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Ashley

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Ashley

Nerviosa. Nerviosa era poco. Sus manos sudaban ligeramente pero le molestaba y las pasaba por su ropa en un intento de secarlas incluso cuando estas no estaban mojadas. No podía quedarse quieta y fingir que todo iba bien porque la realidad era que estaba muy nerviosa. No por ver a Ares porque ya lo vio y admiró aquel día en el callejón sino porque tendría una charla con él cara a cara. Ella no era una chica de muchas palabras hasta que no tenía plena confianza y ni así. Era más directa para no tener que hablar mucho y esperaba que la otra persona hablara y hablara para ella escuchar.

Soltó el aire que al parecer estaba reteniendo cuando vio la glorieta en la que habían quedado. Varios bancos estaban ocupados rodeando una fuente que lanzaba tirabuzones de agua de forma esporádica. Buscó con la mirada al joven viendo a un viejecito tirar trozos de pan a unas palomas blancas que se aproximaban cada vez más a sus pies. Enfrente una madre tenía en brazos a una pequeña niña de cabellos rubios la cual jugaba con un perrito que saltaba para ser acariciado por la niña. Aun así, nada de Ares.

Por un momento su inseguridad la llevó a creer que él se estaba burlando de ella y no había acudido hasta que lo vio recostado en un árbol tecleando su móvil. Sin darse cuenta había avanzado hacia él pero se bloqueó. Se quedó estatica observándolo escuchando los ladridos y gritos de la niña con los gorgoritos de las palomas... Sus ojos grises se alzaron y se clavaron en los suyos. Apenas se movió, solo la observo y Ashley reaccionó dándose la vuelta para huir como una cobarde.

— ¡Ashley — Le gritó pero ella solo aceleró el paso viendo de reojo al ancianito.

Los pasos del chico se aproximaban y con eso un revuelo de las palomas alzarse al vuelo.

— ¡Maldito joven! — Masculló el hombre mayor soltando barbaridades por lo bajo.

Ella aceleró el paso hasta correr pero una mano la detuvo por el antebrazo.

— No te vayas —la giró encarándola— Ashley no te voy a obligar a estar este rato conmigo pero... te agradecería que te quedaras — Dijo quedamente desviando la mirada.

Ella ladeo la cabeza a un lado interrogativa. ¿Iba algo mal? Su voz denotaba algo de suplica y era extraño. Cuando lo escuchó hablar a través de la línea sonaba animado y no así. Es cierto que habían pasado dos días en los que él no le habló y ella no se atrevió a preguntar cuando quedarían. Por un lado quería que fuera lo más tarde posible y por otro deseaba ver el día y la hora confirmando que no se había olvidado de ella.

Tantas inseguridades vinieron a su mente que pasó una noche entera sin dormir e incluso llegó a llorar en silencio... Su vida estaba llena de olvido, toda la gente de su alrededor acababa olvidándola. Pasó con su abuelo, el padre de su papá... Ella lo quería mucho y siempre que podían ella y su padre iban a visitarles. Su abuelo les preparaba el almuerzo, ese que siempre le hacía a su padre cuando era pequeño, un bocadillo de chocolate. Adoraba ese almuerzo o merienda. El hombre mayor tenía el pelo canoso pero a difirencia de otros no había perdido su cabello, algo que a Ashley le fascinaba y siempre se lo decía haciendole reir. Ella a penas tenía 4 años cuando él se fue. Cuando la dejó. Cuando les dejó. Cuando se olvidó de ella. A sus 89 años el abuelo estaba con problemas en el corazón hasta que este dijo basta. Pero a ella nunca se lo contaron así. Su abuela con los ojos llorosos y una pequeña sonrisa le dijo... "El corazón del abuelo estaba viejecito y se cansó de tanto latir pero ahora él estará cuidandote desde una nube blanca y bonita donde guardará su amor por todos cielo."

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora