25

1.8K 138 38
                                    

Ares

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ares

Parpadeó nervioso. Acababa de besar su cuello como si eso fuera natural entre ellos, pero de cuerta forma así se sintió. Desde su aparición Ares se sentía bien alrededor de ella y más en sus brazos. No tenía intención de dejarse llevar ni asustarla pero ahora solo podía mirarla a los ojos olvidándose de ese rubor que destaca en su níveo rostro. Debía esperar a que fuera ella la que hiciera el próximo movimiento, no podía arriesgarse a hacer algo y apartarla. Le había costado mucho hacerla entrar, confiar en él para que ahora lo fastidiara todo.

—Yo... —susurró tan débil que lo obligó a acercarse más a ella.

Sus respiraciones se mezclaban y Ares decidió levantarse poniendo una gran distancia. Estaba mal lo que estaba haciendo. Ella no estaba para pensar en eso cuando su abuela estaba en el hospital. Llevó sus manos a su cabello con frustración maldiciendose. 

—Lo siento Ashley... me dejé llevar y pues... bueno... —no terminó.

Los brazos de la chica lo abrazaron por la espalda. Su frente quedó reposada entre sus omóplatos. Con una leve sonrisa se removió entre esos finos brazos para quedar frente a frente y envolverla con los suyos. Ninguno dijo nada más. Ashley se escondió en su pecho y Ares enterró su mano en su cabello repartiendo caricias.

—Tienes el cabello muy suave —inclinó su rostro para esconder du nariz en él haciendole cosquillas— además huele muy bien. ¿Sabes una palabra para describir el acto de acariciar el cabello? —ella negó— Cafuné.

* * *

El timbré sonó y fue él quien abrió al pizzero intercambiando su cena por el dinero. Al ver la dimensión de la pizza supo que les iba a sobrar asi que una idea rondó por su mente. Cumpliendo esta se encontraban de nuevo en el hospital dejándole al padre de ella tres cuartos de la pizza.

—Mira que chico tan apañado —apuntó la abuela provocando reir a Ares— Riete hijo pero traes eso que huele tan bien y yo comiendo este puré de patata pasado.

Él negó con la cabeza y se acercó a hablar de varias cosas con la señora mayor mientras Ashley no se separaba de su padre quien besaba su frente y mejillas con una sonrisa. Se quedó tan ensimismado viéndola que la abuela tuvo que pellizcarlo.

—¿Esas miraditas que quieren decir bribonéete? 

Mucho calor subió hasta su rostro y bajó la cabeza sin saber donde poner sus ojos ahora.

—Cuando salga de aquí tu y yo hablaremos —añadió Marga con un guiño y él asintió avergonzado.

Ya no tenía sentido ocultarselo a su propio corazón que estaba sintiendo cosas más allá de la amistad por esa chica. Esta vez todo era diferente y más intenso. 

Ashley le miró ladeando su rostro y sonrió para desmoronarlo allí. La abrazaría sin dudar ante todos pero no podía. 

Tras despedirse de nuevo tomaron el autobús y volvieron a casa. Calentaron la cena y sentados en el suelo entre cojines y una sábana cenaron entre risas y charlas comunes. Ares estaba sorprendido de ella. Estaba siendo muy fuerte y lo más importante es que ya se relacionaba como una chica de su edad... No era tan cerrada, ya no. 

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora