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CAPÍTULO 29

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CAPÍTULO 29

Ashley

Me gustas. Me gustas. Me gustas.

Dos palabras. Miles de emociones. Se tapó la cara avergonzada y sofocó un gritito, estaba en el hospital esperando a la última prueba de reconocimiento a su abuela y podrían irse a casa. Recordaba como Ares le dijo esas palabras, quiso callarlo por miedo a escucharlas... y acabó filtrandolas en cada parte de su cabeza.

Él la miró con intensidad, sus mejillas ligeramente sonrosadas, sus dientes atrapando su labio inferior repetidamente, su cercanía y su aroma. Todo lo recordaba, nada pasaba olvidado. Cuando se lo dijo se paralizó, pero es que a ella nadie se le había declarado, tuvo miedo. Miedo a perderle, a decirle que a ella también le gustaba y perder su amistad, perderle por no saber llevar una relación. ¡Era demasiado primeriza! Nadie la había instruido, vivía en una cúpula de cristal que Ares fue rompiendo poco a poco, la sacó a la luz.

Suspiró. ¿Que pensaría Ares ahora? Ella le había respondido... no de forma muy común. Se puso a balbucear y retrocedió hasta golpearse con la casita en la cabeza. En ese momento la confesión pasó a segundo plando, él se aseguró de que estaba bien y no se había hecho daño. Recordó como la tomaba de la mano, se sentía suave y algo fría. Con delicadeza la sacó de allí, le sonrió como siempre hacía, besó su mejilla y se la quedió viendo.

Ella no supo que responder y él fue quien dijo que se fueran a casa, era tarde... La acompañó y de nuevo con una sonrisa, esta vez nerviosa, la dejó sola.

Había sucedido tanto en tan poco tiempo... ¡iba a explotar!

—¿Que pasa amor?

Ashley alzó la cabeza asustada. Su padre la veía divertido desde la puerta con dos chocolates, uno en cada mano. Ella tragó saliva y tomó aire.

—Nada —forzó tanto la voz que el hombre ante ella la descubrió.

Esa mirada miel la taladraba. Notó como se sentaba a su lado, aunque ella estaba echada en el sofá improvisado. Vio como su padre miraba ahora a la pared, parecía divagar en su mente, suspiró y la encaró de nuevo.

—Quiero hacerlo bien —Ashley frunció el ceño— ahora. Puedes contarme lo que te preocupe, sea el tema que sea, ¿vale? Te instruiré y te daré mi opinión pero quiero, Ashley, que tomes decisiones por ti misma, no te dejes llevar por los demás. Ahora, tienes que hacerle caso a tu abuela, siempre, pero no pasa nada si no piensas como ella.

Parpadeó, sus manos entrelazadas en su regazo, estaba entendiendo a su padre. Le gustaba ese consejo, lo tomaría por siempre, intentaría no callarse y dar su opinión.

—¿Que te inquieta? —le ofreció el chocolate y dio un trago. Estaba muy amargo.

—Es sobre un chico —enmudeció pero su padre esperó que continuara— No se como hablar de esto papá... y menos contigo —él seguía callado observándola— Es que yo... no se nada sobre chicos, ni como actuar ni cuando saber si me gusta, nada y yo... Ares... —rebosó. 

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora