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CAPÍTULO 8

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CAPÍTULO 8

Ares

La miraba atento, esperando su respuesta que tardaba en llegar. Involuntariamente ella se lamió los labios humedeciéndolos y sus ojos repararon en eso... Se quedó fijo en ellos evaluándolos, analizándolos hasta que ella habló.

— Creo... que el azul... pero el azul oscuro del cielo como cuando es de noche — Dijo ella quedamente pasando un mechón tras su oreja.

Ares sonrió, ahi tenía un tic de nerviosismo. Sinceramente le pareció una respuesta maravillosa. Ella no solo decía el color sino que incluso añadió una bonita razón. Tener una conversación así le agradaba de sobremanera y la felicidad corría por sus venas.

— Entonces, ¿me apuesto mi fresa a que las noches estrelladas te gustan? — Ladeó su rostro con una sonrisa ladina.

Sabía que jugaba con ella pero es que él también tenía un deje de humor aunque costaba pillarlo. Él no era de contar un chiste o anécdota graciosa, él hacia comentarios como esos con la intención de sacar una sonrisa de su acompañante, en este caso la chica de ojos miel.

Lo logró, ella soltó una risita suave y asintió sonriente dejandole transpuesto. ¿Por que llamaban tanto su atención sus sonrisas? No solo era la sonrisa en sí, era ver como sus labios sonrosados se estiraban y por sus esquinas se formaban dos pequeños hoyuelos remarcando sus pómulos. 

Pinchó la fresa que había apostado y la llevó a su boca saboreando el fruto bañado en nata. La miró y ella se sonrojó porque la atrapó mirándole.

— ¿Cuál es tu color favorito? — Murmuró y él captó que quería evadirse de la incomodidad.

— Pues... —tanteó y cuando iba a decir el color sus ojos se cruzaron con los de ella y cambió de golpe— miel —soltó de golpe y luego carraspeó— Tus ojos tienen un color muy bonito y bueno cambié mi color — Habló algo apresurado poniéndose nervioso por haber caido en la tentación y suspiró.

Dio el ultimo trago a su café mientras los ojos de Ashley lo observaban con sorpresa. Se maldeció. Tenía claro que esa declaración no venía a cuento. ¡Tenia que haber dicho el verde y no mencionar la verdad! Pero lo hecho, hecho está...

— Te toca — Apuró tenso queriendo pasar ese rato.

Ella asintió y bajo sus ojos a la leche como si pensara. Le dio tiempo y al poco ella alzó su rostro decidida a preguntar.

— ¿Cuál es tu... tu comida favorita? — Jugó con sus dedos y con las mejillas teñidas de un rojo cerza a los ojos del joven sonrió.

— Pregunta difícil —atajó reposando su espalda en el sillón pensativo— Creo que esta crepe —rió— o los canelones de mi madre.

Pasó sus manos por su pelo revolucionandolo esperando a que ella contestara su comida favorita. Así la obligaba también a no solo contestar sus preguntas también las que ella hacía por propio interés.

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