Capítulo 24.

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Kyuhyun tenía la vista borrosa. Llevaba prácticamente sin dormir más de tres días. Sentía su cuerpo agotado, tenía los nervios destrozados y la angustia inundaba su corazón. Sabía que no podía dejarse vencer tan fácilmente, pero ya no podía más. Él nunca había sido una persona que se rindiera, pero realmente ya no tenía fuerzas para nada. Cada vez que recordaba lo que había pasado la noche anterior, se le revolvían las tripas. Se sentía culpable por lo que le hubiese pasado a Taemin. Cada vez que recordaba los gritos del menor, el modo en que le arrastraron tras aquel sádico loco, los ojos se le llenaban de lágrimas y respirar le costaba un mundo. El sólo imaginar la posibilidad de que el menor no siguiera con vida, hacía que quisiera morirse en aquel mismo instante. ¿Qué iba a hacer si Taemin estaba muerto? No lograba encontrar respuesta a esa pregunta.

Sabía que el rey no tardaría en ordenar que fuesen a buscarlo para llevarlo frente a él, algo le decía que aquella misma noche sería el fatídico momento. Y no tenía ni la más mínima idea de qué iba a hacer. ¿Pelear? ¿Para qué...? Ya no tenía fuerzas para resistirse más. Tarde o temprano terminaría desistiendo. ¿No sería mejor hacerlo sin pelear? Iba a terminar malherido si se resistía, ¿no sería mejor cooperar y evitarse así el sufrimiento? Taemin se lo había dicho: "Si te resignas, todo acaba rápido. Si te resistes... puedes acabar muerto..."

Apoyó su cabeza contra las frías piedras de la pared a su espalda y lanzó un largo suspiro cerrando los ojos. Llevó una mano a su pecho, buscando inconscientemente el colgante de plata a su cuello. Una lágrima recorrió su mejilla al percatarse que no se encontraba allí, al recordar que aquel hombre se lo había arrancado del cuello, dispuesto a mandárselo a Siwon.

Siwon...

El rostro del mayor apareció tras sus párpados. Aquella preciosa sonrisa con hoyuelos que sólo le mostraba a él. Aquellos hipnotizantes ojos negros. Aquella graciosa pequita de su nariz...

Sonrió tontamente al recordar todas las veces que se había despertado entre los brazos del mayor, con su rostro a escasos centímetros del suyo. Sonrío al recordar las veces que el mayor le había despertado a besos. Una serie de recuerdos inundaron su cabeza con todas las veces que el mayor le había abrazado, besado, acariciado...

Y Kyuhyun se deshizo en lágrimas aquella tarde. No iba a poder volver a verle...

Varias horas más tarde, cuando la noche cayó sobre el reino, cuando Kyuhyun se había quedado sin lágrimas, la puerta frente a él se abrió con un chirrido.

―Levanta ―la orden del centinela le entró por un oído y le salió por el otro.

Sabía que ignorarlo no le iba a servir de mucho, pero era su último ataque de

rebeldía.

El centinela entró en la celda y le agarró de un brazo, poniéndole en pie sin dificultad. Abrió el grillete que sujetaba su muñeca a la pared y, empujándolo, lo sacó de la habitación. Kyuhyun recorrió el pasillo obligado y repitió el camino que la primera vez le hicieron recorrer, salvo que esta vez, le obligaron a entrar en la puerta que quedaba a la derecha de aquella en la que le habían hecho entrar la última vez.

―Se te ve muy derrotado, chico ―la voz grave del monarca resonó en la estancia.

Kyuhyun alzó el rostro, viéndole con odio, percatándose de que ahora se encontraba en los aposentos del rey.

―Pero no has perdido esa mirada... ―mencionó―. No das tu brazo a torcer fácilmente, ¿eh?

Kyuhyun no respondió y el hombre sonrió de lado ante su silencio.

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