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CAPÍTULO 5

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CAPÍTULO 5

Ashley

Sus manos temblaban y su voz no salía con coherencia. Tras compartir unas palabras con su abuela sobre aquel chico todo dio una vuelta de 360º. La mujer mayor leyó el último mensaje por petición de su nieta y claro, no entendió, no transpasó la linia que la joven si hizo.

— No es que hable mal de sus amigos o no le importe su amistad cielo. Solo esta dejando en claro que eres la única persona que se ha intresado por sus gustos y eso es algo bueno — Dijo la anciana removiendo el estofado.

Su pecho se contrajo y en su garganta se formó un nudo impidiendole pasar saliva. ¿Acababa de cerrar las puertas de esa amistad con él? Con el móvil en las manos no supo que hacer. ¿Como le hablaba después de haberle dejado sin respuesta? Y no habían pasado tres horas no, había pasado todo ese día y medio del día siguiente. Ahora casi a la hora de comer se encontraba echa un manojo de nervios por lo que para unos sería y se vería como una tontería pero para ella... no.

— ¿Que le digo abu? — Sollozó.

— ¿Él no sabe que tú creistes eso no? —Ashley asintió efusivamente— Entonces háblale como si nada hubiera sucedido — Sonrió la abuela con una ligera sonrisa mostrando más arruguitas por hoyuelos.

Ella suspiró y dejó caer su cabeza a su mano para ver como le servían el plato a la mesa. Con desgana tomó la cuchara y fue tragando hasta que se lo terminó. Andaba tan pendiente de sus pensamientos que no se percató de que había limpiado el plato. Su abuela la observó con detenimiento y sonrió llena de alegría. Por una vez, su nieta limpiaba el plato y no se dejaba algo. Ya no sabía si el echo de que le sobrara era costumbre, por que no quería o vete a saber porque razón. A esto le seguía la respectiva charla de "no hay que tirar la comida porque no estamos para irnos de marcha jovencita". Ashley pensaba que esa era la frase favorita de su abuela junto a la de "tu padre los tiene pequeños para no pasarse por aquí y si lo hace lo castraré". Ella la observaba pero no decía nada porque no es que entendiera bien lo que quería decir, entonces se mantenía callada.

Tomó un sorbo de agua bien fría y recogió los platos para dejarlos en la pileta. Hoy le tocaba a ella fregar. Lo haría por la noche asi se gastaba menos agua. Besó la mejilla de su abuela sorprendiendo a esta de nuevo y se fue a lavarse los dientes. Cogió su teléfono y se acurruco bajo las sábanas sintiendo sus ojos arder y su pecho contraerse. En pocos días había tocado fondo con un asunto y no sabía como surgir de él.

Releyó todos y cada uno de los mensajes que compartió con él mordiendo su labio para no comenzar a llorar. Algo bueno que le sucedía y lo perdía en meros días. ¿Como puedo ser tan tonta? ¿Tendré algo mal? Sera eso seguro... Sollozó y tomó una gran bocanada de aire pero no conseguía calmarse.

Sus ojos poco a poco se fueron cerrando para caer en un abismo de paz y preocupaciones que fueron interrumpidas por una sintonía que nunca había escuchado pero que sabía que provenía de su móvil porque vibraba y su pantalla estaba iluminada con un nombre en ella.

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora