Todo estaba listo para aquella tarde, Samuel y Guillermo cumplirían seis meses de ser una pareja oficial y el mayor tenía una sorpresa para su pequeño, todo tenía que ser idóneo. Tenía todo perfectamente planeado, le recogería de la universidad, luego lo llevaría a comer a un restaurante muy elegante y después irían al Retiro donde darían un paseo en un bote para finalmente ver el atardecer juntos. Se escuchaba como un plan perfecto. Samuel se miró por última vez en el espejo, se acomodó el cabello y tomó las llaves del auto y salió en dirección a la escuela del menor. Diez minutos después se encontraba en la puerta principal de aquel edificio, salió del auto y se recargó en el convertible morado que tenía, donde se dispuso a esperar a su novio. Todos lo estudiantes lo veían con intriga, no era común ver a alguien como Samuel. Él era un gran empresario joven, famoso y adinerado, que estaba esperando a las afueras de una universidad privada, no era de esperarse que llamase la atención. Muchas chicas murmuraron y comenzaron a sacar conclusiones "Seguro es novio de alguna de las chicas populares", "¿Estará esperando a alguien?", "Posiblemente es el hijo del director", pero todas las especulaciones eran erróneas. Varios minutos después los comentarios se detuvieron cuando un chico de cabello negro y ojos rasgados apareció. Sus ojos se conectaron de inmediato, Samuel retiró las gafas de sol que traía y miró con amor a su pequeño, quien se sonrojó al instante, lo cual hizo que el mayor sonriera con ternura.—Hola, bebé— le saludó.
Guillermo bajó corriendo las escaleras de la entrada y se plantó frente a su novio, todos los ojos se encontraban clavados sobre ellos.
—¿Qué haces aquí, Sam?—susurró tratando de evitar que los curiosos que los veían se enteraran.
—Vengo a recoger a mi novio, para llevarlo a la mejor cita que jamás ha tenido— sentenció y besó con efusividad al menor.
Guillermo se sorprendió pero no negó la muestra de amor de su pareja así que cruzó sus brazos por el cuello del mayor. Muchos de quienes los observaban se fueron al ver aquello, a muchas personas en lo general les incomoda ver muestras de amor en público.
—¿Nos vamos, chiqui?—preguntó Samuel después de separarse de su beso.
El menor simplemente asintió y sonrío. Samuel como buen caballero le abrió la puerta a su novio y después manejó hasta el restaurante donde comerían. Pero, ninguno de los contaba con que el tráfico de la gran ciudad les haría llegar muy tarde a su reservación.
—¡Tienen que dejarnos entrar!— gritó furioso Samuel. —Hice esta reservación hace meses— insistió.
—Joven le pediría que se calme o llamaré a seguridad— pidió la pobre mesera. —Lamento informarle que llegó tarde, su reservación fue hace más de una hora.
—Quiero hablar con el dueño— demandó el mayor.
—Temo decirle que no puede, el dueño no está en el país— anunció.
El mayor estuvo a punto de perder los nervios, su cita perfecta no estaba saliendo tan bien como él esperaba, estuvo a punto de volverle a gritar a la joven trabajadora, cuando unos finos dedos le agarraron el brazo.
—Tranquilo, Sam. Podemos ir a otro lugar, no importa dónde, solo quiero estar contigo— dijo Guille con voz suave cerca del oído de su pareja.
—Vale— aceptó la propuesta de su pequeño. —Además ¿Quién querría quedarse en un restaurante de quinta como este y con tan mal servicio?— refunfuñó antes de salir del restaurante e irse.
Ambos salieron del lugar y caminaron un par de cuadras donde encontraron un modesto restaurante de comida Italiana. Decidieron entrar y pedir una pizza para los dos, pero Samuel aún se encontraba molesto por haber perdido la reservación.
—Está deliciosa la pizza— dijo el menor, intentando animar a su novio.
Guille no estaba molesto, él simplemente lo que quería era estar con su novio, lo amaba demasiado y el mejor lugar siempre era donde podía estar con su amado. Mientras tanto el mayor seguía maldiciendo mentalmente al tráfico y a la mesera, aunque no era culpa de nadie, naturalmente los imprevistos siempre ocurren.
—Me alegro que te guste, bebé— dijo Sam a la vez que le regalaba una sonrisa un tanto forzada.
Aún con la diferencia de edad de casi 8 años Samuel y Guillermo se amaban con locura, y aunque no fueran una pareja convencional a ellos simplemente lo único que les importaba era ser felices juntos.
Terminaron de comer, y Guillermo decidió ir por un helado, Samuel no le podía negar nada a su niño, así que ambos fueron a una heladería que Samuel conocía y clamaba que era el lugar donde vendían los mejores helados de todo Madrid, pero para suerte de ambos aquel lugar estaba cerrado. Aquello no ayudo mucho al humor de Samuel quien de nuevo se cabreo al saber que no podía cumplir un capricho de su novio.
—Tranquilo— le calmó el menor. —Hay otras heladerías— sonrió y lo tomó de la mano.
Samuel ya no se pudo seguir quejando y maldiciendo su suerte, ya que al mirar la sonrisa de su amado, todo parecía estar bien. Después de encontrar otro lugar donde comprar helado finalmente decidieron ir a caminar al Retiro. Mientras paseaban iban tomados de las manos, a la vez que se reían y besaban de vez en cuando.
—Te amo— se dijeron al unísono.
Ambos rieron y nuevamente dejaron que sus labios se rozaran. Luego de caminar un poco más finalmente llegaron al gran estanque; el ocaso estaba cerca y Samuel quería disfrutarlo en un bote junto a su novio. Se acercaron al lugar donde podían alquilar un barco, Guillermo se veía muy emocionado ante la idea, nunca había subido a un bote remos y que mejor primera vez que con Samuel.
—¡Es precioso!— sentenció Guille ya cuando estaban en medio del lago.
—Igual que tú— dijo el mayor sin apartar la vista de su pareja.
Con el cuidado suficiente para no voltear el bote Guillermo se movió hasta estar enfrente de Samuel y tomarle por las mejillas y besarlo. Los labios gruesos y suaves de Guille encajaban a la perfección los los finos de Samuel. El sol caía mientras ellos dos mantenían sus labios juntos.
—No importa dónde esté, ni que coma, con el simple hecho de estar junto a ti todo es perfecto. Tú eres la perfección que necesito en mi desastrosa vida— el menor le susurró sobre los labios a su amado.
Aquello quitó por completo el enojo de Samuel, a él le preocupaba hacer todo a la perfección para su novio, pero lo que nunca entendió es que Guillermo no quería cosas perfectas, él no lo amaba por su dinero, ni por las cosas que le daba, sino que en palabras propias del propio menor, él lo amaba por su manera tan perfecta de quererlo y mimarlo, no importaba nada más que sus sentimientos. Y así fue como terminó aquella mágica tarde, llena de sorpresas e imprevistos, para ellos no existía otra cosa más perfecta que su relación y no lo cambiarían por nada.
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¡Hola! :D Hoy les traigo uno de los drabbles más empalagosos que he escrito, lo tenía por ahí guardado desde hace mucho tiempo xD Espero que les haya gustado. Muchas gracias por leer. ❤️
-Pam
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Drabbles|| Wigetta
Hayran KurguEstá es una antología de Historias cortas del ship Wigetta, lo que significa que no necesariamente tienen que leer los capítulos en orden, cada uno es su historia separada. La mayoría son historias de amor, o dramáticas. Algunas basadas en la vida r...