Limerencia, limerencia es el estado mental involuntario, propio de la atracción romántica por parte de una persona hacia otra.
Ella nunca ha sentido eso que llaman amor. Es una primeriza y tan inocente... Con una curios...
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Ashley
El edificio azulado donde vivía Ares se alzaba esplendoroso ante ellos. Los tenues rayos de sol del atardecer le daban una visión bastante relajante y bonita. Ella admiró todos los colores que le ofrecía el cielo mientras su compañero, caminaba distraído jugando con las llaves en sus dedos.
Ashley pensó que tenía manos de pianista, eran finas para un chico. Seguramente él era bueno tocando el piano o dibujando. ¿Había algo en lo que ese chico no fuera bueno? Estaba convencida de que no. Si bien, él no se esforzaba mucho y era perfecto... no quiso imaginar hasta donde podría llegar. En cambio, ella era todo lo contrario. No era lista, no era fuerte, no tenía cualidades para destacar, no tenía una familia unida, no era bonita, ella no tenía nada por lo que sentirse orgullosa. A su lado, era un lienzo en blanco mientras que Ares era una lienzo bien pintado y colorido. Él lo tenía todo y ella no tenía nada.
Ese sentimiento la hizo rabiar. ¿Por qué un chico como él estaba con una chica como ella? ¿Pensaba reírse de su ingenuidad? ¿Disfrutaba sintiéndose mejor por ayudarla con todos su problemas?
Sus manos se cerraron en dos puños, el picazón de sus uñas en la piel la avivó. Nada iba a estar bien con ella, siempre estaría por debajo de los demás.
Una ligera calidez envolvió su puño, su tacto era suave y delicado. La obligó a relajarse. De nuevo, Ares se entrometió.
—¿Va todo bien?
Ella lo miró ferviente, quería gritar, llorar, golpearle por todo lo que estaba sucediendo pero sacudió la cabeza.
—Mis padres están en casa —hizo una pausa y vio como su nuez se movía con brusquedad— ¿Quieres subir? Bueno, conocerlos.
Parpadeó volviendo a la realidad. ¿En que estaba pensando? Se dejaba influir por sus pensamientos y no se dio cuenta de que iban a casa de Ares, con sus padres.
Nerviosa tomó una bocanada de aire.
—Yo...
La ronca risa del joven la cortó y frunció el ceño.
—¡No te rías!
—Pero te ves graciosa con esa cara —dijo torpemente entre carcajadas.
Ashley se lanzó a su espalda y comenzó a golpearlo pero él la cargó tomándola desprevenida. Tensa comenzó a reírse cuando Ares se puso a girar gritando. Se aferró a su cuello con miedo pasando sus piernas por la cintura de este. Divertidos y mareados se refugiaron en la entrada del edificio.
—Bájame Ares.
—¿Seguro? —la retó y ella se sonrojó.
Le tiró del lóbulo de la oreja y aprovechando su quejido descendió de su espalda, su mochila había quedado aplastada.
Abrió la puerta y subieron en silencio. Ashley sentía su corazón bombear con fuerza. ¿Qué le dirían sus padres? ¿Cómo la tratarían?