento que se fuera a su casa.

Ella siguió caminando hasta llegar al baño. Quería lavar su cara antes de irse. Tenía que prepararse mentalmente para lo que vendría luego, cuando su madre se molestara con ella por alguna cosa sin sentido.

—Ella ya se ha ido a casa, así que estará bien. —se oyó desde el pasillo.

Las voces eran de Jade y Sarah y, por un momento, pensó en preguntarles que hacían allí, pero no lo hizo. Por alguna razón, una alarma se encendió en su interior y se escondió en uno de los baños, guardando silencio.

—Es increíble lo ilusa que es... Al principio no podía creer que no se diera cuenta...—dijo Jade entre risas.

—No deberías hablar así de Millie... Mira si llega a escucharte alguna vez...—No terminó de decirlo y soltó una carcajada.

—Oye, ¿Y qué me dices de Rose? ¿Crees que siga con su juego de la buena amiga? —Jade había apagado un poco la risa y Sarah se miró al espejo.

—No creo que lo deje. De ser por ella lo seguirá hasta que se gradúe. Después de todo, Millie no se dará cuenta... —dijo Sarah mientras se pintaba los labios.

—Pobre Millie, si tan solo supiera... que su gran mejor amiga Rose se acuesta con su novio. —soltó una gran carcajada.

—¡Jade! —Sarah intento ponerse seria, pero no lo logró y se echó a reír junto a Jade.

Esas palabras y risas se habían clavado en lo más profundo de Millie, como una estaca. Sus oídos le zumbaban y tenía punzadas en el pecho. Las siguió escuchando hasta que sus voces se perdieron en la lejanía del pasillo y, entonces, al no poder aguantarlo, vomitó.

«No puede ser cierto, es mentira. Escuche mal.»

Se repetía esas palabras, una y otra vez, mientras caminaba hacia la salida, intentando creer que no era cierto, que todo era un error. Aunque intentaba negarlo, las voces de sus amigas la atormentaban demasiado, repetían cual disco rayado que su novio le era infiel. ¿Cómo podría ser eso cierto? ¿Cómo podrían haberla engañado? Ellos se amaban...

Mientras bajaba las escaleras de la entrada del colegio, la pulsera que le había regalado Matt se cayó. El chico, que la había observado antes, la recogió para devolvérsela. Le habló, pero Millie no escuchaba. Ella seguía caminando mientras que el brillo en sus ojos se opacaba.

Entonces, la burbuja de Millie explotó.

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