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Ares

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Ares

La música se filtraba por sus auriculares mientras resolvía con rapidez los ejercicios de matemáticas. Sus dientes se clavaban ligeramente en su labio mientras su cabeza se balanceaba siguiendo el ritmo de la canción, así como su pie derecho tamborileaba el suelo. Estaba algo frustrado, su madre no lo dejaba salir hasta que no terminara las tareas pero el hecho era que él ya las había terminado hacía una hora. Ahora se dedicaba a adelantar las de los próximos días porque su madre argumentó que estaba saliendo mucho por las tardes y no quería que se distrajera de sus estudios, "Hay tiempo para todo Ares" le dijo y él frunció sus labios por una vez contrariado con su madre.

Tal vez si estaba distraído pero no era su culpa que su cabeza siempre estuviese pensando en que podía hacer al día siguiente con la chicas de ojos miel. Con ella perdía la noción del tiempo, sus problemas o malestares se evaporaban y su cuerpo se relajaba a su lado, nada de tensiones.  Ashley tenía ese efecto en él y lo mejor de todo es que ella no era consciente de ello, algo que no le molestaba de hecho agradecía en cierto modo...

Suspiró y sonrió cuando por fin terminaba el último problema, este era mucho más difícil pero no le llevó más de 15 minutos hacerlo. Para los números era muy rápido. Se estiró en la silla con los ojos cerrados y cuando los abrió brincó en la silla al ver a su padre parado tras él. Llevó la mano a su frente negando y se deshizo de los auriculares. La música se escuchaba ligeramente y eso provocó que el hombre mayor, su progenitor frunciera el ceño.

— No te pongas la música tan fuerte Ares — Soltó autoritario y el joven rodó los ojos apagando la música de su móvil.

No es que no le gustara que sus padres se preocuparan con él pero estaba a punto de cumplir 17 años y eso no hacía falta repetírselo, ya no era un niño... pero a ellos les costaba verlo. Se levantó haciendo rechinar la silla en el suelo viendo de reojo como su padre seguía cada uno de sus movimientos.

— Ya terminé los ultrajantes ejercicios — Sonrió y esa afirmación hizo reír a su padre.

No es que los ejercicios le parecieran irritantes es que quería ir a casa de Ashley porque ella le había dicho que tenía que hacer un proyecto para literatura y ella había elegido plasmarlo en un cuadro... ¡Quería verla pasar el pincel por el lienzo! ¡Mezclar los colores y ver sus trazos! Y hasta ahora no era libre.

— ¿Donde iras? — Comentó su padre aun detrás de él mientras elegía la ropa que ponerse.

— A casa de una amiga — Dijo de forma amena pero no pudo esconder su sonrisa al pronunciar la palabra amiga.

No creyó que en un tiempo tan medianamente corto consiguiera que ella le aceptara como amigo. Era de apreciar y reconocer que Ashley había hecho muchas mejoras. Ahora hablaba más abiertamente con él y con Santi, incluso con algunos de sus compañeros si le preguntaban algo. 

— Bueno, llévate dinero y no olvides coger las llaves — Le repitió como siempre cada vez que iba a algún lugar.

Asintió y cuando este dejó la habitación comenzó a vestirse con prisas llegando a ponerse el suéter del revés. No iba a llevarse chaqueta así que con el suéter iría bien por si hacia algo de fresco en la calle. Tomó su teléfono y la cartera mandando un mensaje a su amiga para avisarle de que iba para allá. 

LimerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora