Capítulo 21.

400 39 37
                                    


Kyuhyun abrió los ojos con un tremendo dolor de cabeza. Parpadeó varias veces, tratando de despejar su vista, tratando de recordar qué había pasado. Entre la nubosidad de su mente, Kyuhyun recordó el accidente de Dongahe y el caballo. Se miró las manos, viéndolas manchadas de sangre seca y se incorporó asustado mirando alrededor. Se asustó todavía más al no reconocer el lugar en el que se encontraba. Una extraña habitación de piedra, cuadrada, húmeda, sin ventanas, con dos catres polvorientos, en uno de ellos, el cuerpo de Donghae permanecía inconsciente.

Se levantó del lugar en el que había estado durmiendo y dio dos pasos atemorizado hacia el sirviente. Suspiró aliviado al comprobar que el hombre respiraba, ninguna herida parecía sangrar en su cabeza, así que respiró tranquilo al asegurarse que sus poderes habían surtido efecto.

Sin embargo, el temor y el miedo invadió de nuevo su cuerpo al no ser capaz de reconocer el lugar en el que se encontraban. Era cierto que se habían desmayado en el patio de palacio, pero lo lógico sería que, si alguien les hubiese encontrado inconscientes, les hubieran entrado a palacio, sobretodo si le habían reconocido a él. No había en el reino de Grehem nadie pálido con cabellos oscuros, todo el mundo sabía que él era el Corax, cualquiera que le hubiese encontrado debería haber avisado a Siwon, ¿no? Entonces, ¿porqué no se encontraba ahora en los aposentos del mayor? ¿Porqué estaban él y Donghae en una especie de celda?

Sus pensamientos se vieron detenidos al escuchar descorrerse el cerrojo de la puerta de madera en la que todavía no había reparado. Dos hombres de espalda ancha, de pálida piel y cabellos casi blancos entraron en la estancia. En ese momento, Kyuhyun fue consciente del peligro que corría, le habían capturado seres blancos.

―Veo que estás despierto, niño tardío ―apuntó uno de aquellos dos hombres.

Kyuhyun se puso delante de Donghae, tratando de protegerlo y les miró con el ceño fruncido.

―¿No te alegras de que te hayamos rescatado? ―preguntó el otro desconocido.

―¿Rescatado? ―preguntó sarcásticamente, no pensaba dejarse intimidar―. Querrás decir secuestrado ―le corrigió.

―¿Ya te han lavado el cerebro? ―preguntó uno de los hombres―. Eres uno de los nuestros. No eres un corvus.

―Sé perfectamente quién soy ―respondió―. Soy la persona a quién vuestro rey trató de matar.

―Es tu rey también ―le recordó el más bajito de los dos.

―Él ya no es mi rey ―negó Kyuhyun viéndole directamente a los ojos con una fría mirada.

―Mide tus palabras niño ―le advirtió el hombre más alto―. No eres más que el juguete del rey.

―Yo no soy el juguete de nadie ―le contradijo el menor con voz dura y firme, no pensaba doblegarse.

―Lo veremos pronto, niño tardío ―dijo el hombre bajo―. Te arrepentirás de tus palabras.

―Lo dudo ―respondió el chico―. No me retracto nunca de lo que digo. Acostumbro a tener razón.

El hombre alto le miró furioso y en un parpadeo se paró frente a él y le cruzó la cara de una bofetada. Kyuhyun trastabilló hacia atrás sorprendido y se llevó una mano a la mejilla adolorido, sintiendo el sabor de la sangre en su boca, el muy bárbaro le había partido el labio.

―Eres un insolente ―le reprochó el hombre―. Vas a tener que aprender a tener la boca cerrada.

Kyuhyun le miró con profundo odio y el hombre sonrió.

Corvus & CygnusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora