❤️ Besos Robados ❤️

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El golpe cayó sobre la mejilla de un chico rubio, dejándole adolorida esa zona, el rubio comenzó a sobar su mejilla mientras se alejaba maldiciendo a quien lo había golpeado. Por su lado el chico que lo golpeó caminaba en dirección contraria, mientras algunas lágrimas se acumulaban en sus ojos. Antes de que la pequeña gota cayera, la limpió con la manga de su suéter, de inmediato entró corriendo al baño. Cuando cerró la puerta, se acercó con calma al lavabo, se miró en el espejo y comenzó a llorar, sus mejillas estaban rojas y en su cuello se veía una marca casi violeta, aquel chico había sido demasiado brusco con él. Guillermo, quien tan solo tenía 16 años estaba por primera vez en un club nocturno, su mejor amigo de quién estaba perdidamente enamorado lo había arrastrado en contra de su voluntad hasta aquel lugar, engañándolo diciéndole que irían al cine, pero al final otros de sus amigos los invitaron a venir, y por más de que Guille se quizo negar, Samuel, su mejor amigo, lo llevó a fuerzas.

El chico seguía llorando desconsoladamente, se sentía sucio por tener aquella marca, él era demasiado inocente, solo había besado una vez a una niña cuando apenas tenía 11, pero después de eso jamás lo volvió a hacer, aunque tampoco se lo había dicho a nadie. Guillermo al único que quería besar era Samuel, desde que tenía 13 y se dio cuenta de lo mucho que le gustaba, jamás pensó en besar ni entregar su cuerpo a nadie más que no fuera su mejor amigo. Estos dos chicos se conocían desde que eran muy pequeños, los primeros recuerdos de ambos involucraban al otro, así que era difícil decir desde que edad se conocían. Guillermo nunca se le confesó a Samuel, incluso al saber que Samuel era gay, el menor simplemente no podía decírselo, no podía decir sus sentimientos sin que se le trabara la lengua y simplemente su voz se quebrara y no pudiera continuará. Incluso cuando Samuel se besaba con su primer novio frente a él, jamás le pudo confesar lo mucho le dolía ver esos finos labios siendo poseídos por alguien más, Guille lo único que le decía era "No hay problema, hacen bonita pareja". Pero justo ahora no podía ignorar sus sentimientos, el chico rubio que comenzó a coquetear con Guille lo llevó a bailar, para después comenzarle a susurrar cosas demasiado eróticas y sucias para su inocente mente, y cuando este se acercó a besar su cuello, el menor no se resistió solo lo dejó hacerlo, ya que estaba comenzado a resignarse a que Samuel jamás le haría caso y tendría que buscarse a alguien más, pero justo cuando se estaba resignando el moreno que se robaba todos los suspiros de Guillermo pasó cerca de él notando al rubio que besaba fervientemente su pálido cuello, pero Samuel ni se inmutó, simplemente le sonrió y siguió su camino al bar. Aquello enfureció a Guillermo, quien trató de alejar al rubio de su cuerpo, pero este era mucho más fuerte y alto que el menor, el rubio aprovechando esta diferencia de fuerzas le robó su segundo beso a Guille, quien al estar enojado por la inexistente reacción de Samuel y el enojo de que le robaran un beso, sacó fuerzas de donde no tenía y golpeó al pobre chico de cabello claro, quien de inmediato se separó y se marchó. Ahora Guillermo estaba en esta situación, llorando sin consuelo alguno en el baño de un club, mientras que Samuel estaba con quien sabe quién, haciendo quién sabe qué, claramente no pensado en él y lo mal que lo estaba pasando. No le arruinaría su noche y mejor se iría a casa, no quería terminar besándose con alguien más. Estaba dispuesto a dejarle un mensaje a Sam, avisándole que se sentía mal y se iría a casa, no daría más detalles y lo vería hasta el lunes, cuando posiblemente la marca morada de su cuello se hubiera desvanecido un poco. Comenzó a teclear el mensaje, mientras trataba de evitar que las lágrimas siguieran cayendo por su rostro, lo cual parecía una tarea imposible, cuando de repente alguien tocó a la puerta del baño.

—En un momento salgo— avisó Guille a quien fuera que estuviera detrás de la puerta.

Se levantó del piso, donde se había sentando un momento a llorar en silencio.

—¿Guille, chiqui, eres tú?

De inmediato Guillermo levantó la cara y la fijo en la puerta, de donde vino el sonido de la dulce voz de su mejor amigo.

Drabbles|| WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora